“Sobre
tres cosas se basa el Mundo: El estudio de la Torah , el servicio a Hashem y los actos de
Misericordia.”
El estudio de la Torah es un precepto
bíblico, como está escrito: “Y la aprenderéis (las leyes de la Torah ), y os cuidaréis de
observarlas”(Deuteronomio 5:1). En el tratado Peá, los sabios enumeran varios
preceptos por los que uno recibe dividendos en este mundo, además de la
retribución espiritual que se recibirá en el Mundo Venidero. Pero al final de
esa misma Mishná, los sabios hacen hincapié en que la retribución que uno
merece por estudiar Torah equivale a la retribución acumulativa por observar
todos los preceptos juntos. El Talmud de Jerusalem, en su tratado Peá determina
que, en términos de valor, ni siquiera todos los preceptos juntos llegan a
alcanzar el valor del estudio de una palabra de Torah.
En
proverbios 4:2 está escrito: “Porque una buena enseñanza os he dado, no
abandonéis Mi Torah”
Hay en este versículo dos
tópicos que requieren esclarecimiento. Ante todo, ¿qué significa la referencia
de Hashem a Su enseñanza como “buena”? Y segundo, ¿por qué Hashem señala que
esa es Mí Torah?
La explicación que ofrecemos al
respecto es que algo que un pobre puede considerar “bueno”,no lo será
necesariamente para un hombre moderadamente acomodado. De la misma manera,
aquello que impresiona al hombre parcialmente acomodado puede no llamar la
atención a un hombre adinerado.
Y aquello que el rico considera
de importancia puede ser insignificante ante los ojos del rey. Más aún, algo de
consecuencia para un rey, la conquista de tierras, por ejemplo, puede carecer
de importancia alguna para los ángeles.
El Eterno nos dice en este
versículo:
“Contemplad
el precioso regalo que Yo os he entregado, he creado todos los mundos, y todos
son insignificantes para Mí, y sin embargo Yo considero que la Torah es ´buena´”.
“Y
yo (la Torah )
soy el deleite cotidiano (de Hashem)” (Proverbios 8:30).
Por esta razón El Eterno
subraya que se trata de Su Torah (significando que la Torah tiene tal importancia
que incluso el Mismo Hashem, en Su sublime y Divino nivel, se deleita en ella
constantemente). Por lo tanto es claro que no debemos abandonarla.
Porque en realidad la
profundidad de la Torah
no tiene fin. Los sabios nos dicen que hay 600.000 interpretaciones para cada
versículo. El Midrash en Otiot de Rabí Akiva, determina que la luz de los
nombres de Hashem que aparecen en la
Torah ilumina las esferas celestiales a una distancia de
21.000 parsaot -el número 21 es el valor numérico del Nombre Divino
alef-hei-yud-hei (אהיה).
En Ialkut Shimoni (Salmos),
Rabí Eliezer explica que la
Torah deliberadamente no fue dada en su orden correcto, tal
como aparece en el cielo. Si la
Torah nos hubiera sido dada con sus partes en la secuencia
correcta, quien la leyera sería capaz de hacer milagros y resucitar muertos.
Por lo tanto el orden genuino de la
Torah fue escondido y es sabido sólo por el Creador, como
está escrito: “¿Quién puede leerla correctamente como Yo?”(Isaias 44:7).
El Sifri comenta (Parashat
Ekev) que en el versículo “Tus fuentes se esparcirán hacia fuera”(Proverbios
5:16), las “fuentes”, es decir el agua, es la Torah. Sabemos que
en mucho lugares el agua es usada como metáfora de la Torah , y podemos hacer las
siguientes comparaciones:
Así como el agua es siempre
algo viviente (en constante movimiento), las palabras de la Torah viven siempre, como
está escrito: “Porque ellas (las palabras de la Torah ) significan vida para
quien las encuentra y curan toda carne”(Proverbios 4:22).
De la misma manera que el agua
permite que una persona ritualmente impura emerja de su impureza, las palabras
de la Torah
elevan al hombre de la impureza a la pureza, como está escrito: “El temor a Hashem
es puro” (Salmos 19:10), significando que posee el poder de purificar. Por lo
tanto, así como las aguas del baño ritual de inmersión lavan la impureza de la
persona, incluso cuando esa impureza ha penetrado todo su cuerpo, la Torah limpia al hombre de la
impureza de sus transgresiones, incluso cuando la impureza se ha extendido de
pies a cabeza. Así como una persona no puede obtener el estado de pureza hasta
que su cuerpo esté totalmente sumergido en el agua del baño ritual, y nada se
interponga entre su cuerpo y el agua, la persona debe subyugar su cuerpo entero
y someter todas sus partes, dedicándolas al estudio y observación de la Torah. Y de la misma
manera, nada debe interferir entre él mismo y la Torah , como está escrito: “Y
estas palabras (palabras de Torah)… estarán sobre tu corazón”(Deuteronomio
6:6). En otras palabras, que nada interfiera entre las palabras de la Torah y vuestros corazones.
Así como el agua revive a quien
está literalmente muriéndose de sed, las palabras de la Torah devuelven al hombre al
camino de los justos, ayudándole a desprenderse de su mala conducta y guiándolo
nuevamente hacia el sendero correcto.
Este es el significado del
versículo:
“La Torah de Hashem es perfecta,
devuelve el alma viviente (al cuerpo agonizante)”(Salmos 19:8).
Así como el agua se da en forma
gratuita al mundo (en forma de lluvia, etc.), también la Torah está a disposición de
quien la quiera, como dice el profeta: “A todos los sedientos: venid a las
aguas”(Isaias 55:1). Así como el agua no puede ser evaluada en términos de
dinero, tampoco las palabras de la
Torah pueden ser estimadas en términos de dinero, como está
escrito:
“La Torah es más preciosa que
las perlas y todos vuestros tesoros no pueden compararse a ella”(Proverbios
3:15)
El hombre fue creado con el
propósito de estudiar y observar la
Torah , como lo explican los sabios en el Talmud. El hombre
fue creado para trabajar, como está escrito:
“El
hombre fue creado para trabajar”(Job 5:7)
No podríamos saber si la
intención es el trabajo verbal o físico de no ser por el versículo: “Porque su
boca lo compele a trabajar”(Proverbios 16:26). Podríamos deducir de aquí que se
hace alusión al trabajo de su boca. Pero, de todas formas no sabríamos que este
trabajo se refiere al estudio de la
Torah o a alguna otra forma de conversación si no fuese por
el versículo:
“Esta
Torah no se separará de tu boca”(Isaias 1:8)
De modo que es evidente que el
hombre fue creado para el estudio de la Torah , es decir que la boca debe trabajar en el
estudio de la Torah.
(Sanhedrín 99b) La Torah
es la fuente principal de la vida del alma. El Sifri relata en la Parashat Ekev :
Rabí Shimón solía explicar el
versículo: “Por tanto guárdate y guarda tu alma con diligencia”(Deuteronomio
4:9), con la siguiente parábola:
Un
rey atrapó un pájaro y se lo entregó a su servidor advirtiéndole: “Ten cuidado
con este pájaro; guárdalo para mi hijo. Si lo pierdes, no creas que has perdido
meramente un pájaro que no vale mucho dinero. Debes relacionarte a él como si
hubieses perdido tu alma”.
Y de esta manera el
Todopoderoso nos advierte: La
Torah no es trivial, es tu propia vida.
El mundo se sostiene solamente
por la Torah ,
como proclama el profeta:
“Así
dice el Creador: ´Si no fuese por el estudio de Mi pacto (es decir la Torah ) día y noche, Yo no
hubiese mantenido las leyes del Cielo y la Tierra (es decir las leyes de la
naturaleza)´”(Jeremias 33:25)
Lo siguiente es un extracto del
sagrado Zóhar acerca de Parashat Bereshit
(fol. 47):
Quien
persevera en el estudio de la
Torah a diario merecerá una parte en el Mundo Venidero y será
considerado como si construyera mundos enteros, porque el mundo fue construido
y perfeccionado de acuerdo a la
Torah , como está escrito: El Eterno cimentó la tierra con
sabiduría (es decir con la sabiduría de la Torah ), y la perseverancia en el estudio de la Torah equivale a
perfeccionar y reforzar el mundo. Contemplad, el Santo, Bendito Sea, creó el
mundo y le dio la capacidad de perdurar haciendo uso de un espíritu. Este
espíritu es el de quienes estudian la
Torah.
El sagrado Zóhar enuncia acerca de Parashat Tzav (fol.
35a): Rabí Eleazar abrió su exposición con el versículo: “Pondré Mis palabras
(es decir la Torah )
en tu boca y te cubriré (es decir te protegeré) en la sombra de Mi mano”(Isaias
51:16), Esto significa que cada hombre que hace el esfuerzo de estudiar Torah,
moviendo los labios con gran concentración al murmurar las palabras de la Torah , está cubierto y
protegido por la Divina
presencia; el Santo, Bendito Sea, extiende Sus alas sobre él. Y no sólo esto,
sino que le da el poder del mundo para perseverar. Hashem se regocija con dicha
persona como en el día en que Él creó los cielos y la tierra. En el libro Jovot
Halevanot, se enseña:
Una
persona debería considerar el siguiente razonamiento: cierto rey otorga a uno
de sus súbditos leales una copia de las crónicas reales. El favorecido pasa
muchas horas examinando su contenido esforzándose por comprender su significado
profundo. No está seguro de haberlo comprendido totalmente, ya sea porque la
impresión no es clara o el lenguaje es demasiado complejo para él. Pese a esto
invierte grandes cantidades de energía mental y se dedica enteramente a la
labor de intentar comprender el significado de lo escrito en dicho libro.
Ahora, si uno se relaciona de esta forma a un libro otorgado por un rey mortal,
uno que es meramente de carne y hueso -hoy está aquí, sano y salvo, y mañana
puede yacer en su tumba- cuánto más debería hacer un esfuerzo supremo para
estudiar y comprender el Libro del Santo, Bendito Sea, el Rey de los reyes, Él
que es nuestra vida y salvación, como está escrito: “porque Él es vuestra
vida…”(Deuteronomio 31:20).
(Shemirat
Halashon, cap 1)
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