En el principio Elohim creó el Cielo y la Tierra.
BERESHIT (Génesis 1:1)
LA PRIMERA LÍNEA DEL
GÉNESIS ES INTERESANTE, AUNQUE NO del todo precisa. Si no fue el cielo y la
tierra —como dice claramente la Biblia
— entonces ¿qué fue lo
creado en el principio? Leemos en el Zóhar
que dos mil años antes de la creación, el Todopoderoso reflejó y dio vida a las
veintidós inteligencias-energía que componen el sistema maestro de
comunicaciones por medio del cual evolucionan todos los subsistemas de energía,
y que hoy se conocen como las letras del Alef Bet hebreo.
El
Zóhar plantea las siguientes
preguntas: ¿Por qué en Génesis la Biblia presenta las letras en orden inverso?
¿Por qué las letras Bet y A lef fueron repetidas dos veces? La letra Bet, de Bereshit (en el
principio), y Bará (fue creado), preceden a la letra Alef que se encuentra en
las siguientes dos palabras: Eloldm y Et; ¿por qué? El Zóhar declara que cuando
el Creador, por voluntad, creó al mundo, las letras del Alef Bet aún no eran
reveladas y que dos mil años antes de la creación Él se reflejó y se regocijó
con ellas.
La fuerza de
energía toda envolvente de la creación, conocida en términos bíblicos como el
Creador, se describe en el lenguaje cabalístico en términos de diez Sefirót o
"emanaciones luminosas"; las últimas siete se enumeran en el
siguiente párrafo. De las primeras
tres Sefirót, que son Keter, Jojmá, y Bina (estas representan la fuerza incognocible
del Eterno) solamente Bina está dentro del alcance de la comprensión humana. Ahora
bien, es la emanación de Bina a la que se refiere el cabalista cuando está
hablando de la Fuerza de la Creación. Debe tenerse en mente que Bina
representa, en cuanto pertenece a este universo físico, una emanación dentro
del marco de referencia del entendimiento, y no debe confundirse con estados
superiores de energía conocidos como Sitréi Tora que tratan niveles de
conciencia que se encuentran más allá de la comprensión humana.
La afirmación del Zóhar
de que el estado de las letras antes de su creación era de encubrimiento,
podría compararse con una semilla antes de ser plantada.
Para describir las
veintidós letras, el lenguaje cabalístico emplea los términos ZeirAnpin y Maljút. Zeir Anpin, o
macrocosmos, contiene seis diferentes formas de energía cósmica conocidas como
las Sefirót: Jesed (misericordia), Guevurá (juicio), Tiféret (belleza), Netzaj
(victoria), Hod (gloria) y Yesod (fundamento). Maljút representa
"reino", o sea el universo físico, donde cualquiera y todas las
energías cósmicas de Zeir Anpin se manifiestan.
La palabra hebrea para "mundo" o
"universo" es Olam, Sin embargo, el significado de la raíz de
esta palabra quiere decir
"oculto". Por consecuencia, cuando el Creador quiso crear el
mundo material, su deseo fue revelar los mundos de ZeirAnpin y Maljút, porque ellos eran los canales de energía a través
de los cuales el universo, tal como lo conocemos, se expresaría físicamente.
Lo que parece surgir del
Zóhar son dos conclusiones significantes: la primera es que el Alef Bet existió
dos mil años antes del universo físico, y la segunda es que por medio de la
emanación de las veintidós letras de energía previamente ocultas, el universo —tal
como lo conocemos— se manifestó.
De la misma manera en que
la semilla contiene la raíz y la raíz contiene las ramas, la raíz de todo lo
que se expresara y se manifestara en términos físicos, por necesidad tuvo que
haber sido incluido dentro de las veintidós inteligencias-energías expresadas
físicamente como las letras del Alef Bet.
Prueba adicional del
poder de las letras y las combinaciones de ellas al formar palabras, se
demuestra en la declaración del salmista: "Por
la palabra de Señor los cielos fueron creados".
Estas
palabras fueron interpretadas con el significado de que los poderes de las
letras forman la Palabra del Señor.
La construcción del
Tabernáculo por los judíos en medio del desierto permanecerá eternamente como
una hazaña increíble. ¿Cómo lo lograron, sin las herramientas y materiales
adecuados? Solamente ahora, con toda nuestra tecnología avanzada, podemos
maravillarnos de tal proeza. Seguramente, su medio ambiente físico en el
desierto les ofreció poco en cuanto a materias primas, y prácticamente nada en términos
de comodidades.
No poseían un complejo moderno y avanzado de investigación y
desarrollo. Sin embargo, el Talmud
nos dice que el ingenioso arquitecto Bezalel,
tuvo
éxito al completar la construcción del Tabernáculo porque él "supo cómo
combinar las letras que fueron utilizadas para crear los cielos y la
tierra".
La Biblia atestigua esta labor
artesanal divina al declarar:
"Y Él
lo ha llenado con el espíritu del Eterno, en sabiduría, en entendimiento y en
conocimiento, y en toda forma de destreza".
La adición de una letra
al nombre de una persona, tomada del nombre del Señor, era indicativo de intervención cósmica. A veces una letra condena al hombre, como cuando leemos:
"!Y Adán conoció a su esposa Eva y ella concibió y dio a luz a
Caín!". Junto con la energía de
Adán estaba aquello que había sobrado de las impurezas de la serpiente, lo cual
está indicado por la primera letra del nombre de Caín, la Kuf. Esta energía
negativa que se manifestó tanto en Adán como en Eva, fue atraída por virtud de
la letra Kuf.
Por lo tanto, la energía
interna negativa de la serpiente y la letra Kuf, están ligadas la una con la
otra. Como consecuencia, está escrito que Adán "conoció" y no que "engendró".
Por eso, el versículo dice que ella "dio a luz un hijo", porque las
impurezas de la serpiente se habían manifestado expresamente dentro de Eva.
La razón por la cual se
dice de Abel que "ella, otra vez, dio a luz a su hermano Abel", es
porque —aunque él fue concebido de la derecha, o lado masculino— el acusador
(Satán) debilitó el poder y la energía de Adán, en cuanto a que la letra Kuf de
Caín (la primera letra de su nombre), se había hecho dominante y se manifestó
primero. Caín y Abel eran dos mitades de una sola alma. Por ende, la influencia
cósmica de la letra Kuf de Caín se le pasó a Abel.
Tan pronto como la
impureza fue eliminada, las letras Shin y Tav comenzaron a manifestarse. Shin y
Tav representan la unión de masculino y femenino. La Shin, con su estructura de
tres columnas, es el aspecto masculino de Zeir Anpin, y la Tav es el aspecto femenino
de Maljút. Por eso, el versículo dice: "Y él engendró un hijo en su misma
semblanza, en su imagen, y lo llamó Sheth".
No sucedió como en el
caso de Caín y Abel, cuando ella los nombró; la Shin y la Tav indicaron la reunificación y manifestación del todo unificado
envolvente a través del poder del Alef Bet.
Debido a su naturaleza
metafísica, las letras del Alef Bet nunca pueden ser destruidas o mutiladas. La
naturaleza eterna de la estructura del Alef Bet fue demostrada cuando las
tablas materiales fueron rotas por Moisés en el Monte Sinaí. El Zóhar declara
que "cuando se destruyeron las tablas, las letras, por sí solas, volaron
hacia arriba".
Si las tablas fueron destruidas
y las letras mismas estaban grabadas dentro de ellas, entonces ¿cómo pudieron
ser separadas las tablas de las letras? La
respuesta reside en el hecho de que las tablas de piedra eran de naturaleza física,
mientras que la inteligencia-energía de las letras era metafísica y, por lo tanto,
no estaban sujetas a la destrucción física.
Las tablas se hicieron pedazos,
pero las inteligencias-energías de las letras, siendo inmunes a la destrucción
física, se libraron y permanecieron preservadas tal como antes.
Aunque hechas del zafiro
más duro, está escrito que las tablas podían enrollarse como un pergamino
siempre que estuvieran en conexión con las letras, otra indicación más de la
inter relación de la energía y la materia. La fuerza interna de vida inteligente,
se manifestó por virtud del Alef Bet.
Esta inteligencia cósmica podía obligar a
la materia, como en este ejemplo de la piedra, para que alterara su
inflexibilidad física.
El Alef Bet permitió la manifestación de la fuerza
unificada que todo lo envuelve. Estas dos tablas se han convertido en símbolo
del poder y, hasta la fecha, el misterio que las rodea permanece como fuente de
una curiosidad intensa.
De hecho, la búsqueda de estas dos tablas en los
tiempos modernos, ha suministrado los antecedentes necesarios para muchas
leyendas sobre el arca perdida.
Otro ejemplo del poder
del Alef Bet fue el testimonio del Rabí Jananiá Ben Teradión, famoso sabio de
la antigüedad. Envuelto en el pergamino de la Biblia por los romanos, exclamó:
"El pergamino se quema pero las
letras se elevan a lo alto".
La adición de
una letra del Alef Bet al nombre de una persona, lo capacita para lograr
estados alterados de conciencia. Esta forma de intervención de una letra, puede
significar guía cósmica y protección para el individuo.
Así, Caín después del
asesinato de Abel, fue derrumbado de su nivel superior de conciencia, lo cual
lo hizo exclamar: "¡Mirad, me has sacado este día de la faz de la
tierra!". (Faz denota aquí el grado de conciencia). "Y de Tu cara seré
escondido; y seré un fugitivo y errante en la tierra; llegará a pasar que él
que me encuentre me matará". Entonces, "el Eterno puso un signo para
Caín, para que él que lo encontrara no lo destruyera".
El signo que le puso el Señor fue la letra Vav tomada de su nombre sagrado.
La letra apareció sobre la frente de Caín para que todos la vieran y nadie lo
matara.
Abraham, el patriarca, el
primer y más eminente astrólogo del mundo, vio en su carta natal que nunca
engendraría un hijo con su esposa, Sarai. Su nombre fue cambiado de Abram a
Abraham, adicionándole la letra Hei. De
la misma manera, el Señor quitó la letra Yud del nombre de Sarai y puso en su lugar
la misma letra Hei, como con Abraham.
Aquí otra vez el poder
enorme del Alef Bet fue puesto en prueba y proporcionó un estado completamente
alterado de conciencia. Abraham y Sarai, desde su nacimiento fueron controlados
por sus influencias cósmicas.
Su carta natal les
indicaba una vida infructuosa juntos sin la bendición de un heredero. Sin
embargo, elevados a un nivel superior de conciencia cósmica, su carta natal
anterior ya no ejercería influencia sobre sus vidas. Fueron, de hecho,
transformados en seres humanos diferentes.
"Y Él (el Señor)
hizo que Abraham saliera y le dijo: —Mira ahora hacia el cielo y cuenta las
estrellas, si es que puedes contarlas—; y añadió: "Así será tu semilla".
Fue un diálogo extraño en un medio
recóndito. Casi parece como si el Eterno hubiera estado sentado en la mesa de
Abraham, participando de un diálogo, después del cual el Señor y Abraham
salieron y tuvieron una ininteligible conversación. ¿Qué tiene que ver el mirar
y contar las estrellas con la afirmación del Señor de que Abraham engendraría
un hijo? "Y así será tu semilla", con ésto el Eterno le aseguró a
Abraham que engendraría un hijo debido a la ascensión a un nivel más elevado de
conciencia que se implica en las palabras "ir afuera".
La interpretación
cabalística de la ahora famosa cita, "no hay influencia cósmica para
Israel, porque, aunque las estrellas influencian, no obligan", emerge de
la misma referencia bíblica.
El Señor le informó a
Abraham que él podía trascender la influencia del cosmos, queriendo decir que
si uno puede "contar las estrellas" (tener conocimiento de ellas), se
puede estar menos sujeto a las influencias planetarias. Las estrellas dirigen
nuestras acciones, pero aún podemos trascender su influencia.
En nuestro universo
existen y prevalecen dos métodos de conexión metafísica.
El primero es la
adquisición de un estado alterado de conciencia, compatible con la más grande
realidad cósmica toda envolvente.
En este estado la persona adquiere
información importante y una conciencia necesaria de las fuerzas ocultas que
componen la realidad que nos rodea, además de una nueva comprensión sobre las
relaciones humanas, de las cosas y del universo natural.
En un estado alterado
el individuo se adentra a un patrón del flujo interno que está unido con el cosmos,
en donde la conciencia se conecta a los centros de información del cosmos, del
pasado, el presente y el futuro, "Estos son los verdaderos filósofos, los
astrólogos de Israel —declara el Zóhar— que conocen aquello que ha existido y
también saben lo que el futuro guarda.
Por virtud de saber y de
conocer las letras (manifestaciones internas) del sol, de la luna y sus
eclipses, de los planetas y de los signos del zodiaco, saben todo lo que existe
en nuestro universo".
El segundo método de
conexión cósmica es aquel en el cual el individuo no requiere adquirir un
estado alterado de conciencia porque nace con una capacidad inherente para la
trascendencia.
He utilizado la frase "conciencia innata" para
describir y explicar las revelaciones de la inteligencia cósmica relacionada a
aquellas personas que simplemente nacen con el mecanismo implantado para una
conciencia cósmica.
Los siete carruajes o
vehículos personifican este segundo concepto. Abraham, Isaac y Jacob
representan y hacen manifiestas las primeras tres inteligencias cósmicas mencionadas
en forma codificada en Génesis. Los
primeros tres días de la creación, realmente aluden a las tres fuerzas cósmicas
deJesed, Guevurá y Tiféret, respectivamente.
La palabra
"día", como se descifra en la Cabala, es el código cósmico que indica
Sefirá o una inteligencia-forma-vida. Moisés, Aarón, Yosef y el Rey David, se
convirtieron en las expresiones físicas de las Sefirot, Netzaj, Hod, Yesod y Maljút. La descripción de estas cuatro
fuerzas subsiguientes es suministrada en la narración bíblica de los días
cuarto, quinto, sexto y séptimo de la creación.
Como se ha declarado en
repetidas ocasiones, la Biblia es un mensaje escrito en un código cósmico y la
información de cómo descifrar ese código es proporcionada por la Cabala.
Los
cielos declaran la gloria del Señor. Y el firmamento demuestra su destreza. Día a día
pronuncia discursos y noche a noche revela conocimientos.
No hay discurso, no hay
palabras, ni es su voz escuchada. Su línea ha salido por toda la tierra y sus
palabras hasta el final del mundo. En ellas ha puesto una tienda para el sol.
La idea de que el
universo nos aprovisiona con un mensaje codificado, es un concepto que los
cabalistas ya sabían por mucho tiempo. Un reto mayor para nuestra sociedad es
descifrar el contenido del código cósmico. El primer método logrado por el
cabalista reveló fuerzas en el universo que podrían aniquilar la humanidad:
"Y Moisés vio a un egipcio golpeando a un hebreo... Y El miró acá y
allá".
Moisés miró en las
cincuenta letras por las cuales los israelitas proclaman la unidad cósmica que
todo lo abarca, y percibió a través de su conciencia elevada que ningún hijo
bueno sería engendrado por el egipcio y, por lo tanto, Moisés lo mató. Moisés
dio muerte al egipcio por medio del poder asombroso de la fuerza cósmica al
solo mirarlo fijamente.
Moisés
conocía el secreto de las letras hebreas. Es en Moisés en quien la Cabala traza
sus orígenes y a quien le debe su existencia.
De vez en cuando aparece
un verdadero genio. Einstein era tal hombre, la conciencia innata perfecta.
Einstein, como todos los verdaderos genios, nació con una capacidad para
establecer la conexión cósmica. Pero, ¿acaso reveló algo que no existía
previamente? ¿Inventó algo? Los científicos colegas de Einstein, al explorar
las estructuras del universo e ingeniar nuevos artefactos y herramientas
tecnológicas, ¿han alterado radicalmente el estado de existencia? No. Incluso,
un genio, lejos de ser el instigador de nuevos conceptos e invenciones —como
comúnmente se cree— es, a su vez, un canal para la unidad cósmica.
En cualquier momento
dado, por cualquier razón, cuando la inteligencia cósmica esté lista para ser
revelada, alguien será escogido para tal propósito. Esa inteligencia particular
que describe un aspecto de nuestro ya existente universo, debe ahora expresarse
de manera manifiesta. Las preguntas de qué, quién, cómo y por qué ahora, se
ligan inevitablemente con el concepto de la reencarnación. ¿Quién? Alguien a
través del cual esta nueva inteligencia sea aceptada. ¿Por qué? Para proporcionar
otro eslabón hacia la última iluminación. ¿Por qué ahora?
Basados en la
actividad humana en el momento preciso, la interfase de nuestro gran sistema
computacional cósmica hace contacto con los nuevos componentes y la información
se revela.
Esta energía intelectual,
en verdad, nace, no de la persona misma, sino de un influjo enorme de actividad
colectiva de la humanidad.
Cada una de las veintidós
letras es una semilla, un comienzo en el camino hacia la conciencia divina
espiritual que reside en la primacía de cuatro universos conocidos
nemónicamente como
A 'BYA. Se refiere a estos mundos como, Atzilúth
(emanación), Briáh (creación) y Yetziráh (formación), y Assiáh (acción). De
estos cuatro universos primarios emanan los universos infinitos que circundan
la atmósfera. Cada una de las letras del Alef Bet hebreo está estructurada
cósmicamente para mantener un equilibrio entre el bien y el mal; cada una por
virtud de su conciencia espiritual innata, se consideró canal digno para la
creación del Señor.
El Zóhar declara
que el Eterno creó dos constelaciones básicas. Cada una consistió de los cuatro
mundos arriba mencionados.
Se les proporcionó una medida igual de poder cósmico
del bien y del mal a estas dos constelaciones respectivamente. Así que los dos
sistemas fundamentales del bien y del mal podían ahora ejercer influencia
cósmica sobre el hombre. De esta manera comenzó la batalla entre el bien y el
mal. Esta guerra cósmica continuaría hasta que la kedushá (santidad) triunfara sobre la tumá (impureza). Debido a este equilibrio de poder cósmico entre el
bien y el mal en
nuestro mundo, el mundo
de la acción, es a veces difícil distinguir entre un individuo verdaderamente
espiritual y otro que crea una impresión superficial de espiritualidad.
Esto está apoyado por el
profeta Malaquías:
"Y pruébenme ahora —dijo
el Señor de las huestes— si yo no abriere para ustedes las ventanas del cielo
para rendirles una bendición, es que no habrá lugar suficiente para que ésta
sea recibida. Entonces regresarán y discernirán entre los justos y los malos,
entre aquel que sirve a D-os y aquel que no lo sirve".
Rabino Dr. Philip S. Berg
Zeir Anpin (ZA) significa "cara pequeña" o "pequeño rostro" "Cara" es decir: iluminación de Jojmá, lo que el Creador expone ante sus creados, Su beneficio. Zeir Anpin se llama “cara pequeña" porque el esmero del hombre de asemejarse al Creador es como el de un niño que desea ser como su padre e imita sus acciones.
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