Existe una correspondencia estricta entre los doce meses del año lunar y las 12 constelaciones del zodiaco. Mas aun, los sabios agregan que el paralelismo alcanza a las 12 tribus de Israel, a las 12 letras simples del abecedario hebreo y a las 12 fuerzas o poderes del alma. En resumen, cada mes tiene una energia propia que se transmite al mundo, y dicha energia resulta favorable para trabajar ciertos aspectos de la vida, tanto en el plano individual como colectivo.
Doce Letras Simples: Relacionadas con las Constelaciones del Zodíaco. Doce Letras Simples: Relacionadas con las Constelaciones del Zodíaco. He, Vau, Zain, Chet, Teth, Iod, Lamed, Nun, Samech, Ayin, Tzade, Qof.
Como cuenta el relato biblico, dos luminarias principales fueron creadas durante el cuarto dia: el sol y la luna. De acuerdo con los sabios misticos, el sol representa los procesos estables y ciclicos de la creación. A traves del sol se determina el año, el cual alude al tiempo que vuelve y se repite en estaciones fijadas desde el primer día del mundo: primavera, verano, otoño e invierno.
Lo mismo sucede con la fijación del día y la noche. También el nombre en hebreo shana (año) comparte raíz con la palabra hebrea sheni (dos), cuyo significado simboliza la repetición del numero uno. La luna por su parte, sirve para determinar los meses.
La palabra hebrea jodesh (mes) comparte raíz con la palabra jidush(renovación). También la luna respeta un ciclo, aunque, y de acuerdo con la perspectiva del hombre, de permanente cambio y transformación: nace, crece, declina, desaparece, para luego volver a renovarse. De acuerdo con el calendario hebreo, los años carecen de nombre. Es decir, carecen de esencia propia y particular. No tienen una personalidad definida. Es un tiempo hueco, una invitación en blanco. Representan nada más que una continuidad temporal: no hay nada nuevo bajo el sol.
Los meses por el contrario, representan unidades de cambio y renovación, por tanto aluden a estructuras temporales diferenciadas. Por esta razón llevan nombres particulares. -Doce estaciones, cinco puertas.
El tren, en su recorrido a través del ciclo del año, atraviesa y se detiene en doce estaciones: los meses.
Doce personalidades, doce nombres, doce esencias.
La Sabiduría del Sinai, principalmente en textos antiquisimos adjudicados al mismo profeta Abraham, descubre y señala puertas de entrada a la esencia particular de cada mes:
1- Las doce letras simples del abecedario hebreo
2- Las doce tribus de Israel
3- Las doce fuerzas o poderes del alma
4- Los acontecimientos históricos
5- El lenguaje esencial de los sabios. Israel y el poder de la luna nueva (Rosh Jodesh) Las naciones del mundo se comparan al sol, en tanto que el pueblo de Israel se asemeja a la luna. Pese a que Israel es la nación más débil y numéricamente mas pequeña, está destinada a inmensa gloria luego de que el dominio del mal sea erradicado por Hashem de la faz de la tierra.
El Midrash (Bereshit Rabá 6) señala: Corresponde que los grandes [pueblos] lleven la cuenta según lo grande [el sol], y los pequeños [Israel] lo hagan según lo pequeño [la luna]. Esav se guía por el sol que es prominente; así como el sol gobierna durante el día y no durante la noche, del mismo modo Esav tiene una porción en este mundo pero no en el Mundo Venidero. Iaacov (Israel) se basa en la luna que es pequeña; así como la luna gobierna en el día y en la noche, del mismo modo Israel tiene una porción en este mundo y en el Mundo Venidero. Siempre que la luz del más grande brilla en el mundo, la del más pequeño no se destaca.
Pero cuando la luz del más grande se oculta, la del más pequeño gana prominencia. De igual modo, mientras la luz de Esav brilla, la luz de Iaacov no se apaga. Pero cuando la luz de Esav se oculta, la luz de Iaacov se difunde. A ello alude el versículo (Isaías 60:1-2) “Levántate, resplandece, porque ha venido tu luz y la gloria de D-os brilla sobre ti. Pues he aquí que tinieblas cubren la tierra…”. Puesto que Rosh Jodesh constituye la base de la que dependen todas las Festividades que distinguen la santidad de Israel de la vida de cualquier otro pueblo, la mitzvá de consagrar el nuevo mes (Kidush hajódesh) le fue entregada antes que las demás.
Mientras que el pueblo de Israel todavía se encontraba en Egipto, antes de que se le encomendaran otras mitzvot, se le entregó precepto de fijar los meses. El versículo (Exodo 12:12) expresa: Y habló Elohim a Moshé y a Aharón en la tierra de Egipto, diciendo: este mes será para vosotros el primero de los meses (Nisán-Aries), primero es él para los meses del año. La consagración del nuevo mes fue el primer acto de santidad entregado a Israel mientras aún permanecía en Egipto…incluso cuando el pueblo judío está en exilio, esta santidad jamás lo abandona. ..La luna comienza a iluminar el primer día del mes (luna nueva), y su luz se va haciendo cada vez más intensa hasta el día quince, cuando se completa su disco (luna llena).
Desde el día quince en adelante, la luz comienza a menguar, y el treinta ya no es visible. Esta capacidad de renovación es exclusiva del pueblo de Israel y ella lo distingue de todas las demás naciones. Por este motivo les fue concedido el mes lunar, que representa la renovación constante: para que lo bendigan, siempre se guíen por él, y sean bendecidos con esta cualidad. Aunque su luz parezca totalmente ausente, Israel ha sido bendecido con la capacidad perpetua de renovación.
En esta característica única radica el secreto de la existencia y la eternidad del pueblo judío. “Este mes será para vosotros”: esta renovación es vuestra fuerza y vuestra gloria por siempre. ¿Por qué este año tiene Adar Bet? Selección extraída del libro ” El calendario cabalístico” de Ben Itzjak El calendario judío reúne características especiales, ya que ni se guía completamente por el sol, ni tampoco se rige exclusivamente por el sistema lunar… Intentemos aclarar sus puntos distintivos. Un mes es el período comprendido entre la aparición de la luna nueva hasta la próxima. Ya que la luna tarda alrededor de 29 días y medio en circundar la Tierra, la luna nueva a veces aparece en la noche siguiente al vigésimo noveno día del mes y a veces no aparece sino hasta la noche siguiente, la del trigésimo día.
Con la aparición del la luna nueva comienza el nuevo mes. El día siguiente a la aparición de la luna nueva es el primer día del nuevo mes. Cuando la luna nueva aparece después de 29 días, el mes anterior tiene solamente 29 días, y cuando aparece después de 30 días, el mes anterior cuenta con 30 días.
Cuando decimos que el largo promedio del mes es 29 días y medio, no significa que realmente haya un mes de 29 días y medio. Un mes no puede contener medio día. Cada día debe pertenecer a un mes o a otro. Tan solo significa que aproximadamente la mitad de los meses tienen 29 días y la otra mitad 30, razón por la cual la duración promedio es 29 días y medio.
Un año es el período de un ciclo completo del sol a través de los planetas. El año termina cuando el sol retorna al punto en el que estuvo al comenzar el año en el circulo de los planetas. Eso toma alrededor de 365 días y un cuarto. Hay cuatro días especiales en cada año: el día más largo, el día más corto, y los dos días en los cuales el día y la noche son iguales. El año es un poco mas largo que doce meses. Ya que la duración promedio de un mes es alrededor de 29 días y medio, doce meses son aproximadamente 354 días. Es decir, como once días menos que un año.
Ahora bien si solamente hubiera doce meses en cada año, los meses se retrasarían con respecto a las estaciones. Los meses de verano como tamuz, comenzarían en la primavera, y los meses de la primavera como nisán, comenzarían en el invierno. Después de tres años, los meses estarían atrasados alrededor de 33 días, lo cual es más que un mes entero. En veinte años los meses estarían 220 días atrasados, lo cual es más de medio año.
Como consecuencia de esto, la festividad de Pesaj, llamada también la Fiesta de la Primavera, sería en otoño, y la Festividad de las Cabañas sería en la primavera. Este es el primer problema que debemos afrontar al establecer un calendario: como pueden los meses mantenerse en sus respectivas estaciones? Pero antes de ver cómo el calendario judío resuelve este problema, veamos otros dos calendarios que nos resultan familiares y el modo en el que ellos intentan resolverlo. El calendario civil que utilizamos en el mundo occidental está basado en el calendario romano. En este calendario hay cuatro meses -abril, junio, septiembre y noviembre-de 30 días cada uno; siete meses -enero, marzo, mayo, julio, agosto, octubre y diciembre- de 31 días, y un mes -febrero- de 28 días.
Y aunque son denominados meses no tienen relación alguna con la Luna. Por lo general, los meses en este calendario no comienzan con la luna nueva y el largo promedio de un mes es alrededor de 30 días y medio, un día más largo que el ciclo de la Luna. Esta fue la solución dada por los romanos al problema: renunciar al significado original del mes como el período determinado por la Luna y, en su lugar, dividir al año en aproximadamente doce periodos temporales similares y llamarlos meses. Esta solución es inaceptable para el calendario judío, ya que, en la Torá el Creador ordenó comenzar cada mes con la aparición de la luna nueva.
El calendario musulmán resuelve el problema de la manera opuesta. Los meses son de 29 o 30 días, y cada uno comienza con la luna nueva, pero no tienen conexión con las estaciones. Un mes que coincide un año con el verano, coincidirá con la primavera pocos años depuse, luego con el invierno, y finalmente, después de 33 años, habrá de coincidir nuevamente con el verano. Además para ese tiempo, no habrán contado 33 sino 34 años en su calendario.
Es decir, no solamente no corresponden los meses con las estaciones, sino que tampoco corresponde un período de tiempo del calendario musulmán con el mismo período de tiempo medido en años solares. Este sistema también es inadmisible para el calendario judío porque la Torá indica que las festividades deben coincidir con su estación correspondiente. Otra vez aquí la festividad de Pesaj, la Fiesta de la Primavera, no necesariamente coincidirá con esta estación determinada.
La forma en que el calendario judío corrige este desfasaje es bastante simple. Si de acuerdo con los cálculos notamos que la festividad de Pesaj llegará demasiado temprano, simplemente la posponemos un mes. Agregamos un mes extra antes del mes denisán y lo llamamos adar sheiní -segundo adar-.
El día que hubiera sido el primer día del mes de nisán se convierte en el pirmer día del segundo adar y no comenzamos nisán sino hasta la próxima luna nueva. Esto da lugar a un año de trece meses contando el año agregado o año bisiesto.
De este modo, combinando años regulares con años bisiestos cada dos o tres años, somos capaces de mantener nuestro calendario sincronizado con el sol, a diferencia del calendario musulmán, y nuestros meses continúan coincidiendo con el ciclo de la Luna, a diferencia del calendario romano. El tiempo en la Torá Hemos aprendido que nuestra experiencia en la vida se forma a través de etapas: la inspiración, la pérdida de inspiración y la lucha por recuperar la inspiración. También hemos visto que nuestras mentes y neshamot contienen elementos que corresponden con estas etapas. Profundicemos ahora en la naturaleza del tiempo a fin de descubrir la raíz de estas fuerzas.
El resultado de hacerse sensible al tiempo de este modo será la capacidad para armonizar los elementos de la mente y la neshamá con los elementos del tiempo: cabalgar sobre las olas del tiempo. El recipiente global que contiene al resto de la Creación es el tiempo. El tiempo es un medio que no es ni monótono ni unidimensional; fluye en ciclos que tienen pulsaciones de energía. Estos ciclos se corresponden exactamente a los diversos niveles de energía que mencionamos con respecto a la dimensión humana; o mejor, consitituyen el marco o continente de la dimensión humana; existimos en el tiempo y resonamos con él.
Si pudiéramos aprender a sentir el flujo de estos ciclos de tiempo podríamos “sintonizar” adecuadamente nuestra energía espiritual y amplificar inconmensurablemente nuestro crecimiento espiritual. El tiempo transcurre cíclicamente a través de unidades constituidas por instantes, horas, días, semanas, meses y años. De hecho, estos ciclos en realidad son espirales porque ningún instante es igual a otro; cada nueva visita a un mismo punto en el tiempo se corresponde su idéntico anterior, sólo que en un plano más elevado. El trabajo que se exige es “corregir” o llenar correctamente de energía cada punto; ningún punto se presenta jamás dos veces y, por ello, cada día de la vida humana, cada instante, precisa de un esfuerzo espiritual específico. El Néfesh Ha’jaim explica que shajarit (el rezo matutino) de hoy es completamente diferente delshajarit de mañana; hoy no es mañana y necesita su propio trabajo especial.
Las mismas palabras tendrán mañana un efecto completamente nuevo. Estos puntos en el tiempo son nuestro más valioso capital; en realidad son nuestra vida misma. En otros términos, cada instante está cargado con la energía específica para ayudarnos a lograr lo que debemos lograr en ese momento; el tiempo no es un molde pasivo en el cual grabamos nuestras acciones, sino la fuente de energía para esas acciones.
Analicemos esta idea. Por ejemplo, con frecuencia tenemos la idea de que celebramos el aniversario de ciertos eventos porque recordamos que tales eventos ocurrieron en esos momentos particulares y, por lo tanto, han hecho ese tiempo algo especial: celebramos Pésaj en la primavera porque el Éxodo ocurrió en tal momento. Pero de hecho lo contrario es cierto. La verdad es que el Éxodo ocurrió en ese entonces porque las fuerzas metafísicas del tiempo hicieron posible, e incluso necesario, tal acontecimiento. El tiempo es causa, no un observador.
Simplemente hay que recordar que el patriarca Abraham comió matzá [pan sin levadura] enPésaj a pesar de que en su época no había habido un Éxodo para conmemorar, y ni siquiera había aparecido aún el pueblo judío. Las energías de esa época del año exigen matzá, exigen Pésaj. Es cierto que los preceptos de Pésaj conmemoran el Éxodo, pero el Éxodo mismo, con todos sus detalles, es él mismo una expresión de las energías inherentes en el tiempo. Y lo mismo aplica a cada Yom Tov [festival] y a cada día. Este es el significado profundo de la frase ba’yamim ha’hem ba’zmán ha’zé -“en aquellos días en esta época”: en esta época del año una energía equivalente a aquella que en ese entonces pulsó en el mundo está presente; nuestra misión no es conmemorarla sentimentalmente, sino utilizarla.
Por lo tanto, entendemos ahora que cada año es un círculo, cada uno de cuyos puntos es único. Cada punto de ese círculo es sumamente poderoso, genera olas de energía que hacen que ciertos eventos y logros se hagan posibles en ese punto mismo. Cada punto exige un cierto esfuerzo por parte de nosotros, tanto individualmente como a nivel de pueblo. El lapso de vida de cada individuo es un círculo o una espiral; cada uno de los días de nuestra vida exige una cierta sensibilidad, un cierto crecimiento, un logro específico. Hay oportunidades que se presentan en ciertos momentos que no se repetirán otra vez.
Este es también el significado profundo de la declaración del Kohelet (Eclesiastés), la cual afirma que “para todo hay una época, y un momento para cada propósito…” * * * Estudiemos ahora la unicidad que tiene la oportunidad propia de cada momento.
El Talmud relata lo que sigue a la petición deMoshé Rabenu a Hashem en el sentido de que Él le muestre más de Su gloria, de Su presencia. Hashem se niega, arguyendo que Moshé no puede ver más. Podemos imaginar la respuesta de Moshé: “Pero cuando estuve presente ante la zarza ardiente, Tú me ofreciste mostrármela y yo tuve miedo de ver. Ahora que me siento capaz de ver, por favor te pido que me reveles más.” El Talmud cita la respuesta de Hashem: K’she’ratziti lo ratzita; ajshav she’atá rotzé, eini rotzé -“cuando Yo quise revelarme a ti, tú no quisiste; ahora que tú quieres, Yo no quiero”. Allí mismo el Talmud cita una opinión que afirma que cuando Moshé había ocultado su rostro antes y había tenido miedo de mirar no había hecho nada malo. Su conducta había sido apropiada y digna de alabanza.
Esto no era un castigo. Pero ése era el momento, y lo perdistes. Este ya no es el momento. ¡Qué lección en oportunidades perdidas! En Shir Ha’shirim (Cantar de los Cantares) se declara: “Yo duermo, pero mi corazón está despierto; [escucho] el sonido de mi amado que llama: Ábreme, hermana mía, mi amada, mi paloma, mi pura… Ya me he quitado el manto, ¿he de ponérmelo de nuevo? Y me he lavado los pies, ¿he de ensuciarlos?” Y después de la demora: “Me levanté para abrirle a mi amado, pero mi amado se había ido…” Una pequeña pereza -una oportunidad perdida. Esa llamada en la puerta debe ser respondida. Esto implica que la persona debe desarrollar una sensibilidad exquisita al flujo de energía del tiempo; debe saber qué cosa se puede lograr en cada momento.
Los sabios de la Cabalá hablan de esto detalladamente.
Los discípulos del Arizal, el cabalista que vivió en Tzefat hace más de cuatrocientos años, relatan que ya tarde en erev shabat, el viernes por la tarde, mientras se hallaban junto con su maestro en las colinas de Tzefat para recibir el Shabat, él de repente se volvió a ellos y dijo: “Vayamos a Yerushaláim.”
Ellos se quedaron sorprendidos; sólo faltaban algunos momentos para la puesta de sol y Yerushaláim estaba a una larga distancia de Tzefat. Obviamente, él quiso decirles que serían transportados allá por encima del tiempo, quizás quiso decirles que algo mucho más grande pasaría que el simple hecho de que llegarían a Yerushaláim. Hubo un instante de titubeo en el grupo -alguien dijo algo acerca de avisar a su familia- y entonces el Arizal dijo con tristeza:
“Es demasiado tarde.” El más grande talmid (discípulo) del Arizal, Rabí Jaim Vital, relata el siguiente episodio en sus escritos. Después del fallecimiento de su maestro él se hallaba en Yerushaláim.
Un día, el sultán de Yerushaláim se le acercó y le ordenó abrir las aguas del Guijón. El Guijón era un manantial subterráneo que fluía dentro de Yerushaláim, el cual, según cuenta el Talmud, había sido cerrado por el rey Jizquiyahu en contra de la opinión de los sabios de su generación. Sabemos que el sellar o abrir estas aguas tiene un sentido más profundo que el técnico, pero por el momento destacaremos por lo menos el nivel superficial.
El sultán sabía que el gran cabalista Rabí Jaim Vital tendría el poder espiritual para abrir el manantial, cerrado desde la antigüedad. Rabí Vital no quería hacerlo, pero sabía que su vida correría peligro si se negaba a ello, por lo que utilizando una técnica cabalística se transportó inmediatamente a Damasco. Esa noche, su maestro, el Arizal, se le apareció en un sueño. “¿Por qué te negaste hoy a abrir el Guijón?”, preguntó a su talmid. “Tuve miedo de utilizar los nombres sagrados de Hashem que eran necesarios para hacerlo”, Rabí Jaim respondió. “¿Y cómo llegaste a Damasco entonces?” Como es obvio, Rabí Jaim no tenía respuesta para eso.
Entonces el Arizal le dijo: “¿Sabes que tu alma es un guilgul (reencarnación) del rey Jizquiyahu y que tú vinistes al mundo para abrir de nuevo el manantial que habías cerrado tantos años antes?” Solamente podemos imaginarnos lo que Rabí Jaim sintió. Él escribe que su reacción fue responder: “Mañana regresaré allá y lo haré.” Pero el Arizal dijo: “No puedes hacerlo. Hoy era el día y ahora la oportunidad se ha ido.” A pesar de que no es asunto nuestro profundizar demasiado en estos temas, de un modo palpable vemos aquí el gran poder que tiene cada momento específico. Al parecer, una de nuestras pruebas especiales es utilizar correctamente las oportunidades.
No podemos perder el momento. Pero tampoco podemos ser dojek et ha’shaá -“forzar la hora”; demasiado pronto es tan inútil como demasiado tarde. La gente de Efraim abandonó Egipto pensando antes que el resto del pueblo judío, pensando que la hora de la redención ya había llegado. Se equivocaron, y como consecuencia de ello fueron aniquilados. El secreto consiste en elegir el momento propicio. * * * ¿Cómo puede uno saber cuál es el momento? ¿Cómo se vuelve uno sensible a las oportunidades? Sabemos que Hashem nunca nos presenta dificultades demasiado profundas para que las aprovechemos; si estamos destinados a aprovechar una oportunidad dada, se nos proporcionará una alusión necesaria, a cada quien según su sensibilidad.
Para alguien muy desarrollado espiritualmente, la alusión puede ser muy sutil: cuando el profeta Elisha (Eliseo) era todavía un joven que araba el campo de su padre, cierto día Eliahu (Elías), el más grande profeta y líder de esa generación, pasó cerca de él. Al pasar, arrojó su manto sobre Elisha. Eso fue suficiente. Elisha se despidió de sus padres y siguió al hombre que justo en ese instante se había convertido en su maestro, y finalmente se convirtió él mismo en un profeta y en uno de los más grandes hombres que han existido. Aderet Eliahu, el manto de Eliahu: eso fue suficiente.
Elisha sabía que una mera alusión o un gesto de un gran hombre debe ser tomado en serio. Tales actos están cargados de significado. No puedo ignorar la llamada. Un talmid del Jafetz Jaim cuenta la historia de su despedida de su Rebe. Siendo un hombre joven, cuando dejó la Yeshivá de Radún, fue ante el Jafetz Jaim para despedirse de él y pedirle una berajá (bendición). Al entrar ante la presencia del Jafetz Jaim, antes de pronunciar una sola palabra, el Jafetz Jaim le dijo: “Yo soy un kohén.”
El talmid se quedó paralizado. ¿Qué quería decirle con eso el Jafetz Jaim? El Jafetz Jaim prosiguió: “Y tú no lo eres. ¿Sabes lo que eso significa? Te lo diré. Cuando el mashíaj [Mesías] llegue y el bet ha’mikdash (el Templo) sea reconstruido, todos iremos corriendo a él. Cuando tú llegues a las puertas, te dirán: -No puedes entrar; no eres kohén. Pero a mí sí se me permitirá entrar. ¿Sabes por qué? Porque hace miles de años, en el desierto del Sinaí, se cometió un gran pecado y había que vengar el honor de Hashem. Moshé se levantó y gritó: Mi la’Hashem elai -‘¡El que esté de parte de Hashem, a mí!’ Mis ancestros, la tribu de Leví, inmediatamente respondieron a la llamada y corrieron a su lado.
Pero los tuyos no. Y yo soy descendiente de kohanim y tú no lo eres; ésta es la consecuencia y ésta es la diferencia entre tú y yo.” Luego de una pausa, dijo las últimas palabras a su talmid: “Algún día, en algún lugar de tu vida, allá fuera en el mundo, oirás la llamada mi la’Hashem elai -‘¡El que esté de parte de Hashem, a mí!’ Cuando oigas esa llamada, ¡corre hacia él! Akiva Tatz Tiempo para explorar nuestra vida (Fuente: Signs of the Times by Gad Erlanger. Isreael y los signos del zodiaco) Buceamos en la sabiduria del tiempo intentando descifrar su mensaje y vivirlo con la conciencia despierta, atentos a la invitación que nos ofrece.
Tal como dice el Rab Akiva Tatz en su libro Vivir Inspirado: “Contar los dias, crear el tiempo. No debemos sufrir pasivamente el tiempo; debemos construir nuestras vidas de tal modo que provoquemos que el tiempo se haga real. Atravesar pasivamente el tiempo deja que el tiempo disuelva inexorablemente la vida. Construir la vida mediante la construcción consciente y activa de sus elementos en la kedusha-santidad provoca que el tiempo trascienda hacia la eternidad, y que nosotros nos hagamos parte de esa sublime melodía” El mes de Elul se corresponde con el signo de Virgo cuyo simbolo es la mujer virgen, en hebreo ‘betula’; este simbolo se refiere a la necesidad del ser humano de renovar su pureza durante este mes, de manera que sus cualidades-midot se purifiquen anulando los malos actos del pasado.
El elemento del mes es la tierra, que simboliza el reinado de la accion propio de la naturaleza del mes, y el planeta que lo rige es mercurio, cuya energía esta asociada al intelecto, la herramienta mas requerida para el trabajo espiritual de este tiempo, ya que resulta indispensable la capacidad analítica a la hora de revisar nuestras acciones, con el propósito de corregirlas en un sentido mas positivo. El nombre Elul proviene de la raiz aramea ve’elilu que significa “para explorar”, tal como en el hebreo ‘veyaturu’, utilizado en (Numeros 13:1): “que ellos exploren la tierra”
En este mes estamos llamados a explorar en forma exhaustiva el curso de nuestras vidas para determinar cuales son los aspectos que requieren mejora, y rectificacion. Elul es tambien el acronimo de las letras iniciales del versiculo del Cantar de los Cantares (6:3): “Ani Ledodi Vedodi Li“ : ‘Yo soy para mi amado y mi amado es para mi’. Señalando el fundamento para la renovación de la relación entre el hombre y Hashem, que es la base de la Teshuva-retorno. Elul… Tiempo de inspiración, autodescubrimiento y retorno a Hashem.
Tiempo de arrepentimiento Por habernos alejado, Tiempo para retomar el camino verdadero, Aquel que reclama el alma, Si nos silenciamos para oírla… Una oportunidad nueva, única Para alcanzar la unión del alma con su origen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario