miércoles, 20 de septiembre de 2017

Modulo Nº 2- Kabbaláh Inicial




Los Mojín: Una Perspectiva Kabalista
Tanto en la Biblia como en los escritos Talmúdicos y Kabalistas encontramos referencias a Jojmá (Sabiduría), a Biná (o Tevuná, Comprensión y Lógica) y a Daat (Conocimiento). Estos tres forman la “Cabeza” del “Arbol Sefirótico de la Vida” y son llamados en general los mojin (poderes intelectuales).

Las siete Sefirot inferiores corresponden al “Cuerpo” y son llamadas midot (atributos del carácter) a través de los cuales se manifiestan los mojin. (un diagrama en el Apéndice C ayudará a visualizar la estructura del Arbol Sefirótico de la Vida).
Al meditar sobre las Sefirot es aconsejable alternar entre visualizarlas como un sistema único y unificado, y considerarlas a la vez como poderes individuales o grupos de poderes. Como sistema unificado, las Sefirot representan etapas de desarrollo a partir de un impulso inicial o voluntad (Keter) hacia un acto final de realización de esa voluntad (Maljut). Keter puede ser visto como Causa y Maljut como el Efecto. Todas las otras Sefirot — todo lo que sucede en el camino — son etapas en el proceso de llevar el primer impulso hacia su realización final.
El “Arbol Sefirótico de la Vida” se representa tradicionalmente en tres columnas: derecha, izquierda y centro (como se mencionó más arriba, Capítulo 3).
A la derecha, correspondientes al cerebro derecho, el brazo derecho y la pierna derecha respectivamente, se encuentran Jojmá, Jesed y Netzaj. A la izquierda, correspondientes al cerebro izquierdo, el brazo izquierdo y la pierna izquierda, están Biná, Guevurá y Hod. En el centro, correspondientes al bulbo raquídeo, la espina dorsal y los órganos sexuales están Keter, Tiferet, Iesod y Maljut. (Como veremos la cuasi-Sefirá de Daat se incluye entre las Sefirot cuando Keter no está presente y viceversa).
En la Kabalá, la “Derecha” representa el concepto de la irrestricta e incondicional Misericordia, Amor e Iluminación. La “Izquierda” representa el concepto de restricción y de un dar condicionado (dependiendo del recipiente y de su capacidad para recibir). El “Centro” representa el equilibrio sinergético óptimo de las dos polaridades. Como hemos visto más arriba (Capítulo 3), el concepto de derecha, izquierda y centro está aludido en la Introducción al Tikuney Zohar (p.17a), llamado Petijat Eliahtí (El Discurso de Elías), que aparece en muchos Sidurim:
Estas Diez Sefirot se ordenan de acuerdo a tres columnas. La columna de la derecha es “larga” [porque representa el amor y la bondad]. La columna de la izquierda es “corta” [porque representa el juicio y el poder de restricción]. La columna del centro o cuerpo se dice que es “intermedia” [porque representa la misericordia, la armonía perfecta entre el amor y la restricción]. [De esta manera las Diez Sefirot sirven como conductos a través de los cuales Dios regula Su interacción con los seres humanos de acuerdo con sus acciones]. Por, sobre todo, sólo está Él Quien las dirige, pero a Él ningún poder lo dirige — ni por encima ni por debajo, ni de ningún lado.
Otra manera de visualizar las Sefirot es en grupo de tríadas. Keter, Jojmá, y Biná forman la tríada superior; Jesed, Guevurá y Tiferet forman la segunda tríada, la del medio; Netzaj, Hod y Iesod forman la tercera tríada, la inferior. Cada tríada comprende un equilibrio completo entre la derecha, la izquierda y el centro, y cada una expresa una acción completa. La tríada superior representa la entrega más grande de Misericordia, con independencia de cuánto uno se lo merezca. La tríada del centro y la tríada inferior reflejan, progresivamente, consideraciones con respecto a nuestro mérito, al punto en el cual Dios puede retener Su Misericordia si no somos dignos de ella.
Por supuesto que retener es también una expresión de amor. Este principio puede compararse a la relación entre padres e hijos. Un padre cariñoso no va a ceder ante todos los caprichos de su hijo. El verdadero amor implica determinar límites que le enseñen al niño que aquello que hace tiene consecuencias. Sin límites precisos, el niño no puede ser responsable por sus acciones; sin responsabilidad, nunca llegará a madurar completamente. Dios es el Padre. Todo lo que Él desea es entregarnos Su bondad. Pero Él se restringe para nuestro bien, hasta que “hayamos crecido”. Es a esto y a mucho más que aluden las diferentes combinaciones y configuraciones inherentes al “Arbol Sefirótico de la Vida “.
La palabra Keter significa “corona”. Así como la corona descansa encima de la cabeza, Keter se encuentra por sobre todas las otras Sefirot. Es así que Keter es llamado en el Zohar “gulgota” (cráneo). También corresponde a la luz espiritual o aura, que rodea nuestros cuerpos y nos conecta con la raíz de nuestras almas en la dimensión espiritual. Keter es la palabra para designar la Voluntad de Dios, la razón última y causa por la cual Él creó todo lo que existe, y es también el propósito final y objetivo hacia el cual tiende toda la creación. El único propósito de este mundo es que el hombre persiga una vida espiritual, que busque la Divinidad. Al ascender por la escala espiritual, nos acercamos cada vez más a la Voluntad última de Dios (Likutey Moharán I, 24).
Es por esto precisamente que Keter está asociado con el nivel más básico y poderoso de nuestra libertad de elección. En el nivel de Keter, no estamos compelidos por nada, ni por una predisposición interna ni por circunstancias externas; nuestras decisiones son completamente independientes de cualquier otra consideración. Esto se debe a que nuestro “poder de voluntad” emana de nuestra esencia, de esa parte en nosotros que se asemeja a Dios. Cuando nos conectamos con este profundo nivel de voluntad interna, podemos mover montañas y tener la capacidad de avanzar hacia los niveles espirituales más altos. Así enseña el Rebe Najmán:
¿Quién puede decir, “Yo sirvo verdaderamente al Santo, ¿bendito sea”? Él es tan grande y tan tremendo que ni siquiera los ángeles pueden comprenderlo. Si es así, ¿de qué valen nuestras devociones? La respuesta es que uno debe desear servir al Santo, Bendito Sea. Este deseo, esta voluntad, es tan poderoso que define el propósito mismo de la creación: que el ser humano deba querer servir al Santo, Bendito Sea (Sabiduría y Enseñanzas del Rabí Najmán de Breslov #51).
Agrega el Rabí Natán: “Aunque uno no pueda cumplir con una mitzvá, aunque se le retire la capacidad para cumplir con esa buena acción, nadie puede controlar su mente; nadie puede quitarle su voluntad. Aquél que se sirve de la energía de su propia voluntad llega a incluirse en la ‘Voluntad de las Voluntades’, el nivel más elevado, Keter” (Likutey Halajot, Birkot HaSIzajar 5:28).

La Creación: El Centro Nervioso
Hashem  fundó la tierra con Jojmá; Él estableció los cielos con Biná; y con Daat dividió las profundidades.
Proverbios 3: 1 9-20
En la historia de la Creación (Génesis I) encontramos el Nombre Divino Elohim mencionado treinta y dos veces. Esto es paralelo a los Treinta y Dos Senderos de Sabiduría con los cuales Dios creó el mundo (Sefer letzirá 1:1). Si buscásemos un paralelo en el cuerpo humano, estos Treinta y Dos Senderos de Sabiduría corresponderían al sistema nervioso. Hay treinta y un pares de nervios espinales que unen la médula espinal con los músculos, con el sistema sensorial y con otras partes del cuerpo. El sendero número treinta y dos corresponde a todo el complejo de nervios craneales, el nivel más elevado de los treinta y dos senderos.

PENSAMIENTO E IMAGINACION

Keter, la voluntad primera, es llamado Ein (la Nada), pues trasciende el nivel del pensamiento que comienza en Jojmá. Jojmá, por otro lado, es reshit, el comienzo, la capacidad de crear. Como tal, es la interfase entre la nada y la creación. Así enseña el Rebe Najmán (Likutey Moharán II, 53), “El pensamiento es extremadamente valioso. Uno puede de hecho crear cosas con la mente”.
Vigila cuidadosamente tus pensamientos, pues el pensamiento puede crear, literalmente, algo vivo. Cuanto más elevada sea una facultad, más lejos puede llegar. Es posible arrojar algo lejos pateándolo, pero. llegará más alto si utilizas tu mano. Más lejos aún llegarás con tu voz, llamando a alguien que está muy lejos. El oído llega más lejos aún, pues puedes escuchar sonidos como el de un disparo desde una distancia muy grande. Tu vista llega más lejos aún, percibiendo lo que hay en el cielo. Lo más elevado de todo es la mente, que es capaz de penetrar las alturas más excelsas. Debes por lo tanto cuidar tu mente por sobre todas las cosas (Sabiduría y Enseñanzas del Rabí Najmán de Breslov #46).

El Amalek Interior
Los pensamientos del hombre son rak ra kol haiom [malos todo el día].
Génesis 6:5
Sabiendo que el pensamiento puede alcanzar las alturas más elevadas, debemos comprender que los pensamientos nunca son meros pensamientos. Nunca debemos permitirnos abrigar la noción de que no importa qué es lo que pensemos. Los buenos pensamientos son extremadamente beneficiosos tanto para aquél que los piensa como para el mundo en general, mientras que los malos pensamientos son muy destructivos.
Enseña el Rebe Najmán: En los antiguos anfiteatros, los monarcas solían disponer de luchas entre animales salvajes y sus presas. El mismo tipo de batalla se libra hoy en día en la mente de la persona: batallas entre los buenos pensamientos y los malos pensamientos. Cuando los buenos pensamientos emergen victoriosos de esta batalla, ello produce un gran placer Arriba (Likutey Moharán I, 233).
El Rebe Najmán explica también un pasaje relacionado tomado del Zohar (III, 123a): “Todos los días tienen un bien oculto. Pero acompañando a cada día hay un ángel que impide que la gente [que no es digna de ello] comparta ese bien. Este ángel puede tomar muchas formas — oscuridad, espinas, serpientes, escorpiones — los cuales actúan como guardianes para proteger el bien de ese día e impedir que alguien indigno se beneficie de ello. De hecho, si no fuese por estos guardianes, los malvados podrían entrar libremente a los misterios de la Toráh [y compartir el bien oculto de ese día]. Es por esta razón que cuando alguien que no es digno intenta entrar a los misterios de la Toráh, es rodeado inmediatamente por tropas de ángeles destructores. que se manifiestan como oscuridad, ocultamiento, confusión, etcétera, impidiéndole pasar. Sin embargo, cuando el que es digno desea entrar, estos guardias lo ayudan… Ellos lo llevan hacia el bien oculto y hablan a su favor ante al Señor del Universo…”.
Las “serpientes y escorpiones” son los pensamientos que confunden a la persona cuando desea aprender los misterios de la Toráh. Pero si persiste en su deseo de encontrar a Dios, estos mismos pensamientos la ayudarán; y entonces hallará un enorme bien cada día… Pues la persona tiene la capacidad de inclinar sus pensamientos hacia la dirección que desee. Incluso cuando sus pensamientos se desvían, aun así, tiene el poder de refrenarlos y hacerlos volver hacia el sendero correcto (Likutey Moharán I, 84:1; ibid. II, 50).
Enseña el Rebe Najmán que los pensamientos dañinos que acosan a la gente sirven para recordar la constante batalla con Amalek, el archienemigo de la nación judía. Este es el significado del versículo citado más arriba, “Los pensamientos del hombre son raK rA koL haioM [malos todo el día]”. En hebreo, las letras finales de estas palabras forman la palabra AMaLeK. Los pensamientos malos y lascivos representan al Amalek interior (Likutey Halajot, Minja 7:19).
Amalek alude también a las dudas y a la confusión. Esto puede verse en el valor de la palabra Safek (duda), que es 240, el mismo valor de la palabra Amalek. Igual que Amalek, las dudas atacan a la persona de manera furtiva. Incluso antes que podamos darnos cuenta que estamos bajo asedio, nos vemos dominados por emociones y pensamientos conflictivos. Es por lo tanto un mandamiento Bíblico el recordar a Amalek, es decir, ser conscientes de él y de su comportamiento furtivo y presentarle una constante batalla (ver Ester: Un comentario de Breslov sobre la Meguilá Apéndice A).
El Poder del Pensamiento

Enseña el Rebe Najmán:
  • La persona está allí donde está su pensamiento (Likutey Moharán I, 21:12).
  • El pensamiento tiene un poder increíble. La clave reside en concentrar toda la energía en el logro de algo. Esto se aplica incluso cuando uno se concentra en algo mundano. La única condición es que la concentración sea absoluta, al punto de estar preparado a dar la vida en aras del objetivo (Likutey Moharán I, 192).
  • La melancolía y la depresión impiden la concentración del pensamiento. Con alegría, podrás dirigir tu mente de la manera adecuada (Likutey Moharán II, 10:2).
  • Robar hace que la persona tenga pensamientos ilícitos. Incluso envidiar los bienes del prójimo es una falta grave. Dado que el poder de la mente es tan fuerte, incluso pensar con envidia en los bienes de otro es considerado una forma de robo (Likutey Moharán I, 69:6).
  • El Pensamiento se encuentra en un nivel muy elevado, que trasciende el de la palabra. Si deseas ascender al nivel del Pensamiento, deberás mantenerte en silencio: pues incluso una palabra buena y valiosa puede hacer que pierdas el nivel del Pensamiento (Likutey Moharán I, 234:2).
  • Los pensamientos se encuentran verdaderamente entre las maravillas del Santo, Bendito Sea. Los pensamientos existen en la mente agrupados como paquetes [de información], uno encima del otro. Cuando la persona necesita una información, la recuerda “extrayéndola” de su lugar en la mente. Esto es en sí mismo una gran maravilla, pues ¿dónde estaba este pensamiento hasta ese momento? Existen muchas asociaciones y símbolos, todos ubicados dentro de estos paquetes en la mente. Uno recuerda algo porque encuentra alguna idea que estimula las asociaciones y los símbolos identificados con un pensamiento en particular. Este pensamiento es extraído entonces de los “paquetes” agrupados en la mente. Cuando se extrae un pensamiento en particular, todos los otros pensamientos se reagrupan en un esquema diferente [como sucede con los paquetes físicos, donde el quitar uno de la pila hace que todo el orden se modifique] (Sabidurías Enseñanzas del Rabí Najmán de Breslov #25).
  • Los pensamientos malos son comparados con el jametz [el pan leudado, que se expande al fermentar]. Uno debe tener cuidado de que estos pensamientos no “expandan” su influencia sobre la mente. Cuando estos pensamientos se “expanden,” “llenan” toda la mente, sin dejar lugar para que entre el temor al Cielo. Aquél que tiene la mente dañada con pensamientos extraños será atraído siempre hacia la controversia [que ocupa su mente y lo aleja así de la espiritualidad] (Likutey Moharán I, 5:4).
  • El estudio de la Toráh de noche es bueno para proteger los pensamientos (Likutey Moharán I, 3:1).
  • Uno debe cuidarse constantemente de todo pensamiento inmoral. Tales pensamientos pueden arrastrar a la persona lejos del Santo, Bendito Sea, Fuente de toda vida (Likutey Moharán II, 114).
  • Los malos pensamientos a veces parecen abrumar a la persona. Es posible que trate de superarlos luchando contra ellos de modo directo sacudiendo la cabeza, enfrentando el tema, etcétera. Sin embargo, esto realmente no ayuda, pues los pensamientos parecen crecer y fortalecerse en proporción directa a la fuerza con que uno los enfrenta. Es mucho mejor dirigir la mente hacia otro lado. Concentrarse en otro tema ayuda a superar los malos pensamientos (Likutey Moharán I, 72:4).

Un Pensamiento de Humildad
La mejor manera de alcanzar la sabiduría es adquirir el rasgo de humildad. Dice el versículo (Job 28:12), “Jojmá proviene de Ein [la nada]”. Como hemos visto, Ein corresponde a Keter, y Jojmá proviene de Keter. Dado que Ein hace referencia a la nada, aquél que adquiere el atributo de la humildad (es decir, la negación de sí mismo) puede alcanzar verdadera Jojmá.
Sin embargo, la persona que separa su sabiduría de la humildad, se separa de Keter, la fuente de la verdadera sabiduría. Su sabiduría se vuelve suya propia, pero es una sabiduría fallida, tanto en el pensamiento como en la capacidad creadora que sigue al pensamiento. Esta persona ya no acepta sus propias fallas y, como enseña el Rebe Najmán (Likutey Moharán II, 12:1), “Aquél que se apoya sólo en su propia mente puede equivocarse seriamente y llegar a un terrible mal”. Así dice el Rebe (Likutey Multarán I, I0:4), “El intelecto le advierte constantemente al individuo que no sea orgulloso”.
Más bien uno debe comprender que “el principal servicio al Santo, Bendito Sea, es la total simpleza, sin ninguna clase de sofisticación” (Likutey Moharán II, 19:1). Dejando de lado la sofisticación y el orgullo, uno puede llegar a ser “completo” y servir a Dios con total simpleza. Hoy en día, en una era en que los cultos, y en especial los cultos “religiosos”, se encuentran muy difundidos, puede haber algunos que pongan en duda la afirmación del Rebe Najmán, “Aquél que sólo se apoya en su propia mente puede equivocarse seriamente y llegar a un terrible mal”. A los miembros de estos cultos se les enseña que el pensamiento independiente es algo peligroso y son llevados a dejar de pensar. Sin embargo, la diferencia entre esa vacía falta de pensar y el proceso de pensamiento guiado por Jojmá es que Jojmá es una expresión de Koaj Ma, “el poder de “¿qué?'” — lo que indica el poder de maravillarse y preguntar. Una y otra vez, en sus conversaciones y lecciones, el Rebe Najmán animaba a sus discípulos a que preguntasen y exhortaba a sus seguidores a que utilizasen sus facultades mentales en todo su potencial. La advertencia del Rebe sobre los peligros de basarse en el propio intelecto se refiere a un intelecto carente de Toráh. Ello estaba dirigido a los líderes del Iluminismo de esos días. Éstos eran hombres instruidos que habían dejado de lado la observancia de la Toráh, siguiendo los dictados de sus mentes y no los de nuestros Sabios. El resultado fue Karet (separación) de Keter, una completa alienación del judaísmo y asimilación con su entorno material. Puede decirse que al emplear su propia Jojmá, se desconectaron de Keter, perdiendo así la salvaguarda que los hubiera protegido y mantenido dentro del ámbito de la espiritualidad.

Imaginación o Ilusión
Como veremos, Daat corresponde al Santuario y al Santo Templo (Capítulo 19). Construir el santuario interior de la mente no es cosa fácil. Para construir una estructura física se necesita primero diseñar los planos y aprobarlos; se debe contratar obreros para la tarea y acopiar los materiales de construcción. Incluso cuando todo parece estar listo, es posible que surjan muchos obstáculos, generando toda clase de retrasos. De la misma manera, al dedicarse a la construcción de la mente, se necesitan planos, trabajadores y materiales, se debe tratar con los obstáculos que inevitablemente han de surgir.
Al darnos la Toráh, Dios, en Su bondad nos dio todos los planos necesarios para desarrollamos espiritualmente. La Toráh contiene un conjunto general de reglas que tienen la capacidad de abrir el corazón y la mente hacia ámbitos que se encuentran mucho más allá del mundo material. Hasta la persona más simple puede experimentar la espiritualidad, la alegría del Shabat y de las Festividades, las profundas sentidas plegarias que liberan las emociones, la duradera satisfacción de la caridad, de la ayuda a los demás, etcétera. Esto es posible porque la estructura de la Toráh es un paralelo de la forma humana. En este mundo el hombre, no importa cuál sea su situación, siempre puede conectarse con la Toráh — y por tanto con Dios (ver Capítulos 1-2).
Los “obreros y materiales” corresponden a los sentidos, a los miembros y a los órganos del cuerpo. Los obstáculos y las barreras también son partes del sistema. Pero la mayor oposición que encontramos al tratar de construir nuestro propio santuario interior se encuentra en la mente misma. Como enseña el Rebe Najmán (Likutey Moharán II, 46:2), “los más grandes obstáculos que uno debe enfrentar son los de la mente”. Esto se refiere a los poderes de la imaginación y de la ilusión.

“Dios formó a Adán a partir del polvo de la adamá [tierra]”. Adam fue llamado así debido a que fue formado a partir de la AdaMá.
Génesis 2:7; Bereshit Rabah I7:4
Enseña el Rebe Najmán: La persona debe elevarse por sobre su imaginación para alcanzar el intelecto. Nadie puede entrar por las puertas de la santidad mientras no haya aprendido a dominar sus ilusiones (Likutey Moharán I, 25:1,4). La imaginación: un increíble “combustible” para el pensamiento. La imaginación estimula la mente hacia la búsqueda de lo desconocido, para ir detrás de nuevas ideas, de nuevas invenciones y de nuevas percepciones. Esta permite que el intelecto sobrepase sus límites actuales. Pero también facilita que la mente se extravíe en áreas prohibidas. Hemos visto que el hombre es único en su intelecto y que además recibió las herramientas necesarias para usarlo sabiamente. Hemos visto también que el hombre recibió la libertad para elegir entre usar o abusar de su intelecto. Como nos enseña la narrativa bíblica, Adán fue formado de la adamá (tierra). La palabra hebrea aDaMá es similar a la palabra meDaMé, que significa “imaginación”. El hombre no sólo fue formado de la adamá sino también de su poder de medamé (imaginación). Si el hombre elige abusar de su intelecto, su imaginación lo ayudará en esta senda, obstaculizando el verdadero intelecto. Sin embargo, si verdaderamente desea cumplir con la Voluntad de Dios, la imaginación le será necesaria, pues es sólo mediante la imaginación que podrá comenzar a percibir la espiritualidad. Esto puede apreciarse en el uso que hace la Escritura del vocablo meDaMé, como en el versículo (Isaías 14:14), “EdaMé L'Elion — me asemejaré a lo Superior”.
Esta era la intención del Rebe Najmán tras su afirmación de que es necesario someter la imaginación al poder del intelecto. La imaginación es una fuerza poderosa. Es la fuente de la capacidad creadora del hombre y si se utiliza de la manera apropiada puede elevarlo hacia las alturas más nobles, pero si no es guiada por el verdadero intelecto puede también llevarlo por la senda equivocada.

Imaginación: El Puente entre lo Físico y lo Espiritual
Escribe el Rabí Natán: La imaginación actúa como un intermediario. Ella sirve como puente entre lo físico y lo espiritual, entre el cuerpo y el alma. La capacidad para visualizar algo en la mente proviene del poder de la imaginación. Aquello que visualizamos puede de hecho ser un objeto físico, pero la visualización de ese objeto en la mente es de hecho una experiencia “espiritual”. La imaginación puede así ser pensada como el punto más elevado del ámbito físico y el punto más bajo del ámbito espiritual. Ella es el puente entre lo material y lo etéreo. El poder del intelecto se extiende mucho más allá de las limitaciones de lo físico. Aquél que posee un intelecto puro está muy lejos del pecado e incluso del error. Sin embargo, desde el pecado de Adán, el cuerpo físico se ha vuelto tan opaco que difícilmente podemos “imaginar” estar completamente libres de la imperfección. Lo que necesitamos es alguna clase de puente para ubicar la interacción del intelecto con lo material, de modo que sea posible dominar los deseos físicos. Aquí yace el poder de la imaginación: une las fuerzas del cuerpo y del alma. Si la persona utiliza su imaginación de modo sabio, podrá verdaderamente elevarse desde el nivel físico al nivel de lo espiritual. Es por esta razón que el hombre fue llamado AdaM, pues está formado de AdaMéh, del polvo, de lo físico. Pero mediante el uso de su imaginación el hombre puede ascender por sobre el mundo material y alcanzar un nivel de profecía. La palabra hebrea para decir “yo imaginaré” es AdaMéh. En este sentido, podemos comprender el significado del versículo (Osea 12:11), “AdaMéh [yo seré imaginado] a través de los profetas” (Likutey Halajot, Birkat HaReaj 4:14; 16).
Aquél que se encuentra hundido en lo material sólo puede relacionarse con lo espiritual mediante la conjetura; todo ello es abstracto para él. Sin embargo, si utiliza su imaginación para buscar espiritualidad, podrá ascender hacia niveles muy altos de Divinidad.

Angélico o Demoníaco
Enseña el Rebe Najmán (Likutey Moharán II, 8:7), “La fe sólo existe en nuestra imaginación. Allí donde la mente es capaz de comprender no actúa la fe”. Dado que la fe es requerida allí donde falta la comprensión, la fe fortalece al hombre, estimulándolo a buscar aquello que se encuentra por el momento más allá de su comprensión y manteniéndolo centrado en lo espiritual. Así, la imaginación puede ser el catalizador para alcanzar la espiritualidad.
Por otro lado, enseña el Talmud (Sotà 2a), “El hombre no transgrede a no ser que lo posea un espíritu de locura”. Si la persona baja la guardia, pensando que el pecado no la dañará, comete un gran error. Con esa actitud caerá desde el intelecto hacia la locura, dañando su mente en el camino. Su imaginación, allí donde se enraíza su fe. también será dañada, manifestándose en pensamientos ilusorios. Por eso enseña el Rebe Najmán (Likutey Moharán I, 54:7), “Dañar el intelecto aumenta el poder de la ilusión”. Al sucumbir al poder negativo de la ilusión, la persona pierde algo de su Divinidad y desciende desde el nivel humano al nivel animal; aunque los animales poseen algo de intelecto, les falta un conocimiento claro y distinto. Aquél cuyos pensamientos han degenerado hacia este nivel, necesariamente desciende de la espiritualidad (ver Likutey Moharán I, 54:5). El Rebe Najmán compara este tipo de intelecto ilusorio y dañado con los demonios. Enseñan nuestros Sabios que “los demonios fueron creados en la tarde del primer viernes, justo antes de la puesta del sol. Al ponerse el sol, sólo sus espíritus fueron creados, pues no había tiempo para hacerles cuerpos. Debido a esto, los demonios tienen espíritu, pero no poseen un cuerpo físico” (Zohar I, 47b). Por ende, los demonios buscan constantemente el cuerpo de alguien para poder habitar. La imaginación puede compararse a un espíritu sin cuerpo — a un espíritu o pensamiento “desencarnado”. Así, cuando la persona actúa con demasiada prisa sobre la base de sus pensamientos u objetivos imaginados sin ejercer restricción (Keter), esto es similar a entregarle un cuerpo — el suyo propio — a un demonio, cayendo fácilmente en un comportamiento “demoníaco”. En este estado, uno es vulnerable a las fuerzas del mal y nunca puede estar seguro de dónde acabará. Por eso enseña el Rebe Najmán que nadie puede entrar por las puertas de la santidad hasta no haber subyugado los poderes ilusorios. El Rebe enfatizó además que el aspecto negativo de la imaginación — el “demonio” en cada persona — es mucho más poderoso en la persona orientada hacia la espiritualidad. El “demonio” de la ilusión que busca un cuerpo en el cual habitar buscará con preferencia uno que estudie la Toráh y más específicamente uno bien versado en la Halajá (los Códigos de la Ley judía).
Esto se debe a la necesidad de mantener el equilibrio del bien y del mal en el mundo. El estudio y la adhesión meticulosa a la Halajá ayudan a definir claramente el sendero espiritual de la persona, dándole forma y estructura a su vida. De esta manera el conocimiento es un conocimiento claro — la persona sabe lo que está permitido y que está prohibido. Sin ninguna fuerza que contrarreste este conocimiento le sería muy fácil elegir el sendero correcto; pues es muy claro el camino que debe seguir. Por ello y, para mantener la libertad de elección, el poder de la ilusión busca anular este conocimiento claro y decisivo (Likutey Moharán I, 54:6).
Esto se ve en la enseñanza del Rebe Najmán donde muestra cómo, cuando uno comienza a alcanzar un intelecto claro, estos –“demonios” que surgen de la propia imaginación se vuelven más fuertes aún. Siempre existen niveles superiores de intelecto que seden alcanzarse y nunca debemos pensar que dado que hemos sado a través de ciertas puertas de santidad ya hemos anulado talmente nuestras ilusiones. En esta vida, el equilibrio entre el bien el mal se mantiene en todos los niveles, asegurando así la libertad de elección en cada etapa del camino. Así, en cada nivel se encuentran obstáculos e ilusiones. Es necesario confrontar constantemente estos obstáculos y superarlos (Likutey Moharán I, 25:3).
El Rebe Najmán enseñó también que originar ideas de Toráh sirve de rectificación para los pensamientos impropios. Esto se debe a que la persona debe trabajar desarrollando su imaginación hasta ser capaz de formar un “cuerpo” para estas nuevas ideas. Virtualmente todos los pensamientos humanos son productos de la imaginación, y originar conceptos de Toráh requiere ciertamente de imaginación. Pero aun así uno debe siempre examinar la relación entre el conocimiento que uno ya posee y las ideas nuevas que está originando, para cerciorarse de que estas nuevas ideas se encuentran en línea con un aspecto válido de la Toráh. Esto sirve para rectificar los pensamientos impropios y la imaginación dañada (Likutey Moharán I, 105:1,3). Sin embargo y como veremos, basar las enseñanzas originales en ideas distantes de la Toráh sólo aumenta el poder de la ilusión.

Las Cámaras de Intercambios
La mujer vio que el árbol era bueno para comer y deseable a los ojos… Ella tomó de su fruto y comió de él. Ella también le dio a su esposo y él comió.
Génesis 3:6
Cuando la Serpiente se acercó a Eva para incitarla a comer del Arbol del Conocimiento, le dijo, “Ustedes serán como Dios. conociendo el bien y el mal,” e inmediatamente, “ella vio que el árbol era bueno para comer y deseable a los ojos… Ella tomó de su fruto y comió de él. Ella también le dio a su esposo y él comió”. El Rabí Natán escribe que su error fue tratar de llegar más allá de los límites de su Keter, de su barrera superior. Ellos pensaron que de esta manera podrían llegar a ser como Dios. En lugar de ello. descendieron hacia las Cámaras de Intercambios, donde el bien se vuelve mal y el mal, bien.
Estas Cámaras de Intercambios son, de hecho, la imaginación dañada, donde uno piensa que conoce o comprende, pero de hecho no es así. El versículo dice (Isaías 5:20), “¡Ay de aquéllos que llaman al mal bien y al bien mal! Ellos cambian la oscuridad por la luz y la luz por la oscuridad; ellos cambian lo amargo por lo dulce y lo dulce por lo amargo”. Toda la amargura de la vida, incluyendo el odio y la ira, la tristeza y los celos, la lucha, la conquista, la búsqueda de honor, todo proviene de la imaginación (Likutey Halajot, Hoda ‘a 6:46-50).
Cierta vez dijo el Rebe Najmán: El Talmud afirma que la Inclinación al Mal tiene siete nombres: el malo, el incircunciso, el impuro, el enemigo, el obstáculo donde se tropieza, la piedra y el solapado (Suká 52a). En nuestros días, el malo debería tener un nombre adicional: el poder de la ilusión (Likutey Moharán I, 25:8).


                                   Extracto de Anatomia del Alma (Rebe Najmán  de Breslov)

                
                      Lekabel Toráh

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