lunes, 14 de agosto de 2017

DE QUE LOS OJOS NO PUEDEN CONTEMPLAR A ELOHIM




Cuando el hombre empieza a reflexionar, no debe lanzarse de buenas a primeros a entender un asunto tan vasto o importante. Previamente debiera adaptarse al estudio de las diversas ramas de la ciencia y del conocimiento, acrisolar su carácter moral y someter sus pasiones y deseos, progenie de su imaginación.

Cuando, además, haya adquirido cierto conocimiento de las verdaderas proposiciones fundamentales, acertado a comprender los diversos métodos deductivos y de prueba, y aprendido a preservarse de sofismas y falacias, entonces, podrá emprender la investigación de este asunto.

No será bien, sin embargo, que resuelva cuestión alguna a la primera opinión que le acuda al pensamiento, ni que de pronto violente su inteligencia, para alcanzar conocimiento del Creador; deberá, más bien, esperar modesta y pacientemente, y adelantar paso a paso.

Así debemos interpretar las palabras "y Moisés ocultó su rostro, porque temía mirar a Elohim" (EXOD. III, 6), y al parar mientes en el sentido literal de este pasaje, de que Moisés temía contemplar la luz que se le aparecía a los ojos, no debemos en manera alguna afirmar que pueda percibirse con la mirada aquél Ser que se levanta muy por encima de toda imperfección.

"Los más excelentes entre los hijos de Israel" eran impetuosos, y dejaron que sus pensamientos se descarriaran sin freno, y lo que percibieron era imperfecto; por eso se dice de ellos: "Y ellos vieron al Elohim de Israel, y había debajo de sus pies como un embaldosado de zafiro, como el cielo cuando está sereno." (EXOD. XXIV, 10). Se propone todo el pasaje criticar su visión, no describirla.

Censúraseles porque su percepción era hasta cierto punto corporal, obligado fruto de la precipitación de quienes se aventuraron a tan larga jornada, con tan escaso bagaje. 
Pues si esto les acaecía a ellos, ¿cuánto más a nosotros, que somos inferiores, y a los que están por debajo de nosotros?

Los cuales deben perseverar, perfeccionando el conocimiento que tengan de los elementos, y tratando de comprender rectamente los preliminares que purifiquen el pensamiento de toda mácula de error; luego, podrán entrar al campamento santo y divino, y contemplarlo, según la Biblia dice: 
"Y que también los sacerdotes, que se acerquen Adonay, se santifiquen" (EXOD. XIX, 22). Y también Salomón recomienda: 
"Atiende a tu pie, cuando vayas a la casa de Elohim" (ECCLES. IV, 17).


Y ahora quiero volver al principio, para completar lo que comencé. Únicamente nos proponemos decir que, cuando quiera que en alguna parte se haga mención de alguno de los tres verbos antes citados, se entiende referirse a la percepción intelectiva, y no a la sensación de la vista; porque Elohim no es un ser que pueda ser percibido por los ojos corporales.

Maimonides (Rambam)

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