Rebe Najmán de Breslov
Enseña
el Rebe Najmán:
Aquellos
que tienen la mala característica de querer ganarle siempre a los demás no
pueden aceptar la verdad. Cuando la gente tiene la compulsión de tener siempre
razón, aunque la verdad este frente a sus ojos, siempre la va a distorsionar
para mantener así su imaginaria superioridad.
Esto se aplica a todas las áreas
de la vida. (Likutey
Moharán I, 122).
Enseña
el Rebe en otra parte que está mala características es afín a la lucha. Explica
que la sangre es la fuente de los deseos de salir victoriosos y de controlar a
los demás. El versículo dice
(Isaías 63:3), “V’eiez
nitzjam ̶ su sangre fue salpicada”. La raíz de la palabra hebreaNiTzJam “su sangre”,
es NiTzaJ,
que también se traduce como “victoria”. El
deseo de salir victoriosos es naturalmente inherente a la sangre. Sin embargo,
aquel que sirve a Hashem con todo su ser puede purificar su sangre de todos los
malos deseos. De esta manera logrará quebrar dentro de sí el atributo de la
lucha y el deseo de gobernar sobre los demás, trayendo paz (Likutey Moharán I,
75:1,4).
Enseñó
el Rebe Najmán:
Nadie
puede hablar con la absoluta verdad hasta que no haya limpiado su sistema
sanguíneo de todas las impurezas indicadoras de falsedad.
De manera inversa, no
es posible mentir sin haber contaminado antes su sangre
(Likutey Moharán I,
51:1).
El Rebe
Najmán introduce en su lección varias ideas relacionadas entre sí, comenzando
con “La mentira es dañina para la vista”. Una mala visión presenta una falsa
imagen; un objeto grande puede verse como pequeño o un objeto simple puede
verse como doble. Esta son distorsiones ̶ en efecto, mentiras.
Continúa
el Rebe con la idea de que las lágrimas producen una visión borrosa. Las
lágrimas son un exceso de fluido corporal secretados a través de los conductos
lagrimales (partes del sistema de purificación del cuerpo). Más aún: explica el
Rebe que el habla, el alma y la sangre están conectados entre sí (esta conexión
está basada en los versículos (Cantar de los Cantares 5:6), “Nafshi [mi alma] partió cuando él
habló,” y (Deuteronomio 12:23), “La sangre es el nefesh [alma]”). Al
dañar el habla ̶ por
ejemplo, al decir mentiras ̶ uno daña el sistema sanguíneo y por extensión, su alma misma. La verdad es una; la mentira es múltiple.
Sólo puede haber una verdad,
la mentira puede presentarse de muchas maneras ̶ literalmente en miles de ideas, de dichos, etc. Pero no es
verdad.
La mentira es así
sinónimo de exceso. Por lo
tanto, la mentira produce un exceso de fluidos, generando lágrimas, que enturbian
y distorsionan la visión (Likutey Moharán I, 51).
Enseña
el Rebe Najmán que también ocurre lo opuesto ̶ decir la verdad purifica la sangre. Es así que, para alcanzar
el nivel de absoluta verdad, de modo que uno se encuentre libre de mentiras,
sin engaños con respecto a la vida, es necesario purificar todo el sistema.
Este es el nivel alcanzado por el Tzadik. Pero también todo, dependiendo de
cuan intensamente busquen la verdad, pueden purificar su torrente sanguíneo.
Más aun, el llorar y las lágrimas pueden servir de vehículo tanto para la
purificación de la sangre como para su contaminación. Llorar por alcanzar cosas
superfluas en la vida produce una sangre contaminada y genera lágrimas
innecesarias ̶ exceso
y desecho.
Pero llorar y orar para eliminar elementos externos y pasiones ayuda
a purificar la sangre de esos excesos no deseados.
Enseña el Rebe Najmán que también ocurre lo opuesto ̶ decir la verdad purifica la sangre.
Es así que, para alcanzar el nivel de absoluta verdad, de modo que uno se encuentre libre de mentiras, sin engaños con respecto a la vida, es necesario purificar todo el sistema. Este es el nivel alcanzado por el Tzadik. Pero también todo, dependiendo de cuan intensamente busquen la verdad, pueden purificar su torrente sanguíneo. Más aun, el llorar y las lágrimas pueden servir de vehículo tanto para la purificación de la sangre como para su contaminación. Llorar por alcanzar cosas superfluas en la vida produce una sangre contaminada y genera lágrimas innecesarias ̶ exceso y desecho. Pero llorar y orar para eliminar elementos externos y pasiones ayuda a purificar la sangre de esos excesos no deseados.
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