martes, 26 de septiembre de 2017

Orígenes de la Meditación



Los cabalistas sostienen de modo unánime que los primeros en implicarse en prácticas meditativas fueron los patriarcas y los profetas, que las utilizaron para alcanzar la iluminación y la profecía.
La referencia directa más antigua respecto a métodos es del siglo primero, del primer período Talmúdico. Allí nos encontramos a algunos de los más grandes talmudistas practicando las artes místicas, haciendo uso de un número de técnicas meditativas para conseguir la elevación espiritual y el ascenso al dominio trascendental. Muchas de ellas consistían en la repetición de nombres divinos y en una concentración intensa en las esferas trascendentes. Lo poco que sabemos de sus métodos se ha preservado en unos pocos fragmentos y en un notable texto completo, “Hejalot Rabatai”, Los Palacios Mayores.
Algunos de los principales clásicos de la cabalá se escribieron en este periodo. Tales son el Sefer Yetzira, Sefer HaBahir y el Zóhar. Estos implican niveles aún más altos de los descritos en los Hejalot, y por lo general, sólo se dan en ellos los más leves indicios de cómo se alcanzan esos niveles.
Con el cierre del periodo talmúdico, los métodos quedaron restringidos a unas muy reducidas sociedades secretas. Tanto el Bahir como el Sefer Yetzira permanecieron absolutamente desconocidos fuera de esos círculos y no se revelaron hasta finales del siglo XII y el siglo XIII respectivamente. En particular, la publicación del Sefer HaBahir dio ímpetu al estudio de los misterios y algunos individuos empezaron a enseñar abiertamente los métodos secretos.
El más notable entre ellos fue Rabí Abraham Abulafia. Tras recibir la tradición de fuentes antiguas, fue el primero en ponerlas por escrito. Fue condenado por ello en muchos círculos, aunque la mayoría de los cabalistas consideran que sus métodos son auténticos y están basados en una tradición de confianza. Algunos de sus contemporáneos, notablemente Rabí Yitzjak de Acco y Rabí Yosef Gikatilia, hablan también de métodos meditativos.
La mayoría de su obra fue eclipsada, sin embargo, por la publicación del Zóhar en la última década del siglo XIII. Este gran clásico captó la imaginación de casi todos los cabalistas de la época y las enseñanzas de otras escuelas se olvidaron. Puesto que el Zóhar tiene poco que decir sobre técnicas de meditación, muchos importantes cabalistas empezaron a ignorar el tema por completo. Estaban demasiado inmersos en tratar de descifrar los misterios de este antiguo libro que había permanecido oculto por tanto tiempo.
Sin embargo, en los siguientes doscientos años no encontramos virtualmente a nadie explorando el Zóhar mismo para tratar de discernir las técnicas meditativas utilizadas por sus autores.
Los principales intentos en esa dirección tuvieron lugar en la escuela de Safed que floreció durante el siglo XVI. Esta escuela alcanzo su cumbre con las enseñanzas de Rabí Yitzjak Liria, el Arí, que enseño cómo las diversas combinaciones de letras que se encuentran en el Zóhar tenían como fin el ser usadas como instrumentos de meditación.
Igual que el Zóhar había eclipsado a todo lo demás cuando fue publicado, los escritos del Arí hicieron lo propio con las demás escuelas tres siglos después. Se consideraban sus enseñanzas como la expresión definitiva de la Cabalá y durante los siguientes doscientos años la mayor parte de la literatura cabalística estuvo dedicada a su interpretación. Aunque algunos individuos, pocos, practicaban las técnicas de meditación del Arí.
El siguiente gran renacimiento sobrevino con el auge del movimiento Jasidico, fundado por el Baal Shem Tov. Cuando se estudian sus obras resulta obvio que el Baal Shem Tov y sus discípulos más allegados eran ardientes estuHashemos de los antiguos textos meditativos de la Cabalá.
Hubo una oposición muy fuerte, sobre todo en lo relativo a enseñar los métodos a las masas. Todo un grupo, los Mitnagdin, surgió para combatir el Jasidismo, denunciando vigorosamente sus técnicas. Como consecuencia, los mismos jasidim empezaron a quitar énfasis a las prácticas meditativas y con el tiempo éstas fueron virtualmente olvidadas.

La meditación es fundamentalmente un medio para conseguir la liberación espiritual. Sus diversos métodos están diseñados para aflojar la atadura de lo físico y permitir al individuo ascender al dominio de lo espiritual y trascendente. Del que culmina esta empresa con éxito se dice que a conseguido el Ruaj HaKodesh, la iluminación.

El modo contemporáneo de meditación más conocido es el que utiliza un mantra, una palabra o frase que se repite una y otra vez durante un período de tiempo prefijado. Uno se concentra en el mantra con exclusión de todo lo demás , limpiando la mente de todo pensamiento extraño y divorciándola del flujo ordinario de conciencia. Este tipo de meditación se en la Cabalá, especialmente entre las escuelas de la antigüedad.
Otro ejemplo de meditación estructurada y externamente dirigida es la contemplación, en la que se mira un objeto colocando en él toda la concentración. El objeto contemplativo más simple en la meditación cabalística es el propio Tetragrama.
Muy relacionado con ello está la técnica de Yijudim, Unificaciones, que juegan un importante papel en el sistema del Arí. Ahora no se contempla una imagen física, sino mental, consistiendo de hecho en diversas combinaciones de nombres divinos. Puesto que las estructuras y combinaciones de tales nombres están predeterminadas y no surgen espontáneamente, se considera también esta técnica como un tipo de meditación dirigida externamente.
El segundo método básico de meditación es el internamente dirigido. Consiste en meditar en los pensamientos, sentimientos o imágenes mentales espontáneas que surgen en la mente. Normalmente, esto se consigue mejor enfocándose en un área general alrededor de la cual se evocan los pensamientos. Puesto que no hay modo formal o predeterminado de evocar tales pensamientos, se trata por lo general de una meditación no estructurada.
La meditación dirigida internamente se puede practicar puramente en el pensamiento o, como en algunos sistemas, los propios pensamientos se pueden verbalizar. Uno de los mejores métodos para hacerlo, mientras que se mantienen concentrado en un foco único, es expresarlo como oración espontánea. Tal es el método que constituye la base del sistema meditativo de Rabí Najman de Breslev.
El tercer tipo es la meditación no dirigida. Tal meditación se esfuerza por alcanzar una quietud de mente y una retirada de toda percepción, tanto interna como externa. Este modo juega un papel importante en tales estados avanzados de muchos sistemas, pero, al mismo tiempo, constituye un método por derecho propio.
En la propia terminología de la Cabalá hay evidencia de que éste método se usaba, al menos para los más avanzados. En verdad que, en algunos casos, sólo bajo esta perspectiva algunos términos resultan comprensibles. Así, por ejemplo, los cabalistas llaman al nivel supremo de trascendencia “Ain”, lateralmente la “Nada”. De hecho, esto alude al nivel último alcanzado por la meditación no dirigida, en el que toda percepción e imaginación dejan de existir.
Además de dividirse en los tres métodos básicos citados, se puede también clasificar la meditación según los medios empleados.
Los tres medios fundamentales son el intelecto, las emociones y el cuerpo.
El camino del intelecto es el que prevalece con mucho entre los cabalistas teóricos y fue también utilizado fuera de las escuelas cabalísticas. El método más común era la simple contemplación de los diversos aspectos de la Torah, escrutando el sentido interno de sus mandamientos. También incluía el ahondar profundamente con el intelecto en la estructura de los universos supremos y, por así decir, convertirse en habitante de esos mundos. Este método constituye la base de sistema de Jabad del Jasidismo.
Otro modo de meditación intelectual consiste en el estudio de obras devocionales, contemplando cuidadosamente cada concepto en un esfuerzo por conseguir el perfeccionamiento personal. Tal contemplación, o Hitbonenut, juega un papel especialmente importante en la obra devocional Mesilat Yesharim, por el gran cabalista Rabí Moshe Jayim Luzzatto. En este libro el autor delinea todos los pasos que conducen hasta, pero no incluyen, el Ruaj HaKodesh, la iluminación final. Dicho sea de paso, aunque no es generalmente conocido, los diez niveles que se discuten en el texto claramente corresponden con las diez Sefirot místicas.
El camino de las emociones también juega un papel importante en los sistemas cabalísticos. Por ejemplo es particularmente importante en la meditación-Kavanah, el sistema que utiliza las oraciones diarias estándar como mantras, especialmente en las escuelas Jasidicas. Se enseña en ellas (el rezo), a colocar todos los sentimientos y emociones en las propias palabras de alabanza, consiguiendo con ello un desvestimiento de lo físico.
Un camino que combina el intelecto con las emociones es el sendero del amor, descrito en detalle por el gran líder filosófico Rambam. Este escribe que cuando una persona tiene a Hashem como objeto de profunda contemplación, pensando en sus poderosos actos y maravillosas creaciones, se forma profundamente una conciencia de Su sabiduría y es llevado a un amor de Hashem apasionado. El amor de Hashem puede ser tan intenso, que el alma literalmente puede ser extraída por Él del cuerpo, y esto es lo que ocurre cuando un Santo muere del “Beso de Hashem”. Se considera éste uno de los más altos niveles de iluminación posible y usualmente se alcanza solo a muy avanzada edad.
El tercer camino es el cuerpo. Incluye tanto los movimientos corporales como los ejercicios respiratorios que juegan un papel clave en el sistema de Rabí Abraham Abulafia. Las oscilaciones e inclinaciones que suelen acompañar a la oración formal también son parte del camino del cuerpo, aumentando la cualidad meditativa de la oración.
La danza es una de las técnicas más importantes de meditación corporal. Esto es especialmente cierto en las escuelas Jasidicas.
El Talmud enseña que en el festival de Sukot, durante el festival de “Atracción” en Jerusalem, “Santos y hombres de fama danzaban delante de la asamblea sosteniendo antorchas y cantando himnos de alabanza”. Este festival era un tiempo particularmente propicio para conseguir la iluminación, como el Talmud de Jerusalem afirma: ¿Por qué se llamaba “Festival de Atracción”? Porque era un tiempo en que la gente tiraba del Ruajh HaKodesh”. Tan íntimamente estaba la danza asociada con la iluminación que el Mundo Futuro, considerado como el lugar último de iluminación, es descrito como “una danza conducida por El Santo, Bendito Sea, en la que cada individuo le señala con un dedo”(Taanit 1:30).

Una razón por lo que se sabe tan poco sobre los diversos temas de meditación cabalística es que toda la literatura está en hebreo y nunca a sido fielmente traducida. Puesto que la mayoría de sus métodos no se encuentran hoy en día en uso, también el vocabulario asociado a ellos ha sido también olvidado. Tan grande es esta confusión que incluso la misma palabra hebrea para meditación resulta ser en general desconocida.
Hay una palabra que se utiliza consistentemente como término para designar “meditación”, y es “Hitbodedut”. El verbo “meditar” viene representado por la palabra “Hitboded”.
La palabra Hitboded deriva de la raíz “Badad”, que significa autoaislamiento y, en algunos casos, no se refiere más que a una reclusión y aislamiento físico. Sin embargo, en muchos otros lugares, el término se usa para denotar un estado de conciencia que implica el aislamiento del “yo”, es decir, el aislamiento de la más básica esencia individual.
Así, en un contexto cabalístico, la palabra Hitbodedut significa mucho más que un mero aislamiento físico. Se refiere a un estado de aislamiento interno en el que el individuo recluye mentalmente su esencia de sus pensamientos. Rabí Jayim Vital, habla a menudo de tal reclusión mental, diciendo que “uno debe recluirse a sí mismo (hitboded) en sus pensamientos hasta el máximo grado”. Al hacerlo, uno separa el alma del cuerpo hasta el punto de no sentir ninguna relación con el ser físico. El alma resulta así aislada y, como Rabí Jayim Vital concluye, “cuanto más se separa uno de lo físico, mayor será su iluminación”.
Una de las expresiones más claras de todo esto fue desarrollado por Rabí Abraham Maimónides, hijo del famoso Moises Maimónides. El escribe que hay dos tipos distintos de autoaislamiento, externo e interno. La hitbodedut externa no es nada más que el aislamiento físico, lo cual resulta por lo general deseable cuando se quiere meditar. La hitbodedut interna, por otra parte, consiste en aislar el alma de la facultad perceptiva. Cuando la mente se halla así de esa índole aquietada, uno se torna capaz de percibir el dominio espiritual.
Por consiguiente, la palabra Hitbodedut se utiliza primariamente para denotar el aislamiento del alma o ego de todo estímulo externo o interno. Cualquier método o práctica empleada para conseguirlo es también llamado Horno de sur. Puesto que es a estas prácticas a las que comúnmente se llama meditación.
Hay otro término muy relacionado que también se suele traducir como “meditación”. Es la palabra “Hitbonenut”. Una definición precisa de Hitbonenut es “contemplación”, o sea, concentración intensa en un objeto o imagen. Por supuesto la contemplación es una técnica meditativa, pero es significativo el que el término apenas aparece en los textos clásicos de Cabalá para describir la consecución de estados superiores de conciencia.

Rabí Arye Kaplan

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