domingo, 23 de julio de 2017

Sobre el Bahir (Libro de la Claridad) Pasuk (porción) III



Los pequeños grandes libros de la Humanidad, entre los que se cuenta El Libro de la Claridad (Báhir), tienen un destino poderoso. Nada los detiene, y los comentarios que a su alrededor tejen los siglos, no hacen sino incrementar su misterio. Así ocurre con el Tao Te King de los chinos el Bhagavad Gita entre los hindúes, o el mismísimo Yetzirá entre los kabalistas. Lo pequeño no es solamente hermoso, sino potente como la energía del átomo o las cifras genéticas en nuestros cromosomas.
La modernidad de la Kábala, la coincidencia entre mu- chas de sus ideas e instituciones y los teoremas de la física actual o de la psicología de las profundidades nos asombran y admiran. Precursor en ello, el Bahir, cuya segunda edición castellana presentamos al lector, da tes timonio fehaciente de esa sugestiva alianza entre lo más remoto, lo más antiguo y lo que actualmente sucede ante el movimiento silencioso de nuestros párpados.
Para los kabalistas de la España medieval, este midrash o apólogo que el lector tiene en sus manos solía adoptar dos títulos diferentes. Se lo llamaba Midrash de Rabí Nehunia ben Hakaná siguiendo su frase inicial, o bien Séfer ha-Bahir, Libro de la Claridad, recordando el pasa- je de Job 37:21: «Vieron una clara luz». Para Gottfars- tein, cuya versión francesa hemos cotejado, el segundo nombre parece ser más antiguo que el primero. Sin embargo, Ñajmánides de Girona (siglo Xlll) lo denomina por el nombre de Rabí Nehunia. Eso prueba no sólo la variable oralidad de la transmisión sino también lo intrascendente del título frente a lo medular de la exégesis, puesto que en definitiva un midrash es eso: análisis verbal, simbólico, emocional, espiritual de cualquier pasaje de las Escrituras.
Considerando que éstas poseen un misterioso orden circular, al estudiar el Bahir nos damos cuenta hasta qué punto cada versículo es eco de todos los restantes.* Basta el tendido de una sola línea para que fluya por ella la alta tensión del lenguaje bíblico. Estas conversaciones, diálogos entre discípulos y maestros, llegan hasta nosotros como la taquigrafía de un temario más extenso.

Pasuk (Porción)
III
¿Por qué la Tora comienza por la letra beit? Porque alude a la palabra braja (bendición), que también comienza por esa letra. ¿Y cómo sabemos nosotros que la Tora es llamada «bendición»? Por el pasaje del Deuteronomio 33:23: «Lleno de la bendición de la mar y el sur sean su heredad.»
La mar es la Tora, puesto que en Job 11:9 está escrito:
«Es más vasta que la mar». ¿Y qué significa «lleno de la bendición de Significa que en todas partes en donde aparezca la beit se alude a un lenguaje de bendición.
No hay comienzo que no implique sabiduría,5 como especifica el Salmo 111:10: «El comienzo de la sabiduría es el temor a Iud Hei Vav Hei no hay sabiduría que no sea bendición, puesto que se dice: «Y Hashem bendijo a Salomón», y también, en el libro Reyes 5:26: dio sabiduría a Salomón». Lo cual es comparable a un rey que une su hija a su hijo diciéndole: «Goza de ella a tu placer».
Extracto de la obra el Bahir (El libro de la Claridad)

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