domingo, 8 de octubre de 2017

Modulo Nº 4 Kabbaláh Inicial



“Materia y forma”

La realidad en general está compuesta de dos dimensiones: forma y materia. La materia se refiere al aspecto físico y la forma señala la dimensión espiritual. La Cábala sostiene que no existe materia carente de forma ni forma carente de materia, aunque ambas dimensiones sean completamente opuestas. 

De todos modos, su unión y fusión son perfectas y asombrosamente complementarias. Tal como esta fusión de materia y forma aparece en el hombre, se manifiesta también en la realidad entera: en el mundo inanimado, vegetal, animal y humano. “Luz y recipiente” El cuerpo es el recipiente que contiene la forma.

El hombre revela su forma a través de sus acciones, es decir la totalidad de su fuerza espiritual. Es como si el cuerpo estuviese traduciendo el plano espiritual a un lenguaje comprensible por su semejante o, en otras palabras, el cuerpo obra como instrumento para expresar su forma. En el pensamiento cabalístico, un sinónimo del concepto de forma es el de la luz. La luz está siempre contenida en un recipiente y funciona a través de él.

Luz y recipiente son sinónimos de los términos forma y materia. El recipiente revela y pone de manifiesto la esencia de la luz por medio de su acción. La luz es interna, mientras que el recipiente es externo. La luz es la esencia que se reviste en el recipiente y lo conduce. Es decir que la luz se manifiesta a través de la acción, y por su intermedio se revela su esencia interna. “Niveles de forma y materia”

La forma es la que se reviste en la materia y la activa.
El Eterno quiso crear diferentes tipos de criaturas, de diversos niveles y caracteres, y para lograrlo adaptó a cada una la forma apropiada, de modo que la forma que reviste el mundo animado es superior a la que rige en el inanimado, y así sucesivamente. La esencia y la calidad de un objeto dependen de su forma, es decir, de su poder espiritual. La forma es la quien determina las características de dicha realidad, y por eso podemos afirmar que la forma es la esencia de la realidad, del objeto. Existen creaciones cuya forma está fijada, y durante su existencia no manifiestan ningún cambio esencial.

El hombre, por su parte, dotado de libre albedrío, puede modificar su forma cumpliendo las leyes de la Torá, a través del cumplimiento de los preceptos, elevándose espiritualmente. Frente al hombre dotado de libre albedrío se encuentran los ángeles, cuya característica es el permanecer “estáticos”. Ya que carecen de libre albedrío no pueden transformar ni mejorar su esencia, y por eso están privados de la posibilidad de elevarse. Es debido a esta razón que teóricamente el hombre puede llegar a un nivel más elevado que el de los propios ángeles. 

“Los componentes de la materia”

Los cabalistas dividen a toda la materia, en todas sus categorías -inanimado, vegetal, animal y humano-, en cuatro elementos básicos: 1)fuego, 2)aire, 3)agua, 4)tierra. La diferencia entre un ente y otro es la proporción de los cuatro elementos que lo componen. El ser humano también está compuesto por los cuatro elementos, fuego, aire, agua y tierra, y además de los poderes espirituales que encontramos en el dominio de lo inanimado, vegetal y animal, posee un poder espiritual denominado alma - neshamá-. 

El alma contiene la totalidad del poder espiritual humano tal como, por ejemplo, sus características morales, aunque el principal componente del alma es su poder intelectual. “Elementos de la forma: nefesh, ruaj, neshamá, jaiá y iejidá” Dijimos anteriormente que la forma es la esencia de todo ente y que Él Creador fijó la forma apropiada para cada uno de ellos de modo tal que éste pueda cumplir la función para la que fue creado. 
Ya que el hombre es lo principal de la creación, debe cumplir roles superiores al resto de las criaturas, y es por eso que su forma es superior a la de los demás.

Si nos compenetramos en la forma humana reconoceremos dos dimensiones, por un lado la vital y por el otro la dimensión intelectual y emocional. Las funciones de la dimensión vital no difieren esencialmente de las funciones que realizan los animales, y por eso la forma en esta dimensión se asemeja a la de ellos. 

Por contrapartida, el alma humana contiene todos los poderes que caracterizan al hombre como una criatura hecha a imagen de Dios, dotado de libre albedrío, y a quien se delegó el papel de corregir el mundo bajo el Reinado Divino.

Los Sabios Cabalistas adjudican nombres a los elementos constituyentes de la forma humana: nefesh, ruaj, neshamá, jaiá y iejidá.

El nefesh es el poder espiritual más bajo entre los cinco niveles nombrados, es el responsable del funcionamiento de la dimensión vital, y es también quien la activa. Los Sabios sostienen que el hígado simboliza el nefesh, y le sirve por hábitat.

El ruáj es el poder espiritual siguiente, y el responsable del aspecto emocional del hombre y su carácter. El ruaj es el poder que despierta los deseos, las pasiones, las aspiraciones y de hecho todas las cualidades del hombre. La capacidad de elegir entre el bien y el mal, así como todos los detalles de la acción están ligados al ruaj. El corazón simboliza al ruaj, y le sirve por hábitat.

La neshamá es el poder espiritual-intelectual que guía al ser humano. Su función es la de orientar y corregir las características negativas, sobreponerse a las bajas pasiones y encausar los poderes personales hacia el servicio divino. 
La mente simboliza a la neshamá y le sirve por hábitat. 
“La conexión entre nefesh, ruaj y neshamá” Neshamá es el nombre genérico quien incluye todos los elementos componentes de la forma humana, es decir, que este término es utilizado muchas veces en forma general, en referencia al alma general, incluyendo al nefesh, ruaj y neshamá.

Los niveles nefesh, ruaj y neshamá constituyen una unidad. El nefesh activa y controla tanto los órganos internos como los externos, pero él no actúa como un ente independiente sino que está dirigido por el ruáj. Sabemos por ejemplo, que las funciones de nuestro organismo están influidas por nuestro estado de ánimo (enojo, compasión, etc) ligado al ruaj. Pero también el ruaj está controlado por el intelecto, ya que, según la Cábala, es éste quien decide si amar u odiar. Aquel que sirve a Dios de un modo íntegro es aquel cuya mente dirige y controla sus emociones y que a su vez somete a su aspecto físico al servicio de su Creador. “Jaiá y iejidá” Hablamos por un lado acerca del nefesh y por otro lado del ruaj y la neshamá, quienes caracterizan al hombre como poseedor de libre albedrío.

Anexos a estos poderes espirituales que se encuentran interrelacionados en lo más interno de la persona -en la mente, el corazón y el hígado- se encuentran otros poderes espirituales, mas excelsos aún. Mas precisamente debido a su elevado nivel no existen en el cuerpo recipientes para contenerlos y entonces circundan al hombre y son denominados -or makif- (luz circundante), en contraposición al nefesh, ruaj y neshamá, conocidos como -or pnimi- (luz interior). Todo ser humano tiene la posibilidad y la capacidad para elevarse siempre más y adquirir luces espirituales superiores por encima de las que posee, y esto se hace posible a través del cumplimiento de los preceptos Divinos.

“Nefesh, Ruaj y Neshamá particularidad y generalidad” 

El mundo en su totalidad es un espejo de la fisionomía humana. Todo lo que existe en el universo existe también en el hombre, y por eso los Sabios describen al hombre como un “mundo en miniatura”, llegando también a categorizarlo con el nombre de -Adam de Briá, Adam de Ietzirá, Adam de Asiá- (hombre de Creación, Formación y Acción) lo cual hace referencia a los distintos mundos espirituales. “Las sefirot como recipientes” Sobre la base de lo explicado hasta aquí podría parecer como que las luces del nefesh, ruaj y neshamá no tuvieran el mismo nivel o valor, pero realmente no es así. 

Nefesh, ruaj y neshamá son la luz divina misma, cuyo origen es la Luz Infinita y las luces de estos tres niveles son el componente sustancial de la misma. De igual modo la luz del nefesh, ruaj y de la neshamá es una -la sustancia de la Luz Infinita- y las pantallas que disminuyen su intensidad son las sefirot. Ellas, las sefirot, son los recipientes a través de los cuales pasa la luz del Sin Sof, Infinito, y cuanto más -gruesa- sea la sefirá, más tenue será la luz que pase a través de ella, y su luz será de inferior intensidad. La sefirá de maljut (reino), es la pantalla más -gruesa de todas y oculta la fuerza de luz que contiene. Por eso se denomina nefesh a la luz que resplandece desde la sefirá de maljut, y es responsable de las acciones elementales del organismo humano. 

Es así como la sefirá de maljut simboliza al nefesh general. La sefirá de tiferet (belleza) es considerada como un recipiente más refinado, desde el cual resplandece una luz más elevada denominada ruaj. De modo que la sefirá de tiferet simboliza al ruaj general. 
La sefirá de bina (entendimiento) es mas pura aún, y la luz que emerge de ella es denominada neshamá. 
La sefirá de biná simboliza a la neshamá general.

De la sefirá de jojma (sabiduría) emerge el resplandor de la jaiá, mientras que iejidá emerge de la sefirá de keter (corona). Hallamos que las sefirot (de los mundos de la Creación, Formación y Acción) son los instrumentos que nos permiten revelar y transmitir las sustancia de Luz Infinita a las criaturas de esos mundos. 

Ya que existen diez sefirot en cada uno de los mundos. Ya que existen diez sefirot en cada uno de los mundos (diez en el Mundo de la Acción, diez en el Mundo de la Formación y diez en el Mundo de la Creación), encontramos nefesh, ruaj y neshamá en cada uno de ellos. Siendo las diez sefirot del Mundo de la Formación superiores y mas refinadas que mas diez del Mundo de la Acción, resultara que el nefesh, ruaj y neshamá del Mundo de la Formación serán de nivel superior a los del Mundo de la Acción. 

Similarmente el nefesh, ruaj y neshamá del Mundo de la Creación son superiores a estos niveles en el Mundo de la Formación. 
“La Voluntad Divina se conecta con sus criaturas a través de sus almas” La Voluntad es la parte de la esencia del poseedor de la misma. Y es por eso que la Voluntad del Creador, es la esencia de todo, síntesis de toda la Creación. 

El Creador quiso que Su Voluntad se revelara a Sus criaturas para que éstas supieran cómo servirlo y cómo apegarse a Él, para finalmente corregir el mundo bajo Su reinado ya que éste es el propósito de toda la Creación. El Creador otorgó a cada criatura medios especiales para “captar” la luz divina que emana de la esencia del Infinito. La -antena- capaz de captarla es la neshamá, el alma humana. La neshamá es la esencia espiritual -mental, aunque poseedora de una realidad concreta- cuyo rol esencial es “conquistar sus deseos y dedicarse al servicio divino”. 

Cuando la neshamá logra cumplir su función, recibe una iluminación espiritual e intelectual adicionales de mayor nivel, y es así como se eleva y se perfecciona, convirtiéndose en una -antena- cada ves más sensible. El grado de aprehensión y apego del hombre al Creador depende del nivel de su neshamá. 
El anhelo de apegarse al Creador proviene del hecho que la neshamá, parte inherente a Dios, desea retornar a su fuente de origen. 

Mas cuando el hombre fortalece sus instintos y se rige por las pasiones, reprime su neshamá y con esto desaparece también su anhelo de retornar a su lugar espiritual de origen. Si, por el contrario, se sobrepone a los instintos corporales y consigue replegar su voluntad a la del Creador, se intensifica la fuerza de la neshamá y se fortalece la voluntad de apegarse a su raíz. 
En el lenguaje cabalistico decimos que si un hombre logró conquistar su pensamiento, su habla y sus acciones para dedicarse al servicio divino, convierte a su cuerpo en un carruaje de la divinidad, el mismo que logran los hombres justos dispuestos a entregar sus vidas al servicio del Creador. 

Vemos aquí que la neshamá funciona en dos planos: 1)Guía al cuerpo, orientándolo hacia el servicio divino (esto se efectúa del siguiente modo: la neshamá guía al ruaj y el ruaj al nefesh). 2)Se conecta con El Creador y recibe la sustancia de la Luz Infinita. 
La lógica de todo esto reside en que la neshamá es en sí misma sustancia de esta Luz, y por eso sólo ella puede recibir una iluminación adicional de la misma fuente. 

Debemos comprender que la esencia de la Luz Infinita, tal como se manifiesta y emerge desde su propia fuente, es tan elevada y sublime que ningún ser humano puede alcanzar este nivel, independientemente del nivel de neshamá que posea. Dado que el Creador quiso revelar Su Divinidad y que ésta sea accesible al ser humano, contrajo Su luminosidad contracción tras contracción, creando una realidad formada por distintos niveles espirituales concatenados unos con los otros. 

Debido a estas contracciones cada nivel es inferior a su predecesor. Esta cadena responde a la relación causa y efecto anteriormente mencionados, de quien la Luz Infinita es la causa primera. 

LA DIVISION DE LAS SEFIROT 

Hasta ahora explicamos el proceso de creación de los entes existentes en términos de las sefirot Keter, Jojma y Bina. Dijimos que estas sefirot representan el plano conceptual, de pensamiento y planificación, y que conforman un nivel más elevado en comparación con el nivel de la acción. Recordemos que no estamos hablando de una acción física o material. 

El objetivo de la acción de las sefirot es sentar las raíces espirituales de la realidad. Es decir, cuando un hombre quiere, planea o hace algo todo eso tiene su raíz en el pensamiento de la creación. Estas tres sefirot proporcionan la raíz conceptual que aparece en el hombre, al tiempo que las demás sefirot otorgan las raíces que permiten continuar con el proceso. Jesed, gevura y tiferet- netzaj, hod y iesod:Las sefirot de la construcción, y maljut: receptora universal Las sefirot de Keter, jojma y bina son conocidas como las tres primarias, por ser las primeras y por ser las de mayor nivel. Las demás sefirot se denominan las siete inferiores.

En principio vamos a referirnos a estos dos grupos. De acuerdo con esta división, las tres primeras sefirot se ocupan del estadio del pensamiento y las siete inferiores de la realización. En otras palabras, las tres primeras brindan las raíces del pensamiento y la planificación, y las siete inferiores las raíces de la acción Para visualizarlo mejor tomemos el ejemplo de un hombre que desea construir una casa. Dicha voluntad incluye desde un comienzo todos los pasos que se llevaran a cabo en la construcción hasta sus últimos detalles. 

Como la sefira de Keter representa el aspecto de la voluntad, todas las sefirot están incluidas en ella. Luego de la voluntad de construir la casa, es necesario el arquitecto para que planifique y haga el diagrama general de la misma, con sus respectivos pisos, secciones, dormitorios, etc. Esta es la dimensión de la sefira de jojma. Para continuar es necesario un ingeniero, que debe llevar a la práctica lo descrito en el plano general del arquitecto. El ingeniero programa el tipo de materiales que habrá de utilizar y sus cantidades. Esta es la dimensión de la sefira de bina. 

El ingeniero decide también si es posible implementarla idea del arquitecto, y ya que las ideas son ilimitadas, muchas veces es imposible ponerlas en práctica en su totalidad. Por eso el ingeniero fija los límites de las ideas generales del arquitecto. Esta es en realidad la función de la sefira de bina. 

El próximo paso es el de la realización. En el ejemplo anterior, los obreros y los distintos especialistas representan las seis sefirot de jesed, gevura, tiferet, netzaj, hod y iesod, que son llamadas sefirot de la , o sea, de la realización. Quien entra a una casa, vive y hace uso de ella, está reflejando el nivel de la sefira de maljut, quien recibe todo lo que tiene de las otras nueve sefirot, y quien, por si misma, nada posee. La sefira de daat (conocimiento), sobre la que hablaremos más adelante, funciona como el contratista que imparte instrucciones a los obreros para que lleven a cabo lo estipulado por el ingeniero y el arquitecto. 

Este contratista es el eje de unión que liga al arquitecto y el ingeniero, por un lado, con los obreros, por el otro. En términos cabalísticos, la sefira de daat conecta a las sefirot de Keter, jojma y bina por un lado, con jesed, gevura, tiferet, netzaj, hod y iesod por el otro. La sefira de maljut no es activa ni en la planificación ni en la realización. Ella solo recibe, y no posee nada por sí misma. A la sefira de maljut se la compara con la luna: así como esta recibe su luz del sol, la sefira de maljut recibe su poder espiritual de las demás sefirot. 

La sefira de maljut conforma la raíz espiritual de todas las criaturas, actuando como conductora y receptora de todo lo que les llega. Es decir las raíces espirituales que otorgan existencia y mantienen todas las partes de la realidad, comienzan en la voluntad –Keter- y desde ahí se desprenden gradualmente a través de las sefirot, de acuerdo a un orden establecido, hasta llegar a la sefirot de maljut. La función de la sefira de maljut es traspasar a las criaturas toda la abundancia que llega a ella desde los niveles superiores. 

Cuanto más recibe el maljut, mas abundancia recibirán las criaturas. 
EL ORDEN DE LAS SEFIROT 

A continuación veremos que para comprender las funciones de las sefirot debemos dividirlas en categorías adicionales y en diversos grupos. Esto nos servirá para aprender otra perspectiva anexa a todo lo que se refiere a la esencia de las sefirot. Para facilitar su comprensión, he aquí esquema de las sefirot:


La división sobre la que vamos a referirnos se basa en tres líneas: -La línea derecha, que abarca las sefirot de jojma, jesed y netzaj. -La línea izquierda, que comprende las sefirot de bina, gevura y hod. -La línea media, que incluye a daat, tiferet y iesod. La línea derecha se denomina la línea de la bondad, la izquierda es llamada la línea del juicio y la central lleva el nombre de línea de la misericordia. Las sefirot de jesed, gevura, tiferet y netzaj, hod, iesod Como mencionamos anteriormente, lo que caracteriza a la sefira de jojma es su tendencia a expandirse y a influir en los demás de forma ilimitada. Frente a esto, lo que caracteriza a la sefira de bina es su tendencia a restringir y limitar. La sefira de daat, situada entre ambas, se caracteriza por su tendencia a resolver y a integrar y conciliar entre ambas. Las sefirot de la línea derecha se desprenden de la sefira de jojma y llevan sus características. 

La sefira de jesed comprende en si la calidad y la esencia de la sefira de joma, que es la entrega a los demás de forma ilimitada, aunque en una proporción inferior a la de jojma. La sefira de netzaj porta iguales características, pero en grado inferior, que la sefira de jesed. Estas tres sefirot (jojma, jesed, netzaj) componen la línea derecha que es la línea de la entrega, de la bondad. La sefira de jojma constituye la raíz de la línea derecha. 

Las sefirot de la línea izquierda se desprenden de la sefira de bina y portan sus cualidades. La sefira de gevura se caracteriza por su restricción y limitación, pero lo hace en un nivel inferior y de menor magnitud que la sefira de bina. Lo mismo acontece con la sefira de hod. En el lenguaje cabalístico la limitación y la restricción son denominadas din (juicio), y por eso las sefirot de la línea izquierda se caracterizan por limitar la bondad. Por eso el concepto de hace referencia al juicio y, en contraposición, el concepto de caracteriza a la bondad. Debido a que la sefira de bina es la raíz de las sefirot de la línea izquierda, encontramos que el juicio se despierta en la bina, y aunque la sefira de bina, en realidad, pertenece a las tres primeras sefirot (que debido a su altísimo nivel, se consideran la bondad y entrega absolutas), sin embargo se la considera la raíz del juicio. 

La alinea media comprende la sefira de daat (que media entre jojma y bina) la sefira de tiferet (que media entre jesed y gevura), y la sefira de iesod (que media entre netzaj y hod). Según esta división distinguimos entre la línea derecha, que es toda bondad y entrega a los demás; la línea izquierda, que es mera limitación y restricción de la bondad; y la línea media, que es la que al fin decide y sentencia entre la línea derecha y la izquierda. Estas tres líneas conforman las tres categorías del poder directriz de bondad, juicio y misericordia.

Rabí Lejel Bar Lev

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