“Materia y forma”
La realidad en
general está compuesta de dos dimensiones: forma y materia. La materia se
refiere al aspecto físico y la forma señala la dimensión espiritual. La Cábala
sostiene que no existe materia carente de forma ni forma carente de materia,
aunque ambas dimensiones sean completamente opuestas.
De todos modos, su unión
y fusión son perfectas y asombrosamente complementarias. Tal como esta fusión
de materia y forma aparece en el hombre, se manifiesta también en la realidad
entera: en el mundo inanimado, vegetal, animal y humano. “Luz y recipiente” El
cuerpo es el recipiente que contiene la forma.
El hombre revela su forma a través de sus acciones, es decir
la totalidad de su fuerza espiritual. Es como si el cuerpo estuviese
traduciendo el plano espiritual a un lenguaje comprensible por su semejante o,
en otras palabras, el cuerpo obra como instrumento para expresar su forma. En
el pensamiento cabalístico, un sinónimo del concepto de forma es el de la luz.
La luz está siempre contenida en un recipiente y funciona a través de él.
Luz y recipiente son sinónimos de los términos forma y
materia. El recipiente revela y pone de manifiesto la esencia de la luz por
medio de su acción. La luz es interna, mientras que el recipiente es externo.
La luz es la esencia que se reviste en el recipiente y lo conduce. Es decir que
la luz se manifiesta a través de la acción, y por su intermedio se revela su
esencia interna. “Niveles de forma y materia”
La forma es la que se reviste en la materia y la activa.
El Eterno quiso crear diferentes tipos de criaturas, de
diversos niveles y caracteres, y para lograrlo adaptó a cada una la forma
apropiada, de modo que la forma que reviste el mundo animado es superior a la
que rige en el inanimado, y así sucesivamente. La esencia y la calidad de un
objeto dependen de su forma, es decir, de su poder espiritual. La forma es la
quien determina las características de dicha realidad, y por eso podemos
afirmar que la forma es la esencia de la realidad, del objeto. Existen
creaciones cuya forma está fijada, y durante su existencia no manifiestan
ningún cambio esencial.
El hombre, por su parte, dotado de libre albedrío, puede
modificar su forma cumpliendo las leyes de la Torá, a través del cumplimiento
de los preceptos, elevándose espiritualmente. Frente al hombre dotado de libre
albedrío se encuentran los ángeles, cuya característica es el permanecer
“estáticos”. Ya que carecen de libre albedrío no pueden transformar ni mejorar
su esencia, y por eso están privados de la posibilidad de elevarse. Es debido a
esta razón que teóricamente el hombre puede llegar a un nivel más elevado que
el de los propios ángeles.
“Los componentes de la materia”
Los cabalistas dividen a toda la materia, en todas sus
categorías -inanimado, vegetal, animal y humano-, en cuatro elementos básicos:
1)fuego, 2)aire, 3)agua, 4)tierra. La diferencia entre un ente y otro es la
proporción de los cuatro elementos que lo componen. El ser humano también está
compuesto por los cuatro elementos, fuego, aire, agua y tierra, y además de los
poderes espirituales que encontramos en el dominio de lo inanimado, vegetal y
animal, posee un poder espiritual denominado alma - neshamá-.
El alma contiene
la totalidad del poder espiritual humano tal como, por ejemplo, sus
características morales, aunque el principal componente del alma es su poder
intelectual. “Elementos de la forma: nefesh, ruaj, neshamá, jaiá y iejidá”
Dijimos anteriormente que la forma es la esencia de todo ente y que Él Creador
fijó la forma apropiada para cada uno de ellos de modo tal que éste pueda
cumplir la función para la que fue creado.
Ya que el hombre es lo principal de
la creación, debe cumplir roles superiores al resto de las criaturas, y es por
eso que su forma es superior a la de los demás.
Si nos compenetramos en la forma humana reconoceremos dos
dimensiones, por un lado la vital y por el otro la dimensión intelectual y
emocional. Las funciones de la dimensión vital no difieren esencialmente de las
funciones que realizan los animales, y por eso la forma en esta dimensión se
asemeja a la de ellos.
Por contrapartida, el alma humana contiene todos los
poderes que caracterizan al hombre como una criatura hecha a imagen de Dios,
dotado de libre albedrío, y a quien se delegó el papel de corregir el mundo
bajo el Reinado Divino.
Los Sabios Cabalistas adjudican nombres a los elementos
constituyentes de la forma humana: nefesh,
ruaj, neshamá, jaiá y iejidá.
El nefesh es el
poder espiritual más bajo entre los cinco niveles nombrados, es el responsable
del funcionamiento de la dimensión vital, y es también quien la activa. Los
Sabios sostienen que el hígado simboliza el nefesh, y le sirve por hábitat.
El ruáj es el
poder espiritual siguiente, y el responsable del aspecto emocional del hombre y
su carácter. El ruaj es el poder que despierta los deseos, las pasiones, las
aspiraciones y de hecho todas las cualidades del hombre. La capacidad de elegir
entre el bien y el mal, así como todos los detalles de la acción están ligados
al ruaj. El corazón simboliza al ruaj, y le sirve por hábitat.
La neshamá es el
poder espiritual-intelectual que guía al ser humano. Su función es la de
orientar y corregir las características negativas, sobreponerse a las bajas
pasiones y encausar los poderes personales hacia el servicio divino.
La mente
simboliza a la neshamá y le sirve por hábitat.
“La conexión entre nefesh, ruaj
y neshamá” Neshamá es el nombre genérico quien incluye todos los elementos
componentes de la forma humana, es decir, que este término es utilizado muchas
veces en forma general, en referencia al alma general, incluyendo al nefesh,
ruaj y neshamá.
Los niveles nefesh,
ruaj y neshamá constituyen una unidad. El nefesh activa y controla tanto los
órganos internos como los externos, pero él no actúa como un ente independiente
sino que está dirigido por el ruáj. Sabemos por ejemplo, que las funciones de
nuestro organismo están influidas por nuestro estado de ánimo (enojo,
compasión, etc) ligado al ruaj. Pero también el ruaj está controlado por el
intelecto, ya que, según la Cábala, es éste quien decide si amar u odiar. Aquel
que sirve a Dios de un modo íntegro es aquel cuya mente dirige y controla sus
emociones y que a su vez somete a su aspecto físico al servicio de su Creador.
“Jaiá y iejidá” Hablamos por un lado acerca del nefesh y por otro lado del ruaj
y la neshamá, quienes caracterizan al hombre como poseedor de libre albedrío.
Anexos a estos poderes espirituales que se encuentran
interrelacionados en lo más interno de la persona -en la mente, el corazón y el
hígado- se encuentran otros poderes espirituales, mas excelsos aún. Mas
precisamente debido a su elevado nivel no existen en el cuerpo recipientes para
contenerlos y entonces circundan al hombre y son denominados -or makif- (luz circundante), en contraposición al nefesh, ruaj y neshamá,
conocidos como -or pnimi- (luz
interior). Todo ser humano tiene la posibilidad y la capacidad para
elevarse siempre más y adquirir luces espirituales superiores por encima de las
que posee, y esto se hace posible a través del cumplimiento de los preceptos
Divinos.
“Nefesh, Ruaj y Neshamá particularidad y generalidad”
El mundo en su totalidad es un espejo de la fisionomía humana. Todo lo que existe
en el universo existe también en el hombre, y por eso los Sabios describen al
hombre como un “mundo en miniatura”, llegando también a categorizarlo con el
nombre de -Adam de Briá, Adam de Ietzirá, Adam de Asiá- (hombre de Creación,
Formación y Acción) lo cual hace referencia a los distintos mundos espirituales.
“Las sefirot como recipientes”
Sobre la base de lo explicado hasta aquí podría parecer como que las luces del
nefesh, ruaj y neshamá no tuvieran el mismo nivel o valor, pero realmente no es
así.
Nefesh, ruaj y neshamá son la luz divina misma, cuyo origen es la Luz Infinita
y las luces de estos tres niveles son el componente sustancial de la misma.
De igual modo la luz del nefesh, ruaj y de la neshamá es una -la sustancia de la
Luz Infinita- y las pantallas que disminuyen su intensidad son las sefirot. Ellas, las
sefirot, son los recipientes a través de los cuales pasa la luz del Sin Sof, Infinito, y
cuanto más -gruesa- sea la sefirá, más tenue será la luz que pase a través de ella,
y su luz será de inferior intensidad.
La sefirá de maljut (reino), es la pantalla más -gruesa de todas y oculta la fuerza de
luz que contiene. Por eso se denomina nefesh a la luz que resplandece desde la
sefirá de maljut, y es responsable de las acciones elementales del organismo
humano.
Es así como la sefirá de maljut simboliza al nefesh general.
La sefirá de tiferet (belleza) es considerada como un recipiente más refinado,
desde el cual resplandece una luz más elevada denominada ruaj. De modo que la
sefirá de tiferet simboliza al ruaj general.
La sefirá de bina (entendimiento) es mas pura aún, y la luz que emerge de ella es
denominada neshamá.
La sefirá de biná simboliza a la neshamá general.
De la sefirá de jojma (sabiduría) emerge el resplandor de la jaiá, mientras que
iejidá emerge de la sefirá de keter (corona). Hallamos que las sefirot (de los
mundos de la Creación, Formación y Acción) son los instrumentos que nos
permiten revelar y transmitir las sustancia de Luz Infinita a las criaturas de esos
mundos.
Ya que existen diez sefirot en cada uno de los mundos. Ya que existen
diez sefirot en cada uno de los mundos (diez en el Mundo de la Acción, diez en el
Mundo de la Formación y diez en el Mundo de la Creación), encontramos nefesh,
ruaj y neshamá en cada uno de ellos. Siendo las diez sefirot del Mundo de la
Formación superiores y mas refinadas que mas diez del Mundo de la Acción,
resultara que el nefesh, ruaj y neshamá del Mundo de la Formación serán de nivel
superior a los del Mundo de la Acción.
Similarmente el nefesh, ruaj y neshamá del Mundo de la Creación son superiores a
estos niveles en el Mundo de la Formación.
“La Voluntad Divina se conecta con sus criaturas a través de sus almas”
La Voluntad es la parte de la esencia del poseedor de la misma. Y es por eso que
la Voluntad del Creador, es la esencia de todo, síntesis de toda la Creación.
El
Creador quiso que Su Voluntad se revelara a Sus criaturas para que éstas
supieran cómo servirlo y cómo apegarse a Él, para finalmente corregir el mundo
bajo Su reinado ya que éste es el propósito de toda la Creación.
El Creador otorgó a cada criatura medios especiales para “captar” la luz divina que
emana de la esencia del Infinito. La -antena- capaz de captarla es la neshamá, el
alma humana.
La neshamá es la esencia espiritual -mental, aunque poseedora de una realidad
concreta- cuyo rol esencial es “conquistar sus deseos y dedicarse al servicio
divino”.
Cuando la neshamá logra cumplir su función, recibe una iluminación
espiritual e intelectual adicionales de mayor nivel, y es así como se eleva y se
perfecciona, convirtiéndose en una -antena- cada ves más sensible.
El grado de aprehensión y apego del hombre al Creador depende del nivel de su
neshamá.
El anhelo de apegarse al Creador proviene del hecho que la neshamá,
parte inherente a Dios, desea retornar a su fuente de origen.
Mas cuando el
hombre fortalece sus instintos y se rige por las pasiones, reprime su neshamá y
con esto desaparece también su anhelo de retornar a su lugar espiritual de origen.
Si, por el contrario, se sobrepone a los instintos corporales y consigue replegar su
voluntad a la del Creador, se intensifica la fuerza de la neshamá y se fortalece la
voluntad de apegarse a su raíz.
En el lenguaje cabalistico decimos que si un
hombre logró conquistar su pensamiento, su habla y sus acciones para dedicarse
al servicio divino, convierte a su cuerpo en un carruaje de la divinidad, el mismo que logran los hombres justos dispuestos a entregar sus vidas al servicio del
Creador.
Vemos aquí que la neshamá funciona en dos planos:
1)Guía al cuerpo, orientándolo hacia el servicio divino (esto se efectúa del
siguiente modo: la neshamá guía al ruaj y el ruaj al nefesh).
2)Se conecta con El Creador y recibe la sustancia de la Luz Infinita.
La lógica de
todo esto reside en que la neshamá es en sí misma sustancia de esta Luz, y por
eso sólo ella puede recibir una iluminación adicional de la misma fuente.
Debemos comprender que la esencia de la Luz Infinita, tal como se manifiesta y
emerge desde su propia fuente, es tan elevada y sublime que ningún ser humano
puede alcanzar este nivel, independientemente del nivel de neshamá que posea.
Dado que el Creador quiso revelar Su Divinidad y que ésta sea accesible al ser
humano, contrajo Su luminosidad contracción tras contracción, creando una
realidad formada por distintos niveles espirituales concatenados unos con los
otros.
Debido a estas contracciones cada nivel es inferior a su predecesor. Esta
cadena responde a la relación causa y efecto anteriormente mencionados, de
quien la Luz Infinita es la causa primera.
LA DIVISION DE LAS SEFIROT
Hasta ahora explicamos el proceso de creación de los entes existentes en
términos de las sefirot Keter, Jojma y Bina. Dijimos que estas sefirot representan el
plano conceptual, de pensamiento y planificación, y que conforman un nivel más
elevado en comparación con el nivel de la acción.
Recordemos que no estamos hablando de una acción física o material.
El objetivo
de la acción de las sefirot es sentar las raíces espirituales de la realidad. Es decir,
cuando un hombre quiere, planea o hace algo todo eso tiene su raíz en el
pensamiento de la creación. Estas tres sefirot proporcionan la raíz conceptual que
aparece en el hombre, al tiempo que las demás sefirot otorgan las raíces que
permiten continuar con el proceso.
Jesed, gevura y tiferet- netzaj, hod y iesod:Las sefirot de la construcción, y
maljut: receptora universal
Las sefirot de Keter, jojma y bina son conocidas como las tres primarias, por ser
las primeras y por ser las de mayor nivel. Las demás sefirot se denominan las siete
inferiores.
En principio vamos a referirnos a estos dos grupos. De acuerdo con esta
división, las tres primeras sefirot se ocupan del estadio del pensamiento y las siete
inferiores de la realización. En otras palabras, las tres primeras brindan las raíces
del pensamiento y la planificación, y las siete inferiores las raíces de la acción Para visualizarlo mejor tomemos el ejemplo de un hombre que desea construir una
casa. Dicha voluntad incluye desde un comienzo todos los pasos que se llevaran a
cabo en la construcción hasta sus últimos detalles.
Como la sefira de Keter
representa el aspecto de la voluntad, todas las sefirot están incluidas en ella.
Luego de la voluntad de construir la casa, es necesario el arquitecto para que
planifique y haga el diagrama general de la misma, con sus respectivos pisos,
secciones, dormitorios, etc. Esta es la dimensión de la sefira de jojma. Para
continuar es necesario un ingeniero, que debe llevar a la práctica lo descrito en el
plano general del arquitecto. El ingeniero programa el tipo de materiales que habrá
de utilizar y sus cantidades. Esta es la dimensión de la sefira de bina.
El ingeniero
decide también si es posible implementarla idea del arquitecto, y ya que las ideas
son ilimitadas, muchas veces es imposible ponerlas en práctica en su totalidad.
Por eso el ingeniero fija los límites de las ideas generales del arquitecto. Esta es
en realidad la función de la sefira de bina.
El próximo paso es el de la realización. En el ejemplo anterior, los obreros y los
distintos especialistas representan las seis sefirot de jesed, gevura, tiferet, netzaj,
hod y iesod, que son llamadas sefirot de la , o sea, de la
realización.
Quien entra a una casa, vive y hace uso de ella, está reflejando el nivel de la sefira
de maljut, quien recibe todo lo que tiene de las otras nueve sefirot, y quien, por si
misma, nada posee.
La sefira de daat (conocimiento), sobre la que hablaremos más adelante, funciona
como el contratista que imparte instrucciones a los obreros para que lleven a cabo
lo estipulado por el ingeniero y el arquitecto.
Cuanto
más recibe el maljut, mas abundancia recibirán las criaturas.
EL ORDEN DE LAS SEFIROT
A continuación veremos que para comprender las funciones de las sefirot debemos
dividirlas en categorías adicionales y en diversos grupos. Esto nos servirá para
aprender otra perspectiva anexa a todo lo que se refiere a la esencia de las sefirot.
Para facilitar su comprensión, he aquí esquema de las sefirot:
La división sobre la que vamos a referirnos se basa en tres líneas:
-La línea derecha, que abarca las sefirot de jojma, jesed y netzaj.
-La línea izquierda, que comprende las sefirot de bina, gevura y hod.
-La línea media, que incluye a daat, tiferet y iesod.
La línea derecha se denomina la línea de la bondad, la izquierda es llamada la
línea del juicio y la central lleva el nombre de línea de la misericordia.
Las sefirot de jesed, gevura, tiferet y netzaj, hod, iesod
Como mencionamos anteriormente, lo que caracteriza a la sefira de jojma es su
tendencia a expandirse y a influir en los demás de forma ilimitada. Frente a esto, lo
que caracteriza a la sefira de bina es su tendencia a restringir y limitar. La sefira de daat, situada entre ambas, se caracteriza por su tendencia a resolver y a integrar y conciliar entre ambas.
Las sefirot de la línea derecha se desprenden de la sefira de jojma y llevan sus
características.
Rabí Lejel Bar Lev
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