miércoles, 9 de agosto de 2017

DATOS SUCINTOS-¿Qué es la Torá?



La Torá es el documento escrito que fuera recibido y transmitido por Moisés en el Monte Sinaí hace algo más de 3.300 años. También es la tradición oral que acompaña a ese documento y que incluye las instrucciones para comprender el significado básico de la Torá (pues es un texto extremadamente conciso que dice mucho más de lo que aparenta) y para cumplir con sus mandamientos.
La Torá Oral se ensambla con la Torá Escrita de cuatro formas primarias codificadas en la palabra hebrea Pardes. Pardes es el origen de la palabra castellana Paraíso, que hace referencia al Jardín del Edén. PaRDeS Es también un acrónimo de los cuatro diferentes niveles de comprensión de la Torá: P’shat (el significado simple), Remez (alusión), Drush (significado homilético), Sod (Kabalá; el significado secreto). Estos cuatro componen las llaves necesarias para entrar al Paraíso de la Torá.
Mediante estas cuatro llaves, la Torá se abre y revela no sólo sus propios secretos, sino también los secretos del universo, los secretos de la materia (del espacio), de la historia (del tiempo) y del hombre (el alma y la conciencia). Si deseamos ir más allá de las apariencias y examinar los misterios de la creación y de la existencia humana, la Torá es el lugar indicado. Esto se debe a que la Torá precedió a la creación del Universo. En verdad, la Torá es nada menos que una luz de lo que llamamos la Mente de Dios. Es la Unión conceptual entre Él y Su mundo, entre Él y nosotros.

Torá y Anatomía
       “Esta es la Torá, hombre…”
Numero 19:14
Es bien sabido que la Torá contiene 613 mitzvot (mandamientos; plural de mitzvá) (Makot 23b). La raíz del significado del verbo LeTZAVot(ordenar) es “unir”. Cuando cumplimos con la miTZVá nos unimos, nosotros y el mundo que nos rodea, con Hashem
Las 613 mitzvot se dividen en 248 mandamientos positivos y 365 prohibiciones. 
Estos mandamientos abarcan todos los aspectos de nuestra relación con Hashem, con nuestros congéneres y con toda la existencia. Mediante estos mandamientos, Hashem provee las herramientas necesarias para que el hombre pueda conectarse con Hashem y llevar a toda la creación hacia su perfección final.
También la forma humana tiene 248 miembros, correspondiendo a los 248 mandamientos positivos de la Torá y 365 tejidos conectivos, venas o tendones, correspondientes a las 365 prohibiciones de la Torá (Zohar I, 170b). Así el hombre fue diseñado sobre el modelo de la Torá. No sólo su alma, sino también el mismo cuerpo que aparentemente le impide elevarse por sobre las limitaciones físicas de este mundo, es en sí mismo “una Torá”. Mediante esta conexión, el hombre es capaz de utilizar todo lo que hay en el mundo para reconocer y servir a Hashem con su cuerpo. Con su alma puede ascender más allá del mundo material y entrar al ámbito de lo espiritual. Con su cuerpo puede canalizar lo espiritual haciéndolo descender hacia lo material, creándola perfección de lo que espera que sea la vida humana sobre la tierra.
La Torá es la conexión que le permite al hombre lograr este objetivo. Escribe el Rabí Natán sobre la conexión entre la Torá y el cuerpo del hombre:
Para que un médico pueda curar deberá tener un conocimiento completo de la anatomía humana. Deberá conocer todas las partes del cuerpo ̶ los miembros, arterias, venas, etc. Deberá saber cómo es que cada órgano se encuentra interconectado con los demás y cómo uno depende del otro. Deberá saber cómo cada órgano puede ser afectado por los otros. Entonces y sólo entonces, podrá el médico comprender la naturaleza de las enfermedades que desea curar. De la misma manera, la Torá es un cuerpo de ley donde cada mitzvá individual representa un “órgano” de ese “cuerpo”. Para poder comprender el verdadero valor de la Torá la persona deberá conocer su “anatomía” ̶ sus leyes e ideas ̶ cómo es que cada mitzvá se encuentra interconectada con las otras, como parte individual e integral de toda la Torá (Likutey Halajot, Rosh Jodesh 5:6).
El Rabí Natán continúa su discurso explicando los paralelos entre la “anatomía” de la Torá y la anatomía humana. Este es un tema muy importante de la Kabalá, que describe la conexión entre ciertas partes del cuerpo y determinadas mitzvot. El Rabí Natán escribe en otro lugar que aquél que comprende los escritos del Zohar y del Ari sabe que todos los misterios de la Kabalá se refieren a esto (Likutey Halajot, Minja 7:22). Dos de los trabajos mencionados en este libro, Sha’arey Kedushá y Sefer Jaredim tienen éste como su tema principal.
Aunque material, la forma humana corresponde a la Torá y refleja los más altos niveles de espiritualidad. Cada parte del cuerpo corresponde a un concepto espiritual diferente, a una mitzvá diferente. Cada órgano y cada vena contienen su propio poder espiritual. Si son controlados, estos poderes pueden elevar al hombre por sobre la forma material que alberga su alma. Moisés es el paradigma de esta elevación. Él purificó su cuerpo físico al punto en que su corporeidad se transformó en espiritualidad. La Torá es testigo de esto cuando relata que Moisés ascendió a los cielos y allí estuvo durante cuarenta días y cuarenta noches sin comer ni beber (Deuteronomio 9:9). Otro versículo afirma, “Esta es la bendición con la cual Moisés, el hombre de Hashem, bendijo al pueblo de Israel (Ibid 33:1). Moisés es llamado “hombre de Hashem” porque logró transformar su cuerpo físico en un templo Divino para su espíritu (Devarim Rabah 11:4).
Así está escrito (exodo 34:30), “Cuando Moisés descendió del Monte Sinaí con las dos Tablas del Testimonio en sus manos… No supo que la piel de su rostro se había vuelto luminosa pues [Dios] había hablado con él. Cuando Aharón y todos los hijos de Israel vieron que la piel del rostro de Moisés brillaba con una luz muy grande, tuvieron temor de acercarse a él.
Rebe Najmán de Breslov




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