viernes, 12 de enero de 2018

El Exilio y la Redención de Acuerdo con la Kabalá .-Parashá Vaerá -




“Éstos son Aharon y Moshé, a quienes el Eterno dijo: “Saquen a los hijos de Israel de la tierra de Egipto según sus legiones”(Shemot 6:26)
Tenemos que entender por qué el pueblo de Israel fue redimido precisamente a través de la tribu de Levi y, más específicamente, por intermedio de Moshé y Aharón. La relación entre la sefirá de netzaj y la de hod. Con ayuda del Cielo podemos explicarlo basándonos en lo que escribe el Zohar (Bamidbar 236:1), acerca de las sefirot de netzaj y hod, diciendo que “son dos partes de un mismo cuerpo”, es decir que no pueden separarse la una de la otra.
Acerca de la sefirá hod, escribió el Arizal (Etz Jaim 35:5) que ciertas fuerzas de impureza pueden apegarse a ella; pero en cambio en la sefirá netzaj no existe esta posibilidad, porque es eterna y la impureza en sí misma es una mentira (Zohar Jadash Ki Tisá Maamar Aseret HaDibrot) y por lo tanto no puede apegarse a netzaj. [Cuando habla de la posibilidad de que las fuerzas de impureza se adhieran a la sefirá de hod, se refiere solamente a los tres niveles inferiores de hod que son paralelos al nivel de maljut en las fuerzas de impureza y no más que eso].
Podemos ver que cuando el ángel de Esav, que es el Satán mismo (Zohar Bereshit 170:1), peleó con Iaakov Avinu y luego Iaakov le pidió una bendición, el ángel le dijo: "¿Por qué preguntas mi nombre?" (Bereshit 32:30). Allí dice Rashi: "No tiene un nombre fijo". ¿Por qué? Porque el nombre alude a la esencia y algo que tiene una esencia verdadera tiene un nombre fijo; pero el ángel de Esav no es algo verdadero. Todavía tenemos que entender las palabras del Zohar respecto a que las sefirot de netzaj y hod no pueden separarse una de la otra, ya que vimos que las fuerzas de la impureza pueden apegarse a la sefirá de hod e inclinarla hacia ellas, pero no pueden tocar a la sefirá de netzaj; y de acuerdo a esto deberían separarse una de la otra.

La explicación parece ser que aun cuando las fuerzas de impureza se apegan a la sefirá de hod, una parte de ella queda unida a la sefirá de netzaj y a eso se refiere el Zohar al decir que no pueden separarse la una de la otra. La prueba la encontramos en lo que dice Rashi en nombre de nuetsros Sabios acerca del versículo: "Iaakov salió de Beer Sheva" (Bereshit 28:10): "Para enseñar que la partida de un hombre justo de un lugar causa una profunda impresión" (Bereshit Rabá 68:6).

Y sigue diciendo: "Pues todo el tiempo que un hombre justo permanece en una ciudad, él constituye su gloria (hod), su esplendor y su belleza; pero cuando él parte del lugar su gloria, su esplendor y su belleza desaparecen". Aprendemos aquí que aun cuando la gloria de la persona justa desaparece, queda una profunda impresión en el lugar. De manera similar, aunque Hashem se contrajo a Sí Mismo al crear al mundo y no sentimos Su omnipresencia en todo el mundo, si observamos con atención podemos ver la profunda impresión que Él dejó en todo aún después de contraerse y dar lugar a la existencia.
Así también sucede con la gloria (hod) del hombre justo: incluso después de que parte de un lugar, se puede llegar a ver la profunda impresión que dejó. Lo mismo podemos decir respecto a la relación que existe entre las sefirot de hod y netzaj; es decir que siempre queda en netzaj una profunda impresión aún cuando las fuerzas de impureza se apegan a hod, y eso permite que su santidad sea recuperada por el pueblo de Israel a través de sus actos.

El exilio – La gloria (hod) en el exilio de la impureza Todo el tema del exilio de la Presencia Divina y Su vergüenza (como si fuera) al encontrarse en manos de la impureza, se refiere a la sefirá hod que está atrapada en garras de la maldad. Así está escrito en la Meguilat Ejá: "Me dejó desolada y débil todo el día" (Ejá 1:13). En hebreo la palabra que utiliza el versículo para "débil" es הוד (davá) que tiene las mismas letras que la palabra hod (דוה ). El significado simple de la palabra davá es sufrimiento; es decir que todo el día sufrimos por la sefirá hod que está presa en manos de las fuerzas de la impureza (Ver en los textos del Arizal).

Los patriarcas son considerados como la Carroza Real de la Presencia Divina (Bereshit Rabá 47:6) y las tribus fueron llamadas “las tribus de Hashem, testimonio para Israel” (Tehilim 122:4). El pueblo de Israel es quien lleva con él la Presencia Divina, es decir, que llevan con ellos la Gloria Divina (hod) y por eso el rey David utilizó en el versículo mencionado el Nombre de Hashem iud-hei, que tiene el mismo valor numérico que hod; aludiendo a que el pueblo de Israel lleva con él la sefirá de Hod. Cuando el pueblo de Israel bajó al exilio en Egipcio, la Presencia Divina fue con ellos (Ialkut Shimoni Shemot 210), en la parte correspondiente a la sefirá de hod. Cuando los egipcios esclavizaron al pueblo y los gobernaron, al mismo tiempo gobernaron la sefirá de hod que estaba con el pueblo. Cuando la impureza gobierna la sefirá de hod, ésta se separa de la sefirá de netzaj, con excepción de la porción que nunca se separa, como ya explicamos.

La redención sucede cuando se unen las sefirot de hod y netzaj En el rezo decimos: “Hasta cuándo Tu esplendor estará preso y Tu belleza en manos de extraños” (Shajarit, Ve Hu Rajum). Esto se refiere a la Torá, diciendo: Hasta cuándo estará Tu Torá presa y humillada. Como dijeron nuestros Sabios (Avot 6:2): “Cada día sale del Monte Jorev una Voz Celestial y dice: “¡Pobres de aquéllos que humillan la Torá!” Y a pesar de que la Torá pertenece a la sefirá de netzaj –y, como ya dijimos, netzaj no es gobernada por ninguna fuerza impura- aun así, debido a que ella está siempre conectada con la sefirá de hod, cuando hod está en manos de extraños resulta –por así decirlo- un daño también en la sefirá de netzaj. Entonces se dice que netzaj está presa y la Torá, humillada.

Nosotros rezamos pidiendo que Hashem ayude al pueblo de Israel a unir la sefirá de hod con netzaj y así “rescatar”, por así decirlo, a la Torá del exilio. Por eso, cuando el Faraón fue a luchar contra el pueblo de Israel en el Mar Rojo, el pueblo se apegó a su Creador, arrepintiéndose de sus malas acciones y entonces lograron unir a la sefirá de hod con netzaj, siendo así redimidos, como está escrito: “El Faraón se acercó” (Shemot 14:10). En hebreo la palabra “se” no aparece, por lo que dice “El Faraón acercó”, es decir que él acercó al pueblo de Israel a su Padre Celestial (Shemot Rabá 21:5).

Esto es lo que pedimos en Eijá (5:21): “Devuélvenos a Ti, Eterno, y regresaremos; renueva nuestros días como antaño”. Porque al acercarnos a Hashem, se renovarán nuestros días como en el pasado, es decir, se reconstruirá el Bet HaMikdash (el Templo). “Como antaño” es la gloria (hod) que era el Templo (Berajot 58a). Esto es el resultado de la unión de hod y netzaj, la redención.

Moshé y Aharón Corresponden a las Sefirot de Netzaj y Hod Vemos que para redimir a Israel era necesario unir las sefirot de hod y netzaj; por eso Hashem eligió a Aharón y a Moshé, ya que cada uno de ellos da existencia a una de estas sefirot. 

Moshé corresponde a la sefirá de netzaj y Aharón, a la sefirá de hod (Zohar Primera Parte, hashmatot 6:1)

Así fue que pudieron redimir a Israel y por eso Iosef les dijo a sus hermanos: “pakod ifkod” (Bereshit 50:25). Con esto se estaba refiriendo a la futura redención que llegaría a través de Moshé y de Aharón, porque la palabra “pakod” significa una orden (pekudá), la cual será encomendada a través de la unión de Moshé y Aharón. Y no utilizó otra palabra que se refiriera directamente a la redención.

Moshé corresponde a la sefirá de netzaj, porque él fue quien recibió la Torá

En los libros sagrados, la Torá es llamada “pan”, tal como lo dice el versículo (Mishlei 9:5): “Ven, come de mi pan”. Y el pan es harina (kemaj), que tiene el mismo valor numérico que la palabra netzaj (eternidad). La verdad es que la Torá misma en su esencia se corresponde con la sefirá de netzaj, porque como ya explicamos la esencia de netzaj es la eternidad, la verdad absoluta, lo inmutable, así como la Torá es eterna e incambiable. Éste es uno de los principios de fe: “Yo creo con fe completa que esta Torá no será cambiada (por otra)”.

Por eso la Torá tiene la fuerza de sacar a la luz el aspecto de hod que se apegó a netzaj a través de “La voz es la voz de Iaakov” (Bereshit 27:22), que se refiere a la Torá (Bereshit Rabá 65:20). Esto está escrito explícitamente en el versículo: “Reconozcan la fuerza de Hashem, Su Majestad es sobre Israel”. La “fuerza” es la Torá, como decimos en el rezo: “Hasta cuándo Tu fuerza estará presa”. Y la palabra “Majestad” (gaavató), tiene el mismo valor numérico que hod.

La explicación del versículo es que Hashem espera que el pueblo de Israel rescate a la sefirá de hod, cumpliendo con la continuación del versículo: “Y Su fuerza está en los Cielos” (Ibíd.). 
El rescate de hod de las garras de las fuerzas de la impureza es posible solamente anulándose frente a la Torá. De esta manera la sefirá de hod es redimida de las garras de la klipá. 
Esto es lo que dijeron nuestros Sabios (ver Zohar Segunda Parte 90:2, Tercera Parte 4:2): “Israel, Hashem y la Torá son uno”. Israel es verdad, Hashem es verdad y la Torá es verdad; y la verdad es netzaj. Es decir que todas se corresponden con la sefirá de netzaj.
La eternidad de Hashem es Su reinado, pero un rey sin un pueblo no tiene sobre quién reinar, y por eso Hashem necesita –por así decirlo- al pueblo de Israel. Esto es lo que dice el versículo que mencionamos: que la Majestad de Hashem es sobre Israel y el papel que cumple el pueblo de Israel de ser el pueblo de Hashem, se corresponde con la sefirá de hod. De esta manera, al unirnos con la Torá, es decir, al unir netzaj con hod, merecemos conectarnos con el reinado de Hashem, transformándonos en el pueblo de Hashem.
El Nombre de Hashem iud-hei que utiliza el versículo: “Las tribus de Hashem (iud-hei), testimonio para Israel” (Tehilim 122:4), tiene el mismo valor numérico que hod. 
Es decir que las tribus corresponden a la sefirá de hod y al conectarse con el testimonio, que es la Torá, se unen con Hashem. Esto también lo encontramos en otro versículo (Ibíd. 19:8): “El testimonio del Eterno es firme y hace sabio al simple”.
Como ya dijimos, Aharón HaCohén corresponde a la sefirá de hod. Esto está expresado en el hecho de que él era quien servía como Sumo Sacerdote (Cohén Gadol) en el Tabernáculo (Mishkán). El Templo es la fuente de la sefirá de hod (Berajot 58a), tal como dice el versículo que vimos antes: “Me dejó desolada y débil todo el día”. Explicamos que la palabra “débil” en hebreo es “davá” (הוד(, que contiene las mismas letras que hod (דוה(. Esto implica que Hashem dejó al pueblo de Israel desolado, sin el Templo, y como resultado, la sefirá de hod está exiliada.

Pero el Templo tiene también otro aspecto: es considerado como el “corazón”.
 Si observamos el orden de las banderas del campamento del pueblo de Israel en el desierto, veremos que en su interior estaba el campamento de la tribu de Levi, dentro del cual se encontraba lo que se consideraba el “Campamento de la Presencia Divina”. Y en el centro del Templo estaba el Kodesh HaKodashim, tal como el corazón de la persona se encuentra en el centro de su cuerpo. De esto resulta que Aharón es considerado como el corazón y a esto se refieren las palabras que Hashem le dijo a Moshé:  “Al verte se alegrará en su corazón” (Shemot 4:14).

Ésta es también la explicación del versículo (Tehilim 99:6): “Moshé y Aharón entre Sus sacerdotes y Shemuel entre los que invocan Su Nombre”, acerca del cual dijeron nuestros Sabios (Ialkut Shimoni Shemuel 89), que Shemuel es considerado en el mismo nivel que Moshé y Aharón juntos. Esto se refiere a la unión de netzaj y hod, porque Shemuel corresponde a la unión de estas dos sefirot, tal como lo testimonian las mismas palabras del profeta Shemuel al rey Shaúl: “La eternidad (netzaj) Israel no mentirá ni se arrepentirá” (Shemuel I 15:29).

Moshé se Niega a Ir a Egipto
Teniendo en cuenta lo dicho, podemos comenzar a comprender otro tema: ¿Por qué Moshé se negó a ir a Egipto cuando Hashem le ordenó redimir al pueblo? Durante tres días Hashem le insistió y Moshé se negó una y otra vez, hasta que Hashem le prometió que su hermano Aharón se uniría a él, como está escrito: “Y tu hermano Aharón será tu portavoz” (Shemot 7:1). ¡Esto es algo increíble! ¿Cómo es posible que Moshé se negara a redimir al pueblo de Israel, incluso después de que Hashem le dijera: “El clamor de los hijos de Israel llega hasta Mí”… ¿Acaso esas palabras no lograron despertar la piedad de Moshé por sus hermanos?

Pero de acuerdo con lo que explicamos, que Moshé corresponde a la sefirá de netzaj, que es la Torá, lo podemos entender. Dijeron los Sabios (Derej Eretz Zuta 8): “La Torá se mantiene sólo en aquél que se empequeñece a sí mismo ante ella”. Moshé no sabía hasta dónde llegaba su grandeza y no se consideraba a sí mismo en el nivel de netzaj. Por eso se negó a ir, argumentando que debía hacerlo alguien que perteneciera a esa sefirá de netzaj, la cual exige una extrema humildad. Por eso es que Hashem le siguió insistiendo para que fuera, demostrándole que él mismo estaba en ese nivel de netzaj. Pero Moshé no aceptó hacerlo hasta que Hashem le dijo que lo acompañaría su hermano Aharón, porque consideraba que debía unirse con la sefirá de hod para poder redimir a Israel. Por eso Hashem le dijo a Moshé que su hermano sería su portavoz.

Si unimos las palabras netzaj y hod, obtenemos el valor numérico de 163, equivalente al valor numérico de uno de los Nombres de Hashem, lo cual indica que cuando Moshé y Aharón están unidos, se conectan con las cualidades Divinas, y así lo testimonia el versículo al decir: “Moshé hombre de Hashem” (Devarim 33:1). Porque netzaj es eterno tal como Hashem es Eterno, y al estar unido a netzaj, hod se conecta también con las cualidades Divinas. Y por eso la palabra hebrea que utiliza la Torá para decir que Aharón será el portavoz de Moshé, se escribe igual que uno de los Nombres de Hashem (E-lokim).

La Torá sólo se mantiene en quien se empequeñece a sí mismo por ella La Torá se mantiene solamente en aquél que se empequeñece y no se vuelve orgulloso. ¿Acaso no dice el versículo (Tehilim 68:38): “Su orgullo es sobre Israel”? Y también está escrito acerca del pueblo de Israel: “Y serán para Mí un reino de sacerdotes y un pueblo santo” (Shemot 19:6). Aparentemente deberíamos estar orgullosos. Además, el Talmud dice (Sotá 5a): “Un sabio necesita un octavo de un octavo de orgullo”. ¿Acaso esto no se contradice con lo anterior?
La Torá está compuesta por los Nombres de Hashem (Zohar Parte II, 124:1; Introducción del Rambán a la Torá), y por eso no acepta ninguna clase de orgullo. El objetivo de la Torá, como vimos, es rescatar la sefirá de hod de la impureza y de las klipot y unirla con la sefirá de netzaj, que como ya explicamos es la Torá misma. A esto se refirieron los Sabios al decir que “la Torá se mantiene solo en aquél que se empequeñece” para adquirirla y así rescatar la sefirá de hod. Pero después de haber rescatado la sefirá de hod, puede enorgullecerse. O mejor dicho, ese mismo hecho ya es un orgullo, como está escrito: “Su orgullo es sobre Israel”, como ya dijimos antes.

La Distinción de la tribu de Levi La tribu de Levi no fue subyugada en Egipto (Shemot Rabá 5:16). Los egipcios capturaron a la sefirá de hod, pero como sabemos, Moshé y Aharón pertenecían a la tribu de Levi y ellos debían redimir al pueblo de Israel.
Por eso Hashem no dejó que la tribu de Levi fuera esclavizada ni tampoco el hod que estaba en ella, para que de esta forma permanecieran limpios de toda impureza y pudieran redimir al pueblo de Israel de la esclavitud egipcia. Hashem eligió a Moshé desde su nacimiento para ser el redentor de Israel (Shemot Rabá 2:4). Así dijeron nuestros Sabios: “¿Por qué su nombre es Levi (que en hebreo significa “acompañar”)? Porque Hashem lo acompañó en Sus regalos”. Hashem eligió a Moshé cuando éste aún estaba en el vientre de su madre. Las cualidades de Hashem de netzaj y hod se unieron en la tribu de Levi y por eso de esa tribu nacieron los redentores del pueblo de Israel.

La tribu de Levi tenía dos ocupaciones principales. Ellos eran quienes estudiaban la Torá y quienes la transmitían a los demás y también eran los responsables del servicio en el Beit HaMikdash y en el Mishkán. Esto se debe a que la Torá es quien protege a la sefirá de netzaj y el Beit HaMikdash corresponde a la sefirá de hod.
Podemos agregar que la distinción de la tribu de Levi ya había sido marcada por Iaakov Avinu al destinarlo para ser “la Carroza de Hashem” (Bamidbar Rabá 2:8) y así cuidó su sefirá de hod. Cuando Iaakov pidió que lo enterraran en la tierra de Israel, sus hijos temieron que la sefirá de hod cayera en manos de las fuerzas de impureza por la influencia de los egipcios durante el exilio y así fuera anulada toda posibilidad de redención.

Por eso, ya desde entonces la tribu de Levi fue separada para dedicarse al estudio de la Torá y al servicio Divino (Rambam, Avodá Zará 1:3), y de esta manera cuidarían las sefirot de hod y netzaj, para que más adelante pudieran redimir al pueblo de Israel. Pensé que ésta es la razón por la cual Iosef Hatzadik utilizó la doble expresión al decir “pakod ifkod” (recordar los recordará Hashem) (Bereshit 50:25) y no dijo solamente “los recordará” una sola vez, porque esto hace referencia a las sefirot de hod y netzaj, por las cuales serían redimidos de Egipto.

El Secreto del Exilio Egipcio y la Lucha del Faraón Podemos profundizar aún más. 
El Ari HaKadosh (Likutei Torá Miketz), explicó que el pueblo de Israel llegó a Egipto para rescatar las chispas Divinas que salieron de Adam Harishón durante los ciento treinta años que pasó ayunando y recapacitando sobre sus actos. Esas chispas Divinas estaban en Egipto y ellas fueron la razón por la cual el pueblo de Israel debía vivir en Egipto, para rescatarlas de la impureza.
Esto es lo que decimos en Pesaj: “Ha lajma aniá” (Éste es el pan del pobre), ésas son las chispas Divinas. “De ajlu abatana beara de Mitzraim” (que comieron nuestros padres en la tierra de Egipto). Es decir, que rescataron nuestros padres en la tierra de Egipto. Cuando finalizó la rectificación y fueron rescatadas las chispas, el pueblo de Israel fue redimido. Por eso comemos matzá “pobre”: porque recuerda las chispas Divinas que eran “pobres” en manos de la impureza. En consecuencia, luego de la redención recibimos esta mitzvá de comer matzá, que es “el pan del pobre”.

Ésa era la lucha del Faraón, que es la klipá y las mismas fuerzas de impureza, por evitar que esas chispas de santidad fueran redimidas. La lucha se concentró principalmente en la sefirá de hod, porque como ya explicamos sobre ella tienen cierto gobierno las fuerzas de impureza. El pueblo de Israel buscaba unir las sefirot de netzaj y hod para así redimir las chispas de santidad y poder salir del exilio.

Por su parte, el Faraón intentaba separarlas capturando la sefirá de hod. Y fue aún más lejos y negó la existencia de la sefirá de netzaj, diciendole a Moshé: “¿Quién es Hashem para que yo Le obedezca?” (Shemot 5:2). Es decir, “no creo en la existencia de la sefirá de netzaj”. Por esta razón, Moshé Rabenu (quien representa en sí mismo la sefirá de netzaj, la verdad y la eternidad), no podía soportar estar en compañía del Faraón y tener que ver su rostro, hasta tal punto que Hashem Mismo debió ordenarle: “Ven a lo del Faraón” (Ibíd. 10:1), “tú y Yo”, como ya dijimos antes en nombre del Zohar.
Ésta fue la lucha entre Moshé Rabenu y el malvado Faraón: quién se quedaría con la sefirá de hod; si las fuerzas de impureza (que Hashem no lo permita) o Moshé Rabenu, quien de esa manera podría rescatar las chispas Divinas y redimir al pueblo de Israel, para finalmente recibir la Torá Eterna.

Los Diferentes Aspectos de la Guerra Contra Amalek Amalek salió a pelear contra el pueblo de Israel apenas éste salió hacia el desierto. Como es sabido, Amalek es la raíz de la klipá (Megalé Amukot Vaetjanán Ofen 42) y por eso le era tan urgente dañar al pueblo de Israel e impurificarlo antes de que recibiera la Torá. Porque Amalek sabía que después de que recibieran la Torá, los judíos serían capaces de rescatar con ella a la sefirá de hod y liberarla para siempre, cumpliendo con el versículo: “El Eterno reinará por siempre jamás” (Shemot 15:18). Una vez que liberaran a hod, la impureza ya no podría volver a gobernar sobre ella. Por eso Hashem le dijo a Moshé: “Pues la mano se alza sobre el Trono de Hashem; el Eterno tendrá guerra con Amalek de generación en generación” (Ibíd. 17:16).
El Nombre de Hashem que aparece en este versículo es iud-hei, el cual tiene el mismo valor numérico que hod. Amalek quiso dañar la sefirá de hod y capturarla sacándosela a netzaj. La guerra contra Amalek es eterna, hasta que hod sea devuelta a su lugar junto a netzaj, y todo el tiempo que Amalek tenga existencia no pueden llegar a unirse. Por esta razón Amalek debe ser borrado totalmente.

A pesar de que después el pueblo de Israel recibió la Torá, que es netzaj, y con ella deberían haber corregido la situación y rescatar a la sefirá de hod, como explicamos, de todas formas esto no sucedió, porque el pueblo de Israel recibió la Torá a la fuerza, tal como está escrito (Shabat 88a): “Colocó la montaña sobre ellos amenazante”. De esto resulta que la unión entre netzaj y hod que tuvo lugar en ese momento fue forzada y defectuosa. Por eso Amalek no fue exterminado y continúa la guerra contra él.

Posteriormente, Hashem envió al Rey Shaúl para que luchara contra Amalek, pero Shaúl tuvo piedad y no eliminó el recuerdo de Amalek. El reproche de Shemuel a Shaúl fue: “La eternidad (netzaj) de Israel no mentirá ni se arrepentirá” (Shemuel I 16:29). Esto se refiere a las doce tribus que tienen la fuerza de unir a las sefirot de netzaj y hod. Esto está insinuado en las últimas letras de netzaj y hod, que suman doce al igual que las doce tribus. A esto se refirió Shemuel al decir que “Israel no mentirá ni se arrepentirá”: ellos corregirán la falta y unirán a hod con netzaj.

Esta “corrección” tuvo lugar en los días de Mordejai y Ester, quienes eran descendientes del Rey Shaúl. En esa época se levantó contra ellos el malvado Hamán, descendiente de Amalek. Sus diez hijos corresponden a las diez klipot de cada una de las sefirot de impureza (Meguilat Starim de Rabenu Iaakov de Lisa 1:1). Vi en los libros que existen diez sefirot de impureza en oposición a las diez sefirot de santidad (Zohar Tercera Parte, 41:2).

Pero a diferencia de las sefirot de santidad, las sefirot de impureza no tienen una existencia verdadera, sino que son como una sombra y solamente pueden existir cuando faltan las luces de la santidad. Por lo tanto, es suficiente con reforzar las sefirot de santidad para que desaparezcan las sefirot de impureza ya que, como dijimos, no tienen una existencia verdadera. 
Así dice el versículo (Vaikrá 26:8): “Cinco de ustedes perseguirán a cien de ellos y cien de ustedes perseguirán a diez mil de ellos”, porque no tienen pureza en absoluto.

Mordejai y Ester junto a todos los demás judíos recibieron nuevamente la Torá, tal como está escrito en la Meguilat Ester (kiemu ve kiblú haiehudim) “Los judíos recibieron sobre ellos y cumplieron” (Ester 9:27). Dijeron nuestros Sabios (Shabat 88a): “Recibieron por propia voluntad la Torá que el pueblo de Israel había recibido de manera forzada en el Monte Sinaí”. Y así unieron a netzaj con hod, una unión tan fuerte y estable que de esa manera lograron anular a Hamán y a sus diez hijos, a la klipá y a sus diez sefirot de impureza. Ésta es la razón por la cual Mordejai y Ester son llamados “Haiehudim” porque en esta expresión está incluida la palabra hod (en hebreo las vocales o y u se escriben con la misma letra, la vav), que alude a la corrección que hicieron al unir a esta sefirá con netzaj.

Ésta es la razón por la cual Zerubabel comenzó la construcción del Templo por orden de Koresh, pero no completó su construcción hasta después de lo sucedido en los días de Mordejai y Ester. Porque el Templo es el corazón del pueblo de Israel y -como ya explicamos- corresponde a la sefirá de hod; por ello hasta que hod no fue recuperado totalmente, no se pudo terminar de reconstruir el Templo.

Diez Sefirot de Santidad Para Unir a Netzaj con Hod En el sagrado libro Jesed le Abraham (Maaián 2, Nahar 5), del abuelo del Gaón Harav HaJida, dice que las diez sefirot están siempre presentes y conectan a la persona con Hashem. Dice también que no entendemos cuánto poder tenemos en nuestras manos. Debemos cuidarnos de elevar las sefirot a través de la Torá y sus mitzvot, ya que ellas atraen desde los Cielos la abundancia a través de los conductos que corresponden a estas diez sefirot. En cambio, las transgresiones debilitan a las sefirot y las hacen caer, que Hashem no lo permita. Éstas son sus palabras.

La explicación a estas santas palabras se encuentra en el hecho de que nuestros patriarcas constituyen la “Carroza Celestial” (Bereshit Rabá 47:6). Esto significa que Hashem –por así decirlo- los hizo “socios” en la creación del mundo. Es sabido que cada uno de los patriarcas y los siete “pastores” se corresponden con cada una de las diez sefirot; y nosotros, sus descendientes, heredamos esa fuerza. De esta manera resulta que las diez sefirot nos traen la fuerza de nuestros patriarcas y de la Torá.

Esto está aludido en la palabra merkavá (carroza). Si dividimos la palabra obtenemos mer (רמ) - ka (הכ) (dejando de lado la letra bet). Si invertimos las letras de mer, obtenemos la palabra ram (elevado). Además, las letras kaf y hei (25), sumadas al kolel (un uno que se agrega por la palabra misma), tienen el mismo valor numérico que el Nombre Divino iud-hei-vav-hei (26). Esto alude a que los judíos tienen la fuerza de elevar (de la palabra ram) a Hashem a través de la Torá y las mitzvot. Y nos queda la letra bet de la palabra merkavá.
La letra bet alude a la Torá Escrita y a la Torá Oral, ya que al dedicarnos a ellas elevamos el Nombre iud-hei-vav-hei de la merkavá. Pero también si una persona comete transgresiones (que Hashem no lo permita), hace caer las diez sefirot y el honor de Hashem, separando de esta manera las sefirot de netzaj y hod. Entonces se detiene la abundancia que existía mientras estas sefirot estaban unidas, tal como decimos en Keriat Shemá (Devarim 11:16-17): “Cuiden que su corazón no los descarríe apartándolos para servir a otros dioses y postrarse ante ellos, porque si ello ocurriere, se encenderá la ira del Eterno contra ustedes e impedirá que el Cielo les traiga lluvia y que la tierra les dé su fruto”.
Cuando no hay abundancia, la situación es mar (amarga) para Israel. Como está escrito en Meguilá Ejá (1:4) respecto a Israel en el exilio: “Y ella está sumida en la amargura”. Éstas son las dos explicaciones de la palabra merkavá. Con la inversión de las letras se refiere a que el pueblo de Israel eleva el Nombre de Hashem que está aludido en las últimas letras de la palabra (kaf, hei).
El segundo significado es teniendo en cuenta la primera parte de la palabra, mar, implicando que cuando el pueblo de Israel peca, está –por decirlo de alguna manera- degradando el Nombre Divino aludido en las últimas letras de la palabra (kaf, hei). Y al hacerlo detienen la abundancia y todo se les vuelve mar (amargo).

El Pecado de los Alumnos de Rabi Akiva Dijeron los Sabios (Iebamot 62b), que en los días de la cuenta del Omer murieron los veinticuatro mil alumnos de Rabi Akiva por no respetarse debidamente los unos a los otros. ¿Cómo es posible que los alumnos del sagrado tanaíta Rabi Akiva no se respetaran los unos a los otros? Y la respuesta es que por supuesto que se mostraban respetuosos, pero dentro del corazón no se respetaban de la manera correspondiente. Esto está aludido en la palabra respeto (kavod), que tiene el mismo valor numérico que la palabra corazón (lev). El servicio Divino exige un trabajo interno desde lo más profundo del corazón de la persona.

La persona es como un pequeño Templo, como está escrito (Shemot 25:8): “Harán un santuario para Mí y Yo habitaré en ellos”, es decir, en cada persona (Nefesh HaJaim 1:4, en el comentario 5). El mundo se mantiene gracias a la Torá, el Servicio Divino y el guemilut jasadim (bondad, beneficencia) (Avot 1:2). La Torá es netzaj, el servicio Divino en el Templo es hod (Berajot 58a). Sobre esto se mantiene el mundo. La Torá está unida al servicio Divino, es decir que netzaj está unido con hod, y esto tiene lugar a través de guemilut jasadim. Porque guemilut jasadim es un trabajo del corazón, un trabajo interno que depende de las buenas cualidades de la persona y solamente con ellas se puede adquirir la Torá.
Como dijo el Gaón Rabi Israel Salanter, las cuarenta y ocho “adquisiciones” que menciona la Mishná en Avot son cualidades y el tiempo que hay entre Pesaj y Shavuot, los cuarenta y nueve días de la cuenta del Omer, constituyen el momento propicio para adquirirlas y llegar con la preparación necesaria a la entrega de la Torá, corrigiendo cada día una de estas cualidades. Así también dice la Mishná en Avot (2:2): “Buena es la Torá junto con un buen comportamiento”. “Un buen comportamiento” se refiere a las buenas cualidades que llevan a la persona a hacer el bien para con su prójimo.

Además, agregó el tzadik Rabi Israel Salant que en contraposición a los cuarenta y ocho portones de santidad existen cuarenta y ocho portones de impureza, que se refieren a las malas cualidades. Esto esta insinuado en el mismo número cuarenta y ocho, que en letras hebreas corresponde a mem-jet, lo que alterando el orden de las letras puede leerse como: moaj (cerebro, entendimiento) o como jam (caliente). Como dice el versículo (Tehilim 39:4): “Mi corazón se calentaba dentro de mí y mientras meditaba se encendió fuego”. 
La palabra “corazón” se refiere a la capacidad que tiene el corazón humano de unir las sefirot de netzaj y hod utilizando el entendimiento (moaj) y las buenas cualidades. Por otro lado, el entendimiento (moaj) tiene la capacidad de arruinar las cualidades y volverlas negativas, que Hashem no lo permita.
La Unión de Netzaj y Hod a Través de un Trabajo Interno Explicamos más arriba que la Torá se mantiene sólo en aquéllos que se empequeñecen frente a ella (Derej Eretz Zuta 8), y dijimos que de ese “empequeñecimiento” resulta la unión de netzaj con hod. Ahora podemos entender mejor este tema, ya que la unión de netzaj con hod se logra a través de la Torá, la cual se alcanza través de las “48 adquisiciones” y las buenas cualidades, que constituyen la vida interior de la persona. Esto puede entenderse en el sentido de que la persona debe “empequeñecerse” hasta lograr entrar en su interior, a fin de adquirir la Torá y así unir las sefirot de netzaj y hod.
Los Dos Aspectos del Orgullo, Para Bien y Para Mal Los alumnos de Rabi Akiva no se respetaron lo suficiente los unos a los otros en su interior, es decir que fueron orgullosos.
Este orgullo es un orgullo negativo y se contradice con la obligación de empequeñecerse para unir a netzaj con hod. Por eso murieron.
Antes explicamos el versículo: “Hasta cuándo Tu gloria estará presa” (uzja beshevi). La palabra hebrea beshevi, puede separarse en bosh y bi. Ya dijimos que bosh tiene el mismo valor numérico que krav (lucha, batalla). Esto alude al intento de acercarse a Hashem para unir así a netzaj con hod. Pero la palabra krav puede leerse también como rekev (pudrición), tal como dice el versículo (Mishlei 14:30): “(Un corazón tranquilo es la vida de la carne), pero la envidia es la podredumbre de los huesos”. La envidia es producto del orgullo. Éste es el orgullo negativo, lo contrario de un orgullo positivo que lleva a unir netzaj con hod. El orgullo de los alumnos de Rabi Akiva separaba a estas sefirot, como ya explicamos.
Cuando no hay unión y en su lugar hay orgullo y malas cualidades, el pueblo de Israel es exilado. Porque hod se separa de netzaj y se apoderan de él las fuerzas de la impureza. Como resultado, la nación queda “desolada y débil todo el día” (Eijá 1:13) lo cual, como ya explicamos, corresponde a hod.

RESUMEN
¿Por qué Moshé y Aharón fueron elegidos para ser los redentores del pueblo de Israel? ¿Y por qué surgieron precisamente de la tribu de Levi? a El Zohar explica que netzaj y hod no se separan nunca. Esto aparentemente contradice las palabras del Arizal, quien explica que las fuerzas de impureza pueden gobernar sobre la sefirá de hod pero no sobre netzaj; de lo cual resulta que sí existe la posibilidad de que estas dos sefirot estén separadas.
La explicación es que aun cuando la sefirá de hod es capturada, una parte de ella sigue unida por siempre a netzaj, así como el tzadik deja una profunda impresión en el lugar en el cual vivió (aunque luego lo abandone).
El exilio egipcio fue la captura de hod en las manos del Faraón y la redención fue el resultado de la unión entre hod y netzaj.
Moshé Rabenu representa a la sefirá de netzaj, porque la Torá es eterna y Moshé fue quien entregó la Torá. Aharón HaCohén, quien servía a Hashem en el Templo, es como el corazón que corresponde con la sefirá de hod, porque el Templo es el corazón del pueblo de Israel.
netzaj.
La tribu de Levi se dedicaba al estudio de la Torá, que es netzaj y al servicio Divino del Templo, que es hod. De esta manera, ellos cuidaron a las sefirot de hod y netzaj y por esto es que pudieron salvar al pueblo de Israel. Por esta razón, cuando Iosef se refirió a la redención, utilizó la expresión doble: “pakod ifkod”. Una orden, un recuerdo doble, aludiendo a las sefirot de netzaj y hod, que al unirse traerían la redención.
En un principio, Moshé Rabenu se negó a redimir al pueblo de Israel porque pensó que no contaba con el aspecto de netzaj. Esto fue a causa de su gran humildad. Y sólo aceptó hacerlo cuando por Mandato Divino se le unió su hermano Aharón, quien representaba a la sefirá de hod.
a Amalek luchó para poder capturar a la sefirá de hod antes de que fuera entregada la Torá, para evitar de esa manera una unión permanente entre netzaj y hod, porque de esa manera la klipá ya nunca podría apoderarse de hod. Por esta razón Hashem le dijo al pueblo de Israel: “Pues la mano se alza sobre el Trono de Hashem: el Eterno tendrá guerra con Amalek de generación en generación”, hasta que se unan netzaj y hod para que la klipá ya no tenga forma de separarlas y de gobernar a hod.
El pueblo de Israel fue obligado a aceptar la Torá en el Monte Sinaí y por eso la unión resultante no fue lo suficientemente fuerte. Recién en la época de Mordejai y Ester, el pueblo de Israel recibió la Torá por amor y por propia voluntad. Así unieron a hod y a netzaj de manera fija y lograron vencer a Hamán, que era descendiente de Amalek. Esa generación tuvo el mérito de reconstruir el Templo, lo cual alude a la unión de estas sefirot.
La persona está compuesta por diez sefirot de santidad. Por ello tiene la posibilidad de convertirse en una “carroza” que transporta la Presencia Divina. Por otra parte, a través de las transgresiones, la persona puede caer en las diez sefirot negativas (que Hashem no lo permita).
Esto lo encontramos aludido en la palabra hebrea merkavá, que significa “carroza”. Las letras mar se refieren a ram (elevado), es decir, a elevar a la persona hasta convertirla en una “carroza” que transporte la Presencia Divina. Pero por otro lado mar (amargo) alude a la detención de la abundancia y a una situación amarga. La letra bet alude a la Torá Escrita y a la Torá Oral, a través de lo cual la persona puede elevarse para convertirse en una carroza para la Presencia Divina.
Exteriormente, los alumnos de Rabi Akiva se mostraban respetuosos los unos a los otros, pero no ocurría lo mismo en su interior. La unión entre netzaj y hod exige que el comportamiento externo refleje una realidad interna auténtica.
Solamente así netzaj y hod se unen, provocando un orgullo positivo. Pero el orgullo negativo separa a netzaj de hod.
La Torá se mantiene sólo en aquéllos que se empequeñecen a sí mismos ante ella, es decir, en quienes son humildes. Por otra parte, está escrito: “El orgullo de Hashem es sobre Israel”, de lo cual se desprende que el orgullo es algo necesario. La respuesta a esta aparente contradicción es que es necesario un orgullo positivo, que es el resultado precisamente del hecho de empequeñecerse a uno mismo para lograr unir a las sefirot de hod y netzaj.
RABBI DAVID HANANIA PINTO

jueves, 4 de enero de 2018

Pirkei Avot (Jafetz Jaim) Parte I



“Sobre tres cosas se basa el Mundo: El estudio de la Torah, el servicio a Hashem y los actos de Misericordia.”
El estudio de la Torah es un precepto bíblico, como está escrito: “Y la aprenderéis (las leyes de la Torah), y os cuidaréis de observarlas”(Deuteronomio 5:1). En el tratado Peá, los sabios enumeran varios preceptos por los que uno recibe dividendos en este mundo, además de la retribución espiritual que se recibirá en el Mundo Venidero. Pero al final de esa misma Mishná, los sabios hacen hincapié en que la retribución que uno merece por estudiar Torah equivale a la retribución acumulativa por observar todos los preceptos juntos. El Talmud de Jerusalem, en su tratado Peá determina que, en términos de valor, ni siquiera todos los preceptos juntos llegan a alcanzar el valor del estudio de una palabra de Torah.
En proverbios 4:2 está escrito: “Porque una buena enseñanza os he dado, no abandonéis Mi Torah”
Hay en este versículo dos tópicos que requieren esclarecimiento. Ante todo, ¿qué significa la referencia de Hashem a Su enseñanza como “buena”? Y segundo, ¿por qué Hashem señala que esa es Mí Torah?
La explicación que ofrecemos al respecto es que algo que un pobre puede considerar “bueno”,no lo será necesariamente para un hombre moderadamente acomodado. De la misma manera, aquello que impresiona al hombre parcialmente acomodado puede no llamar la atención a un hombre adinerado.
Y aquello que el rico considera de importancia puede ser insignificante ante los ojos del rey. Más aún, algo de consecuencia para un rey, la conquista de tierras, por ejemplo, puede carecer de importancia alguna para los ángeles.
El Eterno nos dice en este versículo:
“Contemplad el precioso regalo que Yo os he entregado, he creado todos los mundos, y todos son insignificantes para Mí, y sin embargo Yo considero que la Torah es ´buena´”.
La Torah es una joya escondida en la que el Creador se deleita constantemente, como está escrito:
“Y yo (la Torah) soy el deleite cotidiano (de Hashem)” (Proverbios 8:30).
Por esta razón El Eterno subraya que se trata de Su Torah (significando que la Torah tiene tal importancia que incluso el Mismo Hashem, en Su sublime y Divino nivel, se deleita en ella constantemente). Por lo tanto es claro que no debemos abandonarla.
Porque en realidad la profundidad de la Torah no tiene fin. Los sabios nos dicen que hay 600.000 interpretaciones para cada versículo. El Midrash en Otiot de Rabí Akiva, determina que la luz de los nombres de Hashem que aparecen en la Torah ilumina las esferas celestiales a una distancia de 21.000 parsaot -el número 21 es el valor numérico del Nombre Divino alef-hei-yud-hei (אהיה).
En Ialkut Shimoni (Salmos), Rabí Eliezer explica que la Torah deliberadamente no fue dada en su orden correcto, tal como aparece en el cielo. Si la Torah nos hubiera sido dada con sus partes en la secuencia correcta, quien la leyera sería capaz de hacer milagros y resucitar muertos. Por lo tanto el orden genuino de la Torah fue escondido y es sabido sólo por el Creador, como está escrito: “¿Quién puede leerla correctamente como Yo?”(Isaias 44:7).
El Sifri comenta (Parashat Ekev) que en el versículo “Tus fuentes se esparcirán hacia fuera”(Proverbios 5:16), las “fuentes”, es decir el agua, es la Torah. Sabemos que en mucho lugares el agua es usada como metáfora de la Torah, y podemos hacer las siguientes comparaciones:
Así como el agua es siempre algo viviente (en constante movimiento), las palabras de la Torah viven siempre, como está escrito: “Porque ellas (las palabras de la Torah) significan vida para quien las encuentra y curan toda carne”(Proverbios 4:22).
De la misma manera que el agua permite que una persona ritualmente impura emerja de su impureza, las palabras de la Torah elevan al hombre de la impureza a la pureza, como está escrito: “El temor a Hashem es puro” (Salmos 19:10), significando que posee el poder de purificar. Por lo tanto, así como las aguas del baño ritual de inmersión lavan la impureza de la persona, incluso cuando esa impureza ha penetrado todo su cuerpo, la Torah limpia al hombre de la impureza de sus transgresiones, incluso cuando la impureza se ha extendido de pies a cabeza. Así como una persona no puede obtener el estado de pureza hasta que su cuerpo esté totalmente sumergido en el agua del baño ritual, y nada se interponga entre su cuerpo y el agua, la persona debe subyugar su cuerpo entero y someter todas sus partes, dedicándolas al estudio y observación de la Torah. Y de la misma manera, nada debe interferir entre él mismo y la Torah, como está escrito: “Y estas palabras (palabras de Torah)… estarán sobre tu corazón”(Deuteronomio 6:6). En otras palabras, que nada interfiera entre las palabras de la Torah y vuestros corazones.
Así como el agua revive a quien está literalmente muriéndose de sed, las palabras de la Torah devuelven al hombre al camino de los justos, ayudándole a desprenderse de su mala conducta y guiándolo nuevamente hacia el sendero correcto.
Este es el significado del versículo:
La Torah de Hashem es perfecta, devuelve el alma viviente (al cuerpo agonizante)”(Salmos 19:8).
Así como el agua se da en forma gratuita al mundo (en forma de lluvia, etc.), también la Torah está a disposición de quien la quiera, como dice el profeta: “A todos los sedientos: venid a las aguas”(Isaias 55:1). Así como el agua no puede ser evaluada en términos de dinero, tampoco las palabras de la Torah pueden ser estimadas en términos de dinero, como está escrito:
La Torah es más preciosa que las perlas y todos vuestros tesoros no pueden compararse a ella”(Proverbios 3:15)
El hombre fue creado con el propósito de estudiar y observar la Torah, como lo explican los sabios en el Talmud. El hombre fue creado para trabajar, como está escrito:
“El hombre fue creado para trabajar”(Job 5:7)
No podríamos saber si la intención es el trabajo verbal o físico de no ser por el versículo: “Porque su boca lo compele a trabajar”(Proverbios 16:26). Podríamos deducir de aquí que se hace alusión al trabajo de su boca. Pero, de todas formas no sabríamos que este trabajo se refiere al estudio de la Torah o a alguna otra forma de conversación si no fuese por el versículo:
“Esta Torah no se separará de tu boca”(Isaias 1:8)
De modo que es evidente que el hombre fue creado para el estudio de la Torah, es decir que la boca debe trabajar en el estudio de la Torah. (Sanhedrín 99b) La Torah es la fuente principal de la vida del alma. El Sifri relata en la Parashat Ekev:
Rabí Shimón solía explicar el versículo: “Por tanto guárdate y guarda tu alma con diligencia”(Deuteronomio 4:9), con la siguiente parábola:
Un rey atrapó un pájaro y se lo entregó a su servidor advirtiéndole: “Ten cuidado con este pájaro; guárdalo para mi hijo. Si lo pierdes, no creas que has perdido meramente un pájaro que no vale mucho dinero. Debes relacionarte a él como si hubieses perdido tu alma”.
Y de esta manera el Todopoderoso nos advierte: La Torah no es trivial, es tu propia vida.
El mundo se sostiene solamente por la Torah, como proclama el profeta:
“Así dice el Creador: ´Si no fuese por el estudio de Mi pacto (es decir la Torah) día y noche, Yo no hubiese mantenido las leyes del Cielo y la Tierra (es decir las leyes de la naturaleza)´”(Jeremias 33:25)
Lo siguiente es un extracto del sagrado Zóhar acerca de Parashat Bereshit (fol. 47):
Quien persevera en el estudio de la Torah a diario merecerá una parte en el Mundo Venidero y será considerado como si construyera mundos enteros, porque el mundo fue construido y perfeccionado de acuerdo a la Torah, como está escrito: El Eterno cimentó la tierra con sabiduría (es decir con la sabiduría de la Torah), y la perseverancia en el estudio de la Torah equivale a perfeccionar y reforzar el mundo. Contemplad, el Santo, Bendito Sea, creó el mundo y le dio la capacidad de perdurar haciendo uso de un espíritu. Este espíritu es el de quienes estudian la Torah.
El sagrado Zóhar enuncia acerca de Parashat Tzav (fol. 35a): Rabí Eleazar abrió su exposición con el versículo: “Pondré Mis palabras (es decir la Torah) en tu boca y te cubriré (es decir te protegeré) en la sombra de Mi mano”(Isaias 51:16), Esto significa que cada hombre que hace el esfuerzo de estudiar Torah, moviendo los labios con gran concentración al murmurar las palabras de la Torah, está cubierto y protegido por la Divina presencia; el Santo, Bendito Sea, extiende Sus alas sobre él. Y no sólo esto, sino que le da el poder del mundo para perseverar. Hashem se regocija con dicha persona como en el día en que Él creó los cielos y la tierra. En el libro Jovot Halevanot, se enseña:
Una persona debería considerar el siguiente razonamiento: cierto rey otorga a uno de sus súbditos leales una copia de las crónicas reales. El favorecido pasa muchas horas examinando su contenido esforzándose por comprender su significado profundo. No está seguro de haberlo comprendido totalmente, ya sea porque la impresión no es clara o el lenguaje es demasiado complejo para él. Pese a esto invierte grandes cantidades de energía mental y se dedica enteramente a la labor de intentar comprender el significado de lo escrito en dicho libro. Ahora, si uno se relaciona de esta forma a un libro otorgado por un rey mortal, uno que es meramente de carne y hueso -hoy está aquí, sano y salvo, y mañana puede yacer en su tumba- cuánto más debería hacer un esfuerzo supremo para estudiar y comprender el Libro del Santo, Bendito Sea, el Rey de los reyes, Él que es nuestra vida y salvación, como está escrito: “porque Él es vuestra vida…”(Deuteronomio 31:20).

(Shemirat Halashon, cap 1)

jueves, 14 de diciembre de 2017

El Sueño del Faraón y la Explicación de Iosef (Miketz)



El Sueño del Faraón y la Explicación de Iosef “Y sucedió, al término de dos años, que el Faraón soñó, y he aquí que estaba parado junto al río” (Bereshit 41:1) 

 “Y las siete espigas magras engulleron a las siete espigas sanas y llenas. El Faraón despertó y he aquí un sueño” (Ibíd. 7) 

 El Faraón soñó y ese sueño se repitió una segunda vez y él no sabía qué significaba el sueño. Llamó a todos los magos, a todos los consejeros y sabios para que descifraran el dilema del sueño. 
Ellos le ofrecieron algunas explicaciones (por ejemplo, que tendría siete hijas), pero ninguna de ellas convenció al Faraón ni logró tranquilizarlo (Ialkut Shimoni Bereshit 147). 

Entonces, el Jefe de los Coperos le contó al Faraón que en la cárcel había un preso judío que sabía interpretar los sueños. De inmediato llevaron a Iosef delante del Faraón, como está escrito: “Y lo trajeron apresuradamente de la prisión, no sin cortarle el cabello y cambiarle las ropas, tras lo cual fue llevado ante la presencia del Faraón” (Bereshit 41:14). Iosef explicó que el sueño se refería a siete años de abundancia a los que seguirían siete años de hambruna. La Torá nos cuenta que esta explicación satisfizo al Faraón y en consecuencia nombró a Iosef Virrey y le entregó su anillo. Si prestamos un poco de atención, no podemos dejar de sorprendernos. 

¿Cómo sabía el Faraón que ésa era la solución correcta de su sueño? ¿Por qué las palabras de Iosef lo convencieron más que las de todos sus sabios y magos? 

Lo normal es que antes de darle un trabajo a alguien, uno averigüe bien de quién se trata. ¡Cuánto más debería ser así con relación al reinado! Aquí se trataba de un esclavo joven, hebreo, acusado de haber intentado abusar de la esposa de su amo… Y de pronto el Faraón lo coloca casi a su misma altura… ¿Cómo es posible? Iosef HaTzadik, el Pilar del Mundo Para poder entenderlo, primero vamos a analizar lo que dicen los libros sagrados respecto a que Iosef siempre se conducía con un mismo pensamiento: “He puesto al Eterno siempre delante de mí” (Tehilim 16:8). 

A cada instante, cuando estaba en la casa de su padre y especialmente después de ser vendido a los ishmaelitas y llegar a la casa de Potifar, Iosef siempre tenía ante sus ojos la Presencia de Hashem. Así está escrito al comienzo del Shulján Aruj: “Ésta es una regla muy importante en la Torá y la cumplen los justos que van por los caminos de Hashem, como está dicho: ‘He puesto al Eterno siempre delante de mí’. Porque la persona no se sienta ni se comporta igual cuando está sola en su casa como cuando está frente a un gran rey; ni se expresa de la misma manera cuando habla con su familia que cuando está en la corte del rey. 

Cómo se sentirá, entonces, cuando comprende en su corazón que el Rey de reyes, el Santo Bendito Sea, está parado frente a ella y ve todos sus actos… De inmediato se sentirá inundada por un profundo temor y se rendirá por miedo a la vergüenza de estar frente a la Presencia Divina a cada instante”. 

Hay una gran diferencia entre saber que hay un rey afuera, en algún lado, y saber que está aquí dentro del palacio. Aunque la Presencia de Hashem está en toda la tierra y en todo el universo, se siente más dentro de un Bet Hamidrash, porque allí reposa la Presencia Divina. Por eso, al estar en la calle la persona debe llevarse consigo esa sensación del Bet Hamidrash para que lo acompañe en todos sus caminos. Mientras Iosef estuvo en la casa de su padre, recibió de él la Torá de Shem y Ever, y vivió la realidad de la Presencia de Hashem de manera cotidiana. Todo eso influyó en él aun cuando fue un esclavo. La Explicación de la Prueba con la Esposa de Potifar El versículo dice: “Él entró en la casa para desempeñar su labor” (Bereshit 39:11). Discrepan Rav y Shemuel: “Uno dice: para cumplir con sus labores diarias y el otro dice: para satisfacer sus necesidades con ella” (Sotá 36b, lo trae Rashi). 

Rashi agrega que Iosef vio la imagen de su padre y así fue como se salvó de pecar. Podemos decir que “la imagen de su padre” alude también a su Padre Celestial, tal como decimos: “Nuestro Padre, Nuestro Rey”. Si es así, Hashem mismo se reveló delante de Iosef y por ende no pudo pecar. Una opinión considera que la prueba era tan grande que ya no podía superarla: el deseo lo dominó, pero entonces tuvo ayuda del Cielo y vio la imagen de su padre. Éste es un punto sobre el que se debe meditar, ya que hay muchas personas que llegan a situaciones de prueba muy difíciles pero no tienen el mérito de ser salvados con una revelación como la que tuvo Iosef. ¿Por qué Iosef tuvo este mérito? Como ya explicamos, Iosef vivía cada momento con la conciencia de que estaba delante de Hashem. Por lo tanto, se entiende que al llegar a una situación de prueba tan difícil de superar se le presentara la imagen de su padre. Iosef siempre se había esforzado por sentir la Presencia Divina y por ello mereció que ahora Hashem se le revelara para salvarlo. 

Esto mismo ocurre con cada uno de nosotros: el mérito de la Torá puede salvarnos pero si no conseguimos superar las pruebas que se nos presentan y caemos una y otra vez, que Hashem no lo permita, eso demuestra que Hashem no está con nosotros. Esto sucede cuando la persona no se esfuerza por tener siempre a Hashem frente a sus ojos. Eso fue lo que dijeron nuestros Sabios: 
“La persona comete una transgresión; luego la repite una y otra vez hasta que finalmente le parece que es algo permitido” (Ioma 86b). Dice el Midrash (Bereshit Rabá 87:7 y Sotá 36b) que el esperma de Iosef le salió de entre las uñas, porque el Ietzer Hará lo atacó con todas sus fuerzas. 

 De inmediato, Iosef clavó las uñas en la tierra y por eso se llamó tzadik iesod olam (pilar del mundo), porque no provocó ningún defecto a su brit milá. Como mérito por esto, Iosef representa la cualidad (midá) de iesod, que es el tzadik sin fallas. Esto es lo que Hashem quiso enseñarnos con todo este episodio tan extraño, en que el esperma de Iosef salió de una manera no natural: que la persona siempre debe pedir no llegar a un momento de prueba. Probablemente Iosef pensó que a él nunca le ocurriría algo así, y –aunque se salvó de pecar- todo esto tuvo consecuencias no tan buenas. Por eso pedimos: “No nos pongas en una situación de prueba” (Shajarit –Rezo Matutino- Hamaavir shená). 

Además, Iosef tuvo el mérito de salvarse pero no todos lo tienen. La Razón por la Cual fue Aceptada la Interpretación de Iosef He aquí un aprendizaje para todas las generaciones: cuando la persona cumple las ordenanzas de la Torá, su rostro da testimonio de ello. Como está escrito: “Vean este hombre, qué bellos son sus actos”. La Guemará en Ioma (86 a) dice que el rostro de una persona bondadosa refleja su bondad. Así también el versículo: 
 “La sabiduría del hombre hace resplandecer su semblante” (Kohelet 8 a), afirma que en el rostro de la persona se puede ver su esencia. La persona que siente la Presencia Divina da testimonio de esto en su rostro, como está escrito: “Y habitaré dentro de ellos” (Shemot 25:8). Las primeras palabras de Iosef al llegar al palacio del Faraón fueron: “Eso no procede de mí; Hashem será Quien responda por el bienestar del Faraón” (Bereshit 41:16). 

 En su primer encuentro con el máximo representante de la klipá, Iosef le anuncia: Yo soy solamente un enviado de Hashem, mi realidad es totalmente inexistente frente a Hashem. El Faraón percibió que Iosef vivía sus palabras a cada instante. Cuando alguien tiene la verdad delante de sus ojos, es imposible negarla. Cuando vemos a un tzadik, vemos a Hashem, como está escrito: “Y todos los pueblos de la tierra verán que se te llama por el Nombre del Eterno y te temerán” (Devarim 28:10). 

El genuino judío es aquél que posee semejante temor al Cielo que hace que todos los pueblos le teman porque ven en él la perfección del ser humano, en quien reposa la Presencia Divina. Y así se cuenta de los grandes del pueblo de Israel, que les infunden temor incluso a los ángeles. Cuando el Faraón vio que Iosef era verdaderamente temeroso de Hashem y que todo su ser reflejaba pureza y santidad, entendió que debía escucharlo. Iosef es llamado tzadik; este título no es igual a cualquier otro que pueda darse a una persona y que representa algo ajeno a su personalidad. La tzidkut era su realidad, su comportamiento y sus cualidades, tal como dice el versículo: “E irá tu justicia (tzidkeja) delante de ti” (Isaías 58:8). 

Ahora podemos entender por qué el Faraón aceptó las palabras de Iosef, porque incluso el máximo representante de la klipá pudo sentir que Hashem hablaba a través de Iosef, quien se convirtió en una carroza real para llevar a la Presencia Divina, tal como él mismo afirmó: “Eso no procede de mí; Hashem será Quien responda por el bienestar del Faraón”. Ésta es la verdadera explicación del sueño, el origen del sueño: de Quién proviene… de Hashem mismo. Dice el versículo acerca de Iosef: “Y pregonarán delante de él: ‘¡Abrej!’” (¡Arrodíllense!) (Bereshit 41:43). 
El término abrej proviene de la palabra hebrea berej (rodilla). 

Generalmente se utiliza la palabra abrej para referirse a quienes se dedican al estudio de la Torá. De aquí aprendemos que el abrej no puede limitarse a recibir Torá, sino que debe convertirse en alguien diferente, al igual que Iosef, quien en todo su ser y todo su comportamiento ponía de manifiesto su cercanía con la Presencia Divina. Y como ya mencionamos, la Guemará al final del tratado de Ioma dice: “Vean este hombre, qué bellos son sus actos”. Una Experiencia Personal En una ocasión participé en una cena anual para recaudar fondos para una institución de Torá. (Gracias a Hashem también en una época tan difícil como la nuestra podemos hacer algo para apoyar la Torá). 

En esa reunión me encontré con Marán HaGaón Rabi Aharón Leib Shteineman –que viva muchos buenos años-. De acuerdo con la manera en que me educaron, según la cual se debe honrar a los grandes de la Torá y a los Sabios, le besé la mano. Había allí un judío que me formuló dos preguntas: primero, por qué besé la mano del Rab y segundo, por qué, si nuestras propias instituciones estaban atravesando dificultades económicas, yo venía a ayudar a otras instituciones. Pensé que había una misma respuesta para ambas preguntas: allí donde está la verdad es donde debemos estar y a ella debemos apegarnos. Por eso, cuando está presente un grande de la Torá, un sabio y tzadik, le besamos la mano. Así nos enseñaron en Marruecos a apegarnos a la verdad. 

Y ésa era la misma razón por la cual estaba presente en esa cena. A pesar de que yo me dedico a las instituciones establecidas en honor a mis antepasados, la Torá estaba allí, la Torá es la verdad y eso nos lleva a que sintamos la necesidad de apegarnos a ella y participemos en esa clase de eventos. Algo similar ocurrió cuando me encontré con Marán Harav Shaj zt”l. 

Yo le besé la mano y él me miró asombrado, como preguntándome qué estaba haciendo. Le contesté que así me habían educado en la casa de mi padre y que lo hacíamos para apegarnos a la verdad. Tengo en mi posesión una prenda que vistió Marán Harav Shaj, que la recibí de su nieto, el Rab Isasjar Bergman. Cada víspera de Shabat la saco y la miro con atención, porque es la ropa de un tzadik verdadero, de alguien que vivía con la verdad. 

 Cómo se convirtió en un tzedoki Iojanan Cohén Gadol La Guemará cuenta que Iojanán Cohén Gadol cumplió su servicio durante ochenta años y finalmente se convirtió en un tzedoki (Berajot 29 a). ¿Cómo pudo suceder algo así? No sólo eso, sino que el pueblo de Israel volvió a sus raíces, a su buen comportamiento gracias a él, porque la pequeña vasija de aceite que encontraron los jashmonaim después de derrotar a los griegos tenía su sello y los jashmonaim mismos eran sus descendientes. ¿Cómo es posible que a pesar de todo se haya vuelto un tzedoki? Sobre esto dijeron los Sabios: “No confíes en ti mismo hasta el día de tu muerte” (Avot capítulo 2 mishná 4). 

En la Kabalá y en los libros sagrados (Toldot Iaakov Iosef, Emor 11, en nombre del Arizal) dice que la razón que llevó a Iojanán Cohén Gadol a convertirse en un tzedoki fue que comió sin santidad. No comió para corregir y rescatar las chispas de Divinidad de la manera debida y eso fue lo que lo hizo caer. 
Para entender esto debemos prestar atención a las leyes relativas a pará adumá (la vaca bermeja), que purifica a los impuros e impurifica a los puros. 

 El Cohén que purifica a los impuros con sus cenizas queda impurificado (Ioma 14a). Con ayuda del Cielo explicaremos cómo funciona: la razón por la cual el Cohén se impurifica es debido a que en el corazón se le despiertan pensamientos de orgullo por ser él quien purifica a un gran número de miembros del pueblo de Israel. Éste es un pensamiento indebido y defectuoso; por eso la Torá decretó que inmediatamente después de que el Cohen salpicara a quienes venían a purificarse, él mismo se volviera impuro, para que en su corazón no pensara que por su propio poder él lograba purificar a los impuros sino que, por el contrario, él mismo quedaba impurificado por sus propios actos. 

 Al parecer, Iojanán Cohén Gadol también tuvo pensamientos de esta clase, que le colocó el Satán en el corazón, respecto a que era su propio sello el que certificaba la pureza del aceite que encontraron los jashmonaim; además él mismo era el progenitor de la familia de los jashmonaim y ya hacía ochenta y dos años que oficiaba como Cohén Hagadol, por lo que era evidente que tenía cualidades y fuerzas espirituales. Este pensamiento rebaja el nivel de nuestro servicio Divino y es posible que a esto se refieran las palabras de los Sabios respecto a que Iojanán Cohén Gadol pecó en la comida. 

 Es posible que haya pensado que la importancia de la comida se debía a que él era el Cohén Gadol y que tenía un nivel espiritual tan alto; por eso ni se le ocurrió pensar que debía corregir y rescatar las chispas de divinidad ocultas en los alimentos. Esto es lo que dijeron los Sabios: “No confíes en ti mismo hasta el día de tu muerte”. 

La explicación profunda de estas palabras, como ya dijimos, es: no pienses que eres alguien importante, que tienes un valor intrínseco que ha de existir “hasta el día de tu muerte”, porque en ese momento podrás comprender que no valías nada, que eres “polvo de la tierra”. Gracias a Hashem a menudo tengo la oportunidad de encontrarme con tzadikim, que vivan muchos buenos años. 

Al verlos, uno puede ver y sentir claramente que estos hombres se anulan por completo a sí mismos y huyen de la honra y la gloria, porque saben que su elevado nivel se debe a que lograron comprender que todo lo que tienen no les pertenece sino que lo recibieron de Hashem. Por eso llegaron adonde llegaron. Iehudá se acercó a él Ahora podemos entender todo lo sucedido entre Iosef y sus hermanos, ya que hay muchas preguntas respecto al comportamiento de Iosef con ellos. 

El versículo dice: “Iehudá se acercó a él” (Bereshit 44:18). 
El Midrash (Bereshit Rabá 93:7) explica que Iehudá rugió con tanta fuerza que hizo temblar a todo Egipto. De aquí se entiende cuál era la fuerza de Iehuda, cachorro de león. También el resto de las tribus tenían fuerzas increíbles. Entonces, ¿por qué se quedaron callados hasta el momento en que Iosef quiso tomar a Biniamin, que fue cuando rugió Iehudá? De acuerdo con lo que explicamos acerca de las bases de la “verdad”, podemos decir que los hermanos sintieron que Iosef no había pecado y que se anuló a sí mismo delante de Hashem. Lo mismo que percibió el Faraón cuando Iosef dijo: 
“No procede de mí, Hashem será Quien responda por el bienestar del Faraón” (Bereshit 41:16), convirtiéndose a sí mismo en portador de la Presencia Divina, es lo mismo que percibieron los hermanos de Iosef, obviamente en un grado mucho mayor. Ellos mismos lo admitieron al afirmar: “Hashem ha hallado el pecado de tus siervos” (Bereshit 44:16). 

 Esto se debió a la verdadera perfección que había logrado Iosef. Los hermanos sintieron que habían pecado al venderlo y por lo tanto Iosef –quien había sido inocente- podía castigarlos. Un aspecto sorprendente de esta historia es que los hermanos de Iosef recién lo refutaron después de haberle dicho diez veces “tu siervo, nuestro padre” sin que Iosef los corrigiera, afectando de esta manera el honor de Iaakov, lo cual para Iosef era un pecado (Ialkut Shimoni, Bereshit 151). Recién entonces ocurrió que “Iehudá se acercó a él”. Y entonces Iosef les reveló a los hermanos su identidad. 

 Tzadik, Pilar del Mundo 

 Ahora entendemos con claridad que la razón por la cual el Faraón aceptó la interpretación que Iosef le dio a su sueño fue que sintió que Iosef tenía un halo de verdad, tal como lo afirmó el mismo Iosef: “No procede de mí, Hashem será Quien responda sobre el bienestar del Faraón”, es decir que se consideraba un enviado y no se consideraba a sí mismo un sabio ni confiaba en su propia capacidad para interpretar los sueños. 

 Es maravilloso ver la manera en que Iosef comprendió que todo lo que le sucedía provenía de Hashem mismo y cómo su sueño se iba convirtiendo en realidad. Al convertirse en Virrey y ver a sus hermanos prosternándose ante él, Iosef entendió que no era una mera casualidad, sino que todo estaba cuidadosamente dirigido por la mano de Hashem y que –por lo tanto- nadie podía detenerlo. Esto continuó hasta que, de acuerdo con su nivel, pecó al no defender el honor de su padre, y entonces Iehudá le dijo: “Pues tú eres como el Faraón” (Bereshit 44:18), así como puedo vencer al Faraón también puedo vencerte a ti. Les Mostró Que Estaba Circuncidado Rashi (Bereshit 45:4) agrega que Iosef les mostró a sus hermanos que estaba circuncidado y es necesario entender por qué eso era una prueba, ya que era posible que hubiera nacido circunciso. 

Pero la explicación es que les demostró que no pecó y que cuidó la santidad del brit. Podemos decir que la persona orgullosa provoca un defecto en su brit, porque el prepucio que se le quita en la circuncisión lo une con Hashem. Pero cuando la domina el orgullo, la persona dice: “Yo y Él no podemos vivir juntos” (Sotá 5a). 

Si ése hubiera sido el estado de la persona en el momento del brit milá, la circuncisión no se habría podido llevar a cabo. Esto es lo que Iosef mandó decirle a su padre: “Informen a mi padre de toda mi honra en Egipto” (Bereshit 45:13). “Mi honra” es el brit milá, es decir que Iosef había cuidado el Pacto con Hashem; que todo su honor era obra de la mano de Hashem. Esto explica también el hecho de que Iosef le enviara a su padre carretas (agalot), aludiendo a lo último que había estudiado con su padre: egla arrufa (Bereshit Rabá 94:3). 

De esta manera le informaba a su padre que siempre se había mantenido fiel a la Torá y a Hashem. Y no sólo eso, sino que los nombres de sus propios hijos se referían a esta realidad: Efraim –pru urbú beTorá (incrementó la Torá) y Menashé, que tiene las mismas letras que la palabra neshamá (alma), aludiendo a que no impurificó su alma ni la santidad de su brit. Son igualmente maravillosas las palabras que pronunció Iaakov Avinu al ver las carretas que envió Iosef aludiendo a su estudio de la Torá. Iaakov dijo: “Od Iosef Jai” (Iosef todavía vive). ¿Qué significa “vive”? No hay vida fuera de la Torá, como está escrito: “Porque el que Me encontrare hallará la vida” (Mishlei 8:35). 

 Así fue como Iaakov entendió que Iosef siguió viviendo de acuerdo con la Torá y recién entonces pudo alegrarse verdaderamente. Las carretas representaban el “honor” de Iosef, porque ése es el verdadero honor, como está escrito: “El sabio heredará la honra” (Mishlei 3:35). 

 Resumen  

Es necesario entender por qué el Faraón aceptó la interpretación que le dio Iosef a su sueño si antes había rechazado todas las explicaciones que le ofrecieron sus propios sabios. Esto se debe a que Iosef era un tzadik, pilar del mundo, que siempre tenía presente que la Presencia Divina estaba ante él. Iosef se esforzó siempre por sentir la Presencia Divina, incluso mientras fue esclavo en Egipto. 

 Debemos entender la importancia que esto tiene respecto a la gran prueba que Iosef debió superar con la esposa de Potifar. 
De acuerdo con una opinión, Iosef tuvo la intención de cometer la transgresión y en ese momento se le presentó la imagen de su padre (dijimos que esto alude a su Padre Celestial), lo cual evitó que pecara. Esta revelación la tuvo en mérito de que reconoció la Mano Divina en todos sus caminos, tal como Iosef mismo manifestó delante del Faraón: “Eso no procede de mí, Hashem será Quien responda por el bienestar del Faraón”. 

 Debido a que incluso el Faraón percibió la sinceridad de las palabras de Iosef, aceptó su explicación de los sueños y entendió que Hashem Mismo le estaba revelando la respuesta. Iojanán fue Cohén Gadol durante ochenta años y luego se volvió un tzedoki. ¿Cómo es posible que ocurriera algo así? En las leyes de la Torá referentes a la Vaca Bermeja, la misma acción que purifica a los impuros impurifica a los puros; es decir, al Cohén que purifica al pueblo. 

 Explicamos que esto evita que el Cohén piense que es él quien con sus fuerzas espirituales purifica al pueblo, ya que él mismo se vuelve impuro. Aparentemente ése fue el pecado de Iojanán Cohén Gadol, lo que finalmente lo llevó a convertirse en un tzedoki: el haber pensado que sus logros se debían a su gran nivel espiritual, que “Gracias a mi fuerza y el poder de mi mano…”. Teniendo en cuenta todo esto, se entiende lo ocurrido entre Iosef y sus hermanos. Cuando los hermanos de Iosef se presentaron delante de él, le temieron y aceptaron el castigo, hasta el momento en el que “Iehudá se acercó a él”. 

¿Qué fue lo que cambió en ese momento? La razón por la cual los hermanos se rebelaron fue porque Iosef no los corrigió cuando oyó que ellos decían “Tu siervo, nuestro padre”. Y enseguida después de esto “Iehudá se acercó a él” de una manera agresiva. Así se explica también por qué les mostró que estaba circuncidado, para manifestar que había cuidado la santidad de su brit, que no había ningún “prepucio” que lo distanciara de su Padre en los Cielos y que todo el tiempo había estado unido al Creador, porque siempre había tenido claro que la Presencia Divina se encontraba a su lado.

RABBI DAVID HANANIA PINTO